Hoy comemos en... "La Mafia"

Hoy comemos en... "La Mafia"

La Mafia se sienta a la mesa. Un restaurante italiano, con poca esencia de Italia.

El pasado sábado, 16 de Octubre, estuve comiendo en un restaurante de una cadena de franquicias, La Mafia. La cosa empezaba regular, porque nos dirigimos a las afueras de un centro comercial, donde sabíamos que había uno, y sorpresa: "lo sentimos pero La Mafia ha cerrado las puertas de este establecimiento, les seguiremos atendiendo en el sito en la calle Anabel Segura, 11. Alcobendas". Bravo. ¿Sería esto un mal presagio?

Al llegar allí nos atendió una camarera que nos acompañó a una mesa junto a un ventanal. La decoración del restaurante intenta ser un homenaje a la trilogía de Francis Ford Coppola, El Padrino, pero me temo que sólo se queda en un intento. En la entrada, tienen una lámina con los cuatro personajes principales, que tenía como pareja un cartel más grande en color azul claro de un campeonato de padel. Tienen un par de cuadros de las películas que están bastante bien, pero la verdad es que desentonan con un gigantesco cerdo vestido de mayordomo con una bandeja, que saluda a todo el que pasee por la zona a través del ventanal (WTF?). Junto al cerdito de resina, mi chico se fijó en unos portavelas, que casualmente tengo iguales en casa, y que el dueño compró como yo en Ikea (podías haberles quitado la etiqueta de medio metro, machote). En resumen, un quiero y no puedo bastante deprimente, pero que esperábamos compensar con una buena comida italiana.

La Mafia, ese restaurante repleto de referencias a Italia, como cerditos vestidos con traje con bandeja de camarero.

Cuando nos trajeron la carta, vimos varios platos de antipasta y ensaladas, una selección de diferentes pastas a combinar con más de 19 salsas, y 22 pizzas, además de varios platos de crêpes, rissottos y carnes. Como la carta era tan amplia, tardamos un poco más de lo que solemos en pedir, y nos decantamos por pane focaccia di pomodoro genovese y unos huevos rotos con bacon, tomate, mozarella y patata frita. Mientras esperábamos los entrantes, nos trajeron un platito de aceitunas (muy buenas, con pimiento rojo y verde frescos, y cebolla, y con aceite de oliva) y el pan, grissinis (los colines de toda la vida pero más finos) y dos pulguitas. He de decir, que mi hombre es un gran enólogo, y no pedimos vino porque el precio nos pareció abusivo, y la carta regulera, así que acompañaríamos la comida con agua, que esa no falla nunca.

La focaccia estaba muy buena, con tomates cherry y una salsa de hierbas que hizo que me quemara la lengua (era muy tarde y tenía mucha hambre, pero el dolor valió la pena). Los huevos... Ay, los huevos. No puedes poner cuatro platos diferentes de huevos rotos en tu carta, y usar patatas congeladas, tío. Por mucho que pongas una rama de cebollino adornando, siguen siendo congeladas. Somos fans de los huevos rotos, pero no de los de este tipo, rollo cañas y tapas, pero doblando el precio. Un fail total.

Como plato principal, él pidió unos tagliolini fino al uovo con arrabiata ragú (traducción, espaguetis megafinos frescos con salsa boloñesa picantona), que llevaban salsa de tomate picante, cebolla, chorizo y ternera. Estaban muy decentes. Un fallo, y sólo por ser puñetera, le faltaba algo más de picante y le sobraba el cebollino adornando, que debía de estar en oferta en Makro esa semana, porque lo ponían en todo.

Servidora, pidió unos rigatone Don Cuccio (traducción, megamacarrones tamaño industrial) con crema de leche, salsa de tomate, champiñones, espinacas, panceta italiana, pollo y parmesano. De nuevo fail. Tengo muy poco tino eligiendo, lo sé, pero en la carta me pareció una buena combinación. Las espinacas se parecían a la lechuga del burguer King, de un color marrón enfermedad, el pollo era inexistente, y el plato nadaba en salsa. Menos mal que pusieron el cebollino para que hiciera de barca.

No pedimos postre. Quizá nos perdimos lo mejor de la carta, pero nosotros tenemos un problema, y es que aunque sea mediocre, hay que comerse todo lo que hay en la mesa. Es el ADN del pobre. Así le pedimos la cuenta a una chica muy maja y muy mona, que nos puso una botellita de limoncello helado, con dos vasos de chupitos. Buen detalle, sí señor. Intentó vendernos una tarjeta de fidelidad gratuita, que por supuesto acepté porque soy del género tonto e inocentón.

 

VEREDICTO

Decoración: Suficiente. Le salvan los cuadros de un peliculón.

Servicio: Notable. El personal era amable y dispuesto, y la última chica que nos atendió, era un encanto.

La mesa: Aprobado. Menaje moderno sobre mantel blanco.

Gordon Ramsay opina que la comida era: Suficiente. Dos platos malos y dos buenos le valen para pasar a ras el aprobado.

Guita: Entre 25 y 35 euros por barba. Sin vino ni postre. En general, la relación calidad-precio, es chunga. 

 

LA MAFIA
c/ Ana Isabel Segura, 11
Alcobendas (Madrid)
lamafia.es/alcobendas
Enviar por WhatsApp

Este artículo lo ha escrito...

Anabel Palomares

Ana Belén Palomares (Madrid, 1986). Diplomada en fisioterapia, pero dedicada al mundo de la moda en una de la mayores cadenas de España, esta chica madrileña vive entre libros de cocina y discos... Saber más...