El género romántico no es un género menor
El género romántico no es un género menor
Chick-Lit, Romántico, Romántico contemporáneo, Erótico, Erótico-Romántico... El auge en los últimos años de la novela rosa suscita no pocas críticas hacia el género romántico general, tachado de menor por las élites literarias y no precisamente por acogerse a la división aristotélica de género literario. Pero ¿es realmente un género que está por debajo de otros?
No. Punto. Hasta aquí debería seguir con el artículo. Con un tajante, rotundo, contundente y bravo NO. Lo romántico-erótico y todos sus subgéneros no son menos que ningún otro, ni más, y el plantearlo siquiera me hace pensar que el problema no es del género sino de las personas, que somos un poco dadas al postureo y queda mejor decir que lees a Bukowski que a Jane Austen. Pero aún así, vamos a intentar destripar este argumento elitista, machista y arcaico.
Partamos de la base de que siempre hay un género que está más de moda que el resto, como en todo. Sumémosle que cuando algo despunta y está en boga, es susceptible a recibir más críticas que el resto. Así somos señores: criticamos lo que vende por puro postureo (one more time). Y, por último, añadamos que el género romántico ha sido siempre catalogado como menor. ¿Cuál es el resultado? Pues que ahora que lo romántico está de moda, no es de extrañar que se le critique hasta lapidarlo con argumentos absurdos que no tienen sentido.
Evidentemente todos tenemos géneros que nos gustan y otros que aborrecemos. Hasta ahí es comprensible y lícito que lo romántico no te guste, estás en tu derecho y no hay nada más que decir. Pero una cosa es que no te guste, que te aburra, que no te motive y otra que lo taches de basura y lo relegues a un estatus inferior al resto que sus “compañeros”, los géneros “superiores”. Eso ves, ya no. Porque huele a rancio. Porque aquí no hay géneros buenos ni malos, no hay géneros mejores ni peores. Aquí hay géneros que te gustan o no te gustan, simplemente.
Como le cuentes a alguien que estoy leyendo esto te dejo a pan y agua una semana, chata.
Hay quien dice que es un género con poca variedad argumental. Hombre, no. Que hayas leído uno o dos libros románticos o eróticos y te hayan parecido iguales (o malos, porque libros malos y buenos hay en todas partes) no significa que todos lo sean. Siempre habrá elementos y estilos comunes, por eso las historias se engloban en un mismo género, pero decir que todas son iguales porque las dos que has leído narran un chico-conoce-a-chica-y-hay-sexo es como decir que todas las novelas policíacas son iguales porque asesino-mata-a-victima-y-poli-lo-investiga. ¿Ridículo, no?
También es habitualmente tachado de facilón y de poco nivel literario. Vamos a ver, almas de cántaro: como sabemos hay de todo igual que en el resto de géneros, pero que haya novelas (de cualquier género) que no experimenten con los tiempos, los ritmos y los métodos de narración como lo hacían los escritores del modernismo anglosajón no significa que no tengan nivel o que no cuesten esfuerzo. Construir la trama, hacer un ritmo adecuado, idear a los personajes, averiguar el tema de la historia... son cosas que se hacen en todos los géneros por igual. Lo bien o mal que se haga es lo que hará que una novela sea mejor o peor, pero no el género en sí.
Hartura total de tener que estar justificando un género entero ante un par de entendidos que sólo se han ojeado unos pocos títulos.
Los hay que afirman contundentes que están llenas de lenguaje vulgar y que eso demuestra poco conocimiento lingüístico. ¡Ay, señores! Escribir en un lenguaje cotidiano y coloquial no se hace por carencia de vocabulario y gramática del autor, sino porque la historia así lo exige. Normalmente este género cuenta historias ambientadas en los últimos años (de ahí que se denomine contemporáneo, fíjate tú por dónde) y si un autor está construyendo un personaje de veinticinco o treinta años años que vive en el año 2015, sería muy gañán y con muy poco conocimiento literario sobre la construcción de los personajes si lo pusiera a hablar como un personaje de sesenta años que vive en 1950. A cada cual lo que le corresponde, vaya. Del mismo modo, la espontaneidad de los diálogos, los ritmos rápidos y la voz en primera persona suelen obedecer a un calculado estudiado del autor sobre cómo transmitir mejor su historia y llegar a un lector que busca identificarse con, al menos, su personaje protagonista. Y eso pasa en el género romántico y en todos los demás. ¿Os imagináis a la Aliena de Los pilares de la Tierra de Ken Follett diciendo algo así como “Joder, Jack, es que me pones perraca hasta las trancas”. Pues no, claro, porque Aliena es un personaje de la Edad Media. De igual modo, ¿qué pasaría si Henry Miller en lugar de escribir la palabra “picha” en sus obras (maestras) escribiera “bálano”? Pues que perdería fuerza y sentido.
-Oye, nena, no te rayes ¿vale? Que molas mogollón pero te comes el tarro que no veas...
-Mi no entender, Jack.
Una vez alguien me dijo que lo consideraba un género menor porque está orientado a un público demasiado concreto y poco numeroso. Por eso es el que más vende, claro. Y por eso lleva siglos en pie, también. Las novelas románticas están para quien las quiera leer, simplemente. Que normalmente su público sea femenino no significa que el masculino no pueda leerlas y disfrutarlas. E incluso aprender de ellas, oigan. Deberíamos empezar a romper estas barreras estereotipadas porque al final lo único que hacen es fomentar la división de género que no tiene sentido. Novela negra para hombres. Novela romántica para mujeres. Tonterías que todavía no acabo de entender. La novela romántica, como cualquier otra, al fin y al cabo solo cuenta historias que te gustarán más o menos dependiendo de tu personalidad, del momento en el que leas el libro y qué cuente este. Vamos, que no tiene nada que ver con que seas mujer, hombre, joven o menos joven, al final lo que importa es la historia que hay dentro y lo que te llegue a ti.
Los escritores de romántica no son escritoras de verdad. Sí amigos, eso lo he oído yo de gente que en su vida se ha leído más que un libro o dos de los denominados “obras maestras” para sacarlas a relucir en cualquier conversación literaria y no quedar de gañán. Postureo, lo llaman (otra vez). El caso es que evidentemente esta frase no es cierta. ¿Qué es un escritor de verdad, para empezar? Para mí un escritor de verdad es aquel que no engaña a sus lectores, que está en constante proceso de aprendizaje, que busca evolucionar en cada libro que escribe, que se esfuerza en dar lo mejor de sí mismo para que otro lo disfrute y que se labra una carrera a base de años, éxitos y fracasos, como en todo. Entonces ¿qué importa el género para ser un escritor de verdad? La imaginación no entiende de géneros. El esfuerzo viene cuando se intenta plasmar la historia en el papel porque cada género tiene su parte de dificultad en uno u otro punto. Ahí entran en juego los conocimientos lingüísticos, la cultura literaria, el estilo y la forma de transmitir. Que un autor decida moverse en un género y no otro es simplemente por pura preferencia, normalmente como lector, o porque es donde se siente cómodo por lo que sea, pero no porque tenga mejor o peor nivel literario.
Machismo. Ese es un gran punto que creo que engloba todo lo que atañe al género romántico. No soy abanderada de nada, así en general, pero hay una cosa cierta: las mujeres escritoras (de cualquier género) lo tienen más complicado a la hora de infundir credibilidad y respeto que sus colegas masculinos. ¿Por qué? Pues ni idea, porque grandes escritoras las ha habido toda la historia. Supongo que lo mismo pasa con las directoras de cine, las pintoras o escultoras, las chef, las directivas de grandes empresas y así hasta concluir que sigue costando ver a una mujer realizar un trabajo que ha sido generalmente de hombres. ¡Señores, basta ya de tanta tontería!
Sí, Jane Austen, yo también me quedo con esta cara cuando oigo tanta chorrada sin “sentido” y sin “sensibilidad”.
Y así resumiría yo el artículo y eso respondería a todos aquellos o aquellas que tachan a este género de menor. Con un tajante, rotundo, contundente y bravo: ¡Señores, ya basta de tanta tontería y tengan un poquito de sentido y sensibilidad!
Este artículo lo ha escrito...
Sara Ballarín (Huesca, 1980). Estudió Filología Inglesa y actualmente trabaja en una empresa multinacional de telecomunicaciones. Adicta a la comida basura, a los zapatos (nunca el tacón es... Saber más...