Banshee: La serie con la que Tarantino tiene sueños húmedos

Banshee: La serie con la que Tarantino tiene sueños húmedos
La serie más explicita de la TV americana. Así nos encontramos con Banshee una noche veraniega haciendo zapping y no nos quedó más remedio que caer en su hipnótica espiral de sexo, violencia, traición y mala leche. Una de las series más polémicas que está causando furor en medio mundo.
Seguro que el día que emiten esta serie, nuestro amigo y lector Quentin Tarantino, se pone su batín de seda, coge un bol de palomitas Hacendado, y se sienta delante de la tele no sin antes apagar el móvil. Porque estamos convencidos de que es una de sus series favoritas teniendo en cuenta el contenido de alto voltaje de muchas de sus escenas.
Así es amigos, Banshee es, según los expertos, la serie con contenido más explicito de la TV. Entendiendo por material explícito todas las escenas que contengan sexo, drogas y rock&roll. Y después de ver la primera temporada, puedo afirmar que esa descripción es bastante acertada. Aun disputándose el título con otras series como Juego de Tronos, Banshee tiene el dudoso honor de ser ahora mismo la serie con más sangre, sudor y lágrimas de la parrilla, teniendo un argumento relativamente normal. ¿O no es tan normal?
La serie se centra en la vida de su protagonista, Lucas Hood, interpretado por el australiano Antony Starr, que acaba de salir de la cárcel después de pasar 15 años en el agujero por robo. Una vez está respirando aire fresco, decide ir a recuperar todo lo que perdió cuando le trincaron: a su chica y el botín. Y para ello, se dirige hacia un pequeño pueblo de la américa profunda llamado Banshee. Lucas es de esas personas que atraen los problemas las 24 horas, y sin llevar ni tan siquiera una en el pueblo, se ve metido en una pelea de bar que acaba con tres muertos, siendo uno de ellos el nuevo sheriff recién llegado y al que nadie conoce. Lucas ve su oportunidad de cambiar de vida, y decide adoptar la identidad del policía con la ayuda del dueño del bar, Sugar.
Una vez montado el chiringuito en el pueblo, y bajo la atenta mirada de sus compañeros de profesión que notan algo raro en el nuevo sheriff, busca a su amada Anna (Ivana Milicevic) con la esperanza de recuperar el tiempo perdido. Pero Anna ya no es Anna, ahora es Carrie y está casada con el fiscal del pueblo. Lucas no se da por vencido y decide quedarse en el pueblo para tratar de recuperar a su novia, cosa que les traerán problemas a ambos.
Banshee debe ser el pueblo americano con más asesinatos violentos por habitante. 2 de cada 1 muere.
Pero, ¿qué pasa cuando metes a un ex convicto y ex delincuente a repartir justicia en un pueblo de la costa Este de EEUU? Pues que todo se sale de madre. Sus técnicas de trato con los criminales no son precisamente ortodoxas, lo cual despierta por un lado la admiración de unos pero la desconfianza de otros, especialmente de uno de sus compañeros del pequeño cuerpo policial. Aun así, Hood consigue ser respetado por todos en el pueblo y se hace un hueco en la cerrada comunidad local. Una comunidad, la de Banshee, que vive a la sombra de un poblado amish a las afueras. Este poblado nutre al pueblo de materias primas y comercio artesanal, a la vez que despierta ciertas tiranteces por sus excesivas normas religiosas.
Uno de los integrantes del poblado, decidió en su día no seguir las normas y convertirse a golpe de esfuerzo y oscuros negocios en el hombre más poderoso de Banshee. Kai Proctor, es un sádico y estricto hombre de negocios que controla por completo la ciudad y necesita que el sheriff esté de su lado, por las buenas o por las malas. Y como colofón, el mafioso ruso al que Lucas robó antes de ser metido en la cárcel, también va detrás de él. Todo facilidades para arrancar su nueva vida.
Y ¿dónde está el contenido explícito? Pues no quiero entrar en detalles, pero imaginad que pasáis 15 años en la cárcel haciendo abdominales. Pues salís cachas y muy muy cachondos. Acabáis atacando a toda hembra que se os ponga a tiro. Pues eso es lo que pasa aquí. El protagonista pasa la mitad del tiempo repasando el Kama Sutra con las lugareñas del Banshee. Y nada de planos medios, movidos, borrosos, entre sábanas... nada de eso. Aquí las escenas de sexo son tan explícitas que muchas veces hasta lo hueles. Ninguno de los actores tiene problemas a la hora de ofrecer un desnudo integral, siempre que el guión lo exija. O no.
En cuanto a las escenas de violencia, digamos que Juego de Tronos pasaría a ser para todos los públicos comparado con lo que vemos en Banshee. Y volvemos al eterno debate: violencia en las series ¿SI o NO? Pues que queréis que os diga. Veo bastante más divertidas las escenas de peleas sangrientas entre un sheriff y los paletos del pueblo, que las de cama con las paletas del pueblo. No os quiero hacer spoilers esta vez, pero digamos que en el mundo de la TV hay tres niveles de violencia para acabar una pelea:
1.- Pegando un tiro al oponente.
2.- Aplastando la cabeza del rival metiéndole los pulgares en los ojos (ya me entendéis).
3.- Lo que pasa en las peleas de Banshee que hacen que se te quiten las ganas de cenar (una historia real).
Por último, en cuanto a los actores, ninguno destaca especialmente por su calidad de interpretación, pero si que tienen carisma. Especialmente el dueño del antro local llamado Sugar, un ex boxeador interpretado genialmente por Frankie Faison, nuestro inolvidable Comisario Jefe Burrell en la excelente serie The Wire.
En resumen, Banshee es la serie que toda cadena quiere emitir pero que ninguna se atreve. Su libertad de contenido la hace ideal para que fluyan las ideas sin control, aunque a veces, ciertas escenas resulten del todo innecesarias y más morbosas que justificadas. Dar al público lo que quiere ver es su máxima, y lo lleva al extremo. Quizás Tarantino saque ideas de ella, o simplemente la utilice para evadirse de este mundo que año tras año le niega el Oscar como mejor director.
Este artículo lo ha escrito...
Javi Del Campo (Madrid, 1983). Criado entre Steven Spielberg y Los Héroes del Silencio, de alguna manera estaba destinado a caminar sobre esa pequeña linea que separa al mitómano del friki. Amante... Saber más...