Hoy comemos en.. Con Amor

Hoy comemos en.. Con Amor

Hoy comemos en.. Con Amor

Nos adentramos en Madrid para conocer un restaurante tradicional del barrio de Chamberí. Arroces por doquier y unas ganas locas de probar un plato que nos deje con la boca abierta. ¿Será el Con Amor el lugar acertado para conseguirlo?

Me estoy aficionando al mundo de los arroces. Desde nuestra visita a Que si quieres arroz Catalina, el mundo del arroz se abrió ante mis ojos descubriéndome toda una panorámica de platos que ahora más que nunca, adoro. Por eso el pasado domingo nos pusimos los pantalones de gordos y nos fuimos al centro de Madrid en busca y captura de un arroz que nos dejase sin sentido. Nuestro camino nos llevó hasta el barrio de Chamberí, en la calle Espronceda, a la puerta de un local, el Con Amor. A mí me sonó a tradición, a madres y abuelas preparando rosquillas, al olor del cocido en el portal cuando venías del cole, a café recién hecho al despertar un domingo, a la paella de tu madre los domingos. Los nombres inspiran y yo soy muy rara, así que entré con ojos de chiquilla enamorada y la primera me la llevé en la frente. Tengo que apuntar que llevo una semana con ciática, y tener que subir a una planta alta por unos escalones que se me hicieron tan altos como montañas, me sentó a cuerno quemado. Estar al lado de la puerta de cocinas y que cada vez que abrieran nos dieran en la silla, me sentó un poquito mal. Pero que a la mesa de al lado le pusieran aceitunas y yo ni las oliera me tocó los cojones. Y mucho. La aceituna. Ese aperitivo tan estupendo para acompañar esa Mahou tan fresquita y tan bien tirada que nos bebimos. Eso si que me tocó la moral.

El local estaba decorado con un estilo contemporáneo, con multitud de lámparas colgadas del techo con grandes cables, sillas con respaldos altos y cuadros de esos que dicen que son modernos y que podría haber pintado un niño de tres años en su mejor día de hiperactividad infantil. Por lo visto está diseñado por Ignacio García de Vinuesa, no el alcalde de la localidad de Alcobendas, sino otro tío algo más joven y que es arquitecto. La sala de abajo era preciosa, amplia y con una luz amarilla que destilaba nostalgia. La de arriba parecía un pequeño zulo sin el encanto del restaurante. En la planta alta me faltó la chispa que tienen los locales modernos ahora, un je ne se quoi que le diera algo de vida.

Deseando salir del mundo del tupper, nos adentramos en un Madrid de lo más castizo, buscando una comida que nos hiciera olvidar que el lunes estaba ahí fuera

De entrante pedimos uno de los platos estrella de carta, la berenjena con salmorejo. Láminas finas de berenjena, con un rebozado de harina de maíz y fritas, que tenían un punto de crujiente de nota. El salmorejo, espeso y con textura de crema, hacía un tándem perfecto con la berenjena, y ambos guardaban un equilibrio maravilloso. Realmente muy recomendable, una fritura ligera, nada aceitosa y con un salmorejo hecho salsa que estaba de impresión.

Chips de berenjena con salmorejo

El arroz que nos convenció y que yo insistí en pedir para calmar mi mono fue un arroz negro con zamburiñas y gambas. En la carta ponían que sus arroces eran un poco caldosos, pero este estaba seco y suelto, muy tradicional y con un sabor bueno. El sofrito tenía unos trozos de cebolla quizá demasiado grandes, y que al estar el restaurante lleno e ir en cocinas a toda máquina, se quedaron tozos algo menos hechos y más crudos. La base para absolutamente todos los arroces, pucheros, estofados, salsas y demás elaboraciones que empleen más de 15 minutos de tiempo de preparación, es un buen sofrito. Lento, despacito y con mucho, mucho amor. Tal y como querrías que te quisiera Adam Levine una noche cualquiera. Con tiempo. Removiendo despacio y dejando que el tiempo y el calor hagan su trabajo. Uno rapidito te hace el apaño, pero no tiene la ternura de uno a las luz de las velas mirándote a los ojos. Que sí, que el ejemplo es malo porque con Adam hasta uno en el portal con los pantalones por los tobillos sería glorioso, pero vosotras me entendéis, joder. Las zamburiñas y las gambas estaban bien, y el pulpito (uno) no llegué a catarlo por no estar más espabilada. Como las aceitunas. En general, un arroz correcto, sin bombo y platillo, pero con un punto de cocción muy bueno.

Arroz negro con zamburiñas y gambas

El postre no lo elegí, así que me tocó repetir el brownie que se ha puesto de moda en toda España, junto con el cheesecake, y que tienen casi todas las cartas de restaurantes del país. Y entonces pasó, y probé uno igual que el que cené una noche en Praga en un restaurante italiano, con una textura perfecta, densa y húmeda. Con un intenso sabor a chocolate, me trajo el recuerdo de ese viaje, y me dejó realmente impresionada.

Brownie con helado de vainilla

VEREDICTO

Decoración: Notable bajo. La sala donde comimos era normal, y se quedaba muy corta con respecto a otros locales de Madrid que están el top de la modernidad. La sala de abajo sí era guay, con las lámparas colgando de techos tan altos y con esa luz tan tenue en todo el local.

Servicio: Notable. No se me olvidan las aceitunas, de hecho sueño hasta con ellas, pero los camareros fueron correctos y el maître muy simpático desde el principio.

La mesa: Aprobado. Los platos tenían corazones, un detalle encantador pero los tenedores y cuchillos eran anormalmente finos, parecíamos más cirujanos que comensales.

Gordon Ramsay opina que la comida era: Notable. EL arroz no era de diez, pero el entrante y el postre estaban muy buenos, la verdad.

Guita: Entre 28 y 32 euros por barba. No es barato, pero tampoco es algo excesivo. Tienen promoción en su web de un 30% si reservas online, y en El Tenedor también. 

Me quedé con ganas de probar más platos de esa carta tan corta y concisa, de esas que sabes que teniendo pocos platos es porque los hacen de diez, así que me temo que me tocará volver para repetir el brownie y probar sus carnes y entrantes que tenían una pinta exquisita. Recomendable al 100% para tu cenita romántica sin niños, esa que pasa una vez cada 10 años como que España esté en el top 5 de Eurovisión.

 

 

Con Amor
C/ Espronceda, 34
Madrid
restauranteconamor.com
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Este artículo lo ha escrito...

Anabel Palomares

Ana Belén Palomares (Madrid, 1986). Diplomada en fisioterapia, pero dedicada al mundo de la moda en una de la mayores cadenas de España, esta chica madrileña vive entre libros de cocina y discos... Saber más...