¿Y si no puedes tirar más pollos al horno?

¿Y si no puedes tirar más pollos al horno?
A todos nos gusta el pollo asado, el plato más tradicional de los domingos, el de nuestra madre o el que intentamos reproducir con más o menos éxito en nuestra casa. Pocos platos encontrarás más fáciles de hacer, más sabrosos y sanos pero, desde que el precio de la electricidad se ha desbocado, necesitas pedir un crédito para encender el horno más de cinco minutos seguidos. ¿Qué hacer en estas ocasiones si tu cuerpo suspira por un ala churruscadita y los del banco no te conceden el préstamo?
No es ningún secreto que en mi casa somos adictos al pollo en todas sus variedades y al pollo asado en particular. Desafortunadamente, por culpa de las últimas subidas de nuestro recibo de la luz me he visto obligada a reducir nuestra ración diaria de este delicatessen. “Pero, pero, pero... ¿no hay otra opción?” me suplicó mi Otra Mitad entre sollozos cuando le comuniqué que, a partir de ahora, habría racionamiento de pollo asado.
Millones de personas que sufren Deficit de Pollo Asado se preguntan qué harán ahora que encender el horno está reservado sólo para los muchimillonarios.
Considerando la importancia vital que tiene para la supervivencia de mi matrimonio la presencia del pollo asado en nuestras cenas (y que mi Otra Mitad sufre una rara enfermedad llamada Deficit de pollo) me he pasado un par de semanas investigando y testando múltiples alternativas que hoy quiero compartir con todos vosotros, gente sufridora de la subida de la luz y amante del pollo asado. Espero que mi experiencia os sirva de ayuda.
1.- La opción más absurda.
Hazte con un pollo de plástico de tamaño natural en www.props4shows.co.uk, una web inglesa especializada en reproducciones de alimentos en plástico. También encontrarás muslitos y alitas, si en el asunto del pollo tienes bien claras tus preferencias.
Consigue un dorado perfecto a base de renunciar al sabor y a tu dentadura.
Ventajas de esta opción: Una presentación de 10. Nunca antes había servido en mi mesa un pollo asado con semejante color y apariencia. De foto.
Inconvenientes de esta opción: Poco o nada digestivo (a no ser que estés muy desesperado). No está tan tierno (ni de lejos) como parece.
2.- La opción más improbable.
Múdate a la Isla de Pascua. La naturaleza de su suelo de piedra volcánica es perfecta para cocinar en el mismo y asar hasta un elefante entero sin hacer mucho gasto energético. Sólo tendrás que realizar una hoguera en cualquier sitio, calentar en la fogata unas piedras e introducir las mismas cuando estén híper calientes en un agujero cavado en ese suelo volcánico. Cubre las piedras con hojas de plátano, coloca encima tu pollo y cubre con un paño húmedo y más hojas de plátano. Vuelve a cubrir todo con la tierra que antes excavaste y siéntate a esperar durante horas mientras te pones ciego a beber.
Una vez aquí... ¿a quién le importa el pollo?
Ventajas de esta opción: Una explosión de sabor en la boca, nunca antes habrás tomado un pollo tan sabroso.
Inconvenientes de esta opción: No sé ni por dónde empezar...
3.- La opción más cool.
Hazte con una cocotte de hierro fundido de alguna de las marcas especializadas en el tema, como Le Creuset.
Ventajas de esta opción: estos recipientes tienen un buen tamaño, perfectos para meter tu pollo de una sola pieza si así lo deseas y añadir todos los ingredientes que quieras para enriquecer tu receta. Las cocottes son estupendas para cocinarlo lentamente en cualquier tipo de fuego, sin necesidad de recurrir al horno.
Inconvenientes de esta opción: desgraciadamente, las cocottes son terriblemente caras, tan caras que te temblarán las canillas sólo de pensar en adquirir una y necesitarás que pasen bastantes meses hasta que compenses el gasto.
4.- La opción más arriesgada.
Preséntate a comer en casa de tu madre todos los domingos. Pollo asado asegurado.
¿Has visto ese cuchillo? Una pista: no es para trinchar el pollo.
Ventajas de esta opción: un pollo asado perfecto, crujiente y en su punto con cero esfuerzo y cero costes. ¡Viva la madre que me parió!
Inconvenientes de esta opción: tendrás que escuchar con pelos y señales todo el proceso de la colonoscopia de tu tío Paco.
5.- La opción más pichí-pichá.
Una receta que circula en internet y que asegura resultados perfectos sin abrir el horno. Sólo tienes que macerar dos pechugas de pollo con piel durante unas cuantas horas en una mezcla de especies formada por dos cucharadas de curry, 1 cucharada de pimienta negra molida, 2 cucharadas de romero, dos cucharadas de tomillo, tres cucharadas de orégano y sal. Pasadas unas cuantas horas, traslada todo a una cazuela, añade dos dientes de ajo sin pelar y cubre con aceite de girasol. Cocina a fuego muy, muy bajo durante unos 40 minutos aproximadamente.
Ventajas de esta opción: un pollo no asado pero con un acabado casi idéntico, sabroso y tierno.
Inconvenientes de esta opción: grasaza a tope por todas tus arterias y una indigestión como la copa de un pino. Adiós a la opción saludable y casi de dieta que era el pollo asado.
6.- La opción más segura.
O la que he elegido yo después de darle muchas vueltas a este asunto. El truco consiste en comprar cuartos de pollo y pedir a tu pollero que te los deshuese pero que deje la piel. Una vez en casa, colócalos sobre una tabla de madera y dales una buena paliza con el rodillo de la cocina (inspírate en tu jefe, en tu político preferido para odiar, etc.) hasta que queden planos. A continuación, salpimenta a tu gusto y espolvorea especias Cajún por ambas caras. Calienta una plancha a fuego fuerte y unta con un poco de aceite de oliva. Cuando la plancha humee añade los cuartos de pollo y haz a fuego fuerte durante cinco minutos o hasta que estén dorados. Dale la vuelta y repite el proceso. Vuelve a dar la vuelta y repite el proceso por ambas caras dos minutos más o hasta que consideres que el pollo está cocinado.
Mi marca favorita de especias Cajún se puede comprar online en Taste of America, pero encontrarás muchas opciones parecidas en supermercados de barrio.
Ventajas de esta opción: un pollo crujiente, muy sabroso, sin usar el horno y con pocas grasas añadidas.
Inconvenientes de esta opción: estoy hasta el nabo de tener que hacerlo todas las noches.
Este artículo lo ha escrito...
Rebeca Rus (Madrid, 1974) es creativa publicitaria, escritora, columnista y responsable de la sección de cocina de la Revista Cuore. Es la autora de los libros "Sabrina:1-El Mundo:0", "Sabrina... Saber más...