Hoy comemos en... Da Nicola

Hoy comemos en... Da Nicola

Comienza una nueva temporada gastronómica y nos gusta empezar fuerte. Hoy Glup Glup se va de viaje a Italia para comprobar si su comida es tan buena como la pintan. ¿Volaremos en business o nos tocará ir con Ryanair?

Después de oír a muchos decir que el Ginos es un auténtico ristorante italiano, y probar suerte en numerosas trattorias que presumían de serlo, perdí la fe en la gastronomía. Mi esperanza de encontrar un auténtico restaurante italiano sin pretensiones y casero, tal y como Carmela se lo cocinaría a Tony Soprano, se fue desvaneciendo hasta que él apareció. Escondido bajo los grandes edificios de la capital española, el Da Nicola me prometió un festival de sabores y ningún compromiso. Una relación puramente física, donde mi cuerpo temblara al recibirle. Era guapo, apuesto y lo más importante, era italiano. ¿Se quedaría sólo en un sueño o sería mi romance de verano?

Cuando entramos al local, de techos bajos y luces amarillas, nos encontramos con sillas de madera y bancos que compartían varias mesas de azulejos. Nos sentaron en una de ellas y tras leer la pequeña carta nos tomaron nota. "No tenemos Coca-Cola, es Pepsi". No tengo nada en contra de la Pepsi, que conste, pero ningún restaurante que se precie sirve esa copia. Sin acritud. Dos cervezas entonces, y de entrante un carpaccio de lomo de buey con parmesano, tomate marinado y albahaca. El camarero nos ofrece además pan chapata con aceite aromático. Nos trae todo y cuando pruebo el aceite de un color aceitunado, con un pan crujiente y tierno, creo morir. Qué bueno, por dios.

Soy una chica facilona, con un poco de pan y aceite del bueno ya soy tan feliz como Paris Hilton en una fiesta en Pachá Ibiza

El carpaccio es de un color rosado y está regado con un majado de tomate, albahaca y aceite de oliva. Tiene un sabor ligero y fresco, con un gusto en boca que hace que olvides que comes carne cruda. La verdad es que a estas alturas he pasado del agravio de la Pepsi, y creo que este italiano va a robarme el corazón.

De segundo me dejé llevar por las sugerencias de la semana y pedí un risotto de conejo con salsa de setas silvestres. Tenía una textura casi de diez, con un aroma a campo que me recordaba al otoño y a una masía que nunca visité. La primera cucharada me inundó la boca, y me estremeció. Un sabor tan potente que temí que me acabara cansando. No pasó, gracias al cielo. El pero es que los trozos de conejo tenían huesos tan minúsculos que nos juntamos ellos y mi torpeza innata y por poco me ahogo. Para la próxima vez habrá que usar piezas más grandes de conejo o eliminar los huesos, por el bien de los inútiles como yo.

Mi media langosta pidió los spaghetti negro con gambones all'aglio y champiñones, con pasta casera. Con un regusto quizá demasiado intenso a ajo y sólo por ser pejiguera y poner pegas como buena crítica. Los gambones eran un espectáculo, la pasta estaba en su punto, y todo acababa con un regusto a aceite de oliva que era mediterráneo puro.

Como nos vimos motivados, decidimos echar toda la carne en el asador y posponer la dieta a la siguiente semana. Pedimos un brownie con nueces y helado de vainilla, y un tiramisú, plato italiano por excelencia. El primero, demasiado cocido para mi gusto, era una porción algo pequeña, pero con mucho sabor a chocolate. El tiramisú era parte de un todo, y parecía sacado de la casa de la abuela de mi querido amante italiano. Un sabor cremoso, sin ser demasiado dulce, pero al que le sobraba la salsa de café que rociaron por encima de él en el plato. Era una lástima que se lo echaran, porque enmascaraba ese sabor tan tradicional que se notaba en las cucharadas que logré salvar.

 

VEREDICTO

 

Decoración: Notable. Tiene un aire acogedor y hogareño, gracias en parte a esa luz tan mala para las fotos, pero tan buena para las cenas románticas.

Servicio: Notable. El camarero se interesó por como habían estado los platos, y el trato fue correcto durante toda la comida.

La mesa: Aprobado. Menaje básico y moderno. Lo malo fueron las migas de pan sobre las que me senté en el banco. Alguien debió olvidarlas allí, y ahora Piolín no tiene cena.

Gordon Ramsay opina que la comida era: Sobresaliente. Las pocas pegas que había las pongo yo porque soy una pesada.

Guita: 25 euros por persona con un postre cada uno. No es un menú del día, pero la ocasión lo merece y los platos también. Un capricho al año no hace daño.

 

El Da Nicola tiene el sello de aprobación de Glup Glup y os puedo asegurar que esto no ha sido un fugaz amor de verano, sino el maravilloso comienzo de un romance que durará años.

 

 

DA NICOLA
C/ Orense 4
Madrid
danicola.es
Enviar por WhatsApp

Este artículo lo ha escrito...

Anabel Palomares

Ana Belén Palomares (Madrid, 1986). Diplomada en fisioterapia, pero dedicada al mundo de la moda en una de la mayores cadenas de España, esta chica madrileña vive entre libros de cocina y discos... Saber más...