Escritora Glamourosa vs La Vida Real

Escritora Glamourosa vs La Vida Real

¿Sueñas con ser escritor porque piensas que es un trabajo lleno de glamour y aventuras? ¿Te imaginas a ti mismo escribiendo frases geniales de tu último best-seller mientras contemplas una puesta de sol en la Toscana? Para ya mismo de pensar estupideces, insensato, y mejor dedícate a comprar boletos de la Lotería. O, mejor aún, lee este artículo con mucha atención porque hoy te vamos a contar qué significa de verdad y lo que supone ser un escritor en este país.

Por Anna Casanovas y Rebeca Rus.

Te lo decimos en serio: ser escritor no se parece absolutamente en nada de lo que hayas imaginado en tu vida, así que la próxima vez que te presenten a uno, intenta no mirarle con envidia ni hacerte falsas ideas sobre cómo vive en realidad… porque te llevarás un chasco terrible. La mayoría de los que nos dedicamos a esto no llevamos la vida glamourosa y de lujo que te estás imaginando, ni somos seres inspirados con estrellas como ojos que recitan a Pablo Neruda a la mínima de cambio, ni acudimos a las fiestas del embajador a degustar montañas de Mon Chérie, ni nos aislamos en hoteles en medio de la montaña y empezamos a hablar con barmans imaginarios y a escribir redrum por las paredes.

Es más, la mayoría tenemos otros trabajos mucho más ordinarios y aburridos, pero que son los que nos pagan las lentejas al final de mes.

Hartas de que la gente tenga un montón de ideas preconcebidas sobre cómo es nuestra vida (y hartas de decepcionar a nuestros fans cuando nos conocen en La Vida Real), hoy hemos decidido salir del armario y acabar con los mitos que rodean a la vida del escritor.

 

MITO 1: LOS ESCRITORES SON SERES ESTILOSOS.

Sí, nosotras también lo creíamos. Cuando pensábamos en nuestra futura vida como escritoras nos imaginábamos escribiendo en un lujoso cuadernito de piel mientras nos tomábamos un café con pastas en una elegante pâtisserie de París, tan estilosas como cualquier francesa de las que salen en el Vogue, con nuestro little black dress y nuestra boina perfectamente ladeada sobre un flequillo sobre el que podrían rebotar panchitos. Como escritoras de pro, iríamos siempre impecables pero discretas (el toque chic lo daría las perlas), exhalaríamos un aura sofisticada y elegante y oleríamos siempre a Chanel nº5.

LA TRISTE REALIDAD es que pasamos tantas horas sentadas frente a nuestros ordenadores que no merece la pena ni quitarse el pijama o las pantuflas, la mayoría de las veces se nos hace la hora de ir a recoger a los niños y no nos hemos lavado el pelo y el cartero se piensa que somos viejas locas que han hecho un voto de clausura.

MITO 2: LOS ESCRITORES GANAN MUCHO DINERO.

J.K. Rowling, Ken Follet, E.L.James… es difícil no crearse expectativas sobre el cheque que vas a recibir en la próxima liquidación de derechos de autor cuando escuchas hablar sobre las millonadas que ganan cualquiera de estos autores. Es normal que antes pensáramos que, de una forma un poco más modesta (no estábamos tan mal de la cabeza), nosotras también íbamos a poder vivir de esto de juntar letras cuando nos pagasen el adelanto de nuestra novela. O cuando esa productora de Hollywood decidiera comprar los derechos de nuestro best-seller para hacer una película protagonizada por Jude Law y Hugh Jackman. 

LA TRISTE REALIDAD es que el mercado español es bastante pequeño y las cifras de ventas son tan, tan, tan modestas que raro es el escritor que puede vivir exclusivamente de su obra y no de escribir también artículos, columnas, participar en premios literarios, dar conferencias, cuando no tener un trabajo como el común de los mortales que pague las facturas de la luz… y todo lo demás.

 

MITO 3: LOS ESCRITORES VIAJAN Y VIVEN AVENTURAS CONSTANTEMENTE.

Las ideas de nuestras novelas ¿de dónde salen? Nosotras pensábamos que saldrían de experiencias excepcionales por todo el mundo, de viajar sin parar a sitios remotos, de probar carne de res en la Patagonia y gusanos en Colombia, de visitar los viñedos de California con algún renombrado crítico gastronómico o codearnos con un marchante de arte en Amsterdam. Vamos, en definitiva, de conocer a todo tipo de gente interesante en exposiciones, museos, conciertos, expediciones, visitas a clubs privados y exclusivos...

LA TRISTE REALIDAD es que apenas nos movemos del sofá y que la última idea que tuvimos para una novela la cazamos espiando a una vecina, haciéndonos eco de un cotilleo en la puerta del colegio o poniendo la Oreja Parabólica en la barra de la cafetería de nuestro barrio.

MITO 4: ESCRIBIR ES UNA ACTIVIDAD ELEGANTE.

Sí, fuimos tan tontas de pensar que escribir era una actividad tremendamente chic. Ya nos veíamos sentadas frente a un paisaje paradisíaco, con nuestro Word Perfect abierto, escribiendo una palabra tan otra mientras saboreábamos un Martini “mezclado, no agitado” y dando caladas a un cigarrito con una laaaaarga boquilla. De vez en cuando contestaríamos el mail de algún fan (Estimado George: tus palabras han sido como un rayo de sol en esta dulce mañana en la que saboreó una taza de café mientras culmino la obra de mi vida…) y la llamada de nuestro agente para confirmarle nuestra asistencia a los premios Bafta.

LA TRISTE REALIDAD es que mientras escribimos nuestras novelas tenemos otro documento abierto donde vamos escribiendo la lista de la compra (patatas, leche, pasta de dientes, un litro de huevos…) y que, a veces, somos capaces de mecanografiar con una mano y programar la lavadora con la otra.  

En definitiva, La Vida Real de un escritor es un poco menos glamourosa de lo que te habías imaginado, ¿verdad? Al fin y al cabo, nos dedicamos a contar mentiras tralará… y por mucho que queramos ocultarlo, somos seres normales de carne y hueso, como tú. Así que la próxima vez que te presenten a un escritor, no le mires con cara de embobado ni le digas muchas veces que debe ser fantástico ser famoso y llevar una vida la mar de interesante. Porque la mayoría de las veces tendrás frente a ti a un pobre autónomo,  atado a su mesa de trabajo, atemorizado por los tiempos de entrega y la falta de ideas, a una persona que hace meses que no vio la luz de sol y que sólo busca un poco de compasión.

Enviar por WhatsApp