La cagaste, Burt Lancaster

La cagaste, Burt Lancaster
Tenían una carrera prometedora y en algunos casos, milagrosamente, la han podido mantener a flote después; pero para los restos queda aquel patinazo del que, se hayan recuperado o no, les recordarán para los restos de sus días. Repasamos las cumbres más borrascosas de las carreras de algunos actores (actrices: no os libráis, os reservamos para otra ocasión).
¿Quién no se ha despertado una mañana tras el fiestón en el que lo dio todo y, según van agolpándose los recuerdos en su memoria, va tapándose cada vez más fuerte el rostro con el edredón mientras desea evaporarse? Así es, amigas: a todas nos ha pasado alguna vez. Prometí quedar con las petardas de administración para ir de compras una tarde de esta semana… Y me subí a la mesa y bailé descalza… ¡Morreé al friki de recursos humanos! ¡NOOOOOOO!
Sin embargo, queridas, y aunque parezca mentira, esa sensación se va diluyendo hasta quedar en nada. Eso sí, la tarde de compras con las de admi no hay quien te la quite, y el friki te mirará embelesado a no ser que tengas YA unas palabras con él. En cualquier caso, la vida vuelve a reordenarse como si de una ley de la naturaleza se tratara. Pero… ¿qué pasaría si algún compañero repelente hubiera grabado en vídeo tu actuación estelar, la subiera a YouTube y se convirtiera en vídeo más visto durante días? Eso comienza remotamente a parecerse a la dura condena de estos actores que una vez eligieron mal. Con la diferencia de que a ellos los pagan, sí; pero también de que la película, con un poco de suerte, se pasa en cines durante un tiempo considerable y lo ve medio planeta, y luego llegan el DVD, el Blu-ray, las televisiones de pago y las televisiones gratuitas. Y por si fuera poco, los periodistas con ganas de hacer sangre que estarán al acecho en cualquier entrevista.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo NO enfocar una carrera cinematográfica:
1. Tom Cruise. El actor comercial por antonomasia cuenta sus entregas por éxitos. Incluso lo hemos visto a tope de power en películas como Magnolia, donde todavía no entiendo cómo no ganó el Oscar de reparto (grandes injusticias de Hollywood que un día debería de abordar). Sus guerras de los mundos, misiones imposibles y minority reports pueden entusiasmarte más o menos, pero tienen su aquel. Sin embargo, no alcanzo a entender qué lo animó a aceptar un papel como agente deportivo en una película plomiza como Jerry Maguire. No tiene un buen guión, no tiene buenas interpretaciones (ese niño pelopincho es, sencillamente, INSOPORTABLE) y el único recuerdo (espantoso, por cierto) que mantengo de ella es a Cuba Gooding Jr. gritando como un poseso aquel Show me the money! Querido Thomas Cruise Mapother IV (aparte de tener apellido de mamífero de Montana, ¿de qué país eras rey?): no había saltos. No había piruetas. No había fuegos artificiales ni malos malísimos. Ni pistolitas, ni aviones de combate. ¿Pa qué te metes? Lo de Rock of Ages lo dejo para un día en el que sea capaz de asimilar qué era eso que vi en la pantalla.
2. Sean Connery. El más elegante de los James Bond; el irresistible Mark Rutland de Marnie, la ladrona; el adorable Robin Hood maduro de Robin y Marian, el, el, el… Lo había hecho todo en la industria, ¡todo! Te podías haber despedido en todo lo alto y cierras tu carrera con ese engendro de La liga de los hombres extraordinarios. Yo es que no sé. ¿Te quedaste con ganas de rollito aventurero después de hacer de papá de Indiana Jones? ¿No te daba el salario para pagar tu pufo con Hacienda en Marbella? Nooo, rufián, que sigues sin arreglar tus destrozos con el fisco, que lo sé yo.
Sean Connery, como castigo a semejante tropelía contra el séptimo arte, que tus nietos se hinchen a hacer botellones en tu casoplón malagueño y te lo dejen perdidito. Así matamos dos pájaros de un tiro.
3. Ewan McGregor. Sé de alguna que lo tiene en un altarcillo. Y no es para menos: representa a uno de esos encantadores gentlemen capaz, a su vez, de ponerse en la piel de uno de los outsiders con mayor empaque de las últimas décadas: su irremplazable Renton en Trainspotting. Ha llegado a ser caballero Jedi, trabajado con Woody Allen y encarnado a uno de los personajes más encantadores del bestiario de Tim Burton en Big Fish. Mi pregunta es: Ewan, querido… ¿por qué La pesca del salmón en Yemen? ¿Te parecía chulo el título? ¿Era mona la protagonista? ¿Te gustó rodar en un secarral? ¿Qué, por los dioses, qué te llevó a enfangarte en semejante torrao sin calificación posible? Medita sobre ello, porque te recuerdo que lo que has hecho después (estrenado) ha sido Jack el caza gigantes, y ahí dejo caer un largo EJEMMMMMM.
4. Jack Nicholson. Alguien voló sobre el nido del cuco, El cartero siempre llama dos veces, El resplandor, Chinatown. Alguien que tiene en su haber ese póquer de interpretaciones podría prescindir hasta de Mejor… imposible, esa comedia menor en mi opinión pero en la que lo borda de nuevo. Sin embargo, cuando ya no tiene nada que demostrar, va y rueda Cuando menos te lo esperas (el título es premonitorio, no me digáis). Esos dos mitos de los setenta (él y Diane Keaton) haciendo el ridículo de esa manera me han roto los esquemas. No había más tópicos que meter en el metraje porque la película habría estallado como un chorizo en el microondas. Jolines, Jack. Con lo que yo te idolatro.
5. Raúl Arévalo. Sí, amigas, hay estopa para todos. También para el producto nacional. Raúl tiene una carrera fantástica y un nivel interpretativo descomunal. Y supongo que esa es la razón por la que se dejó embaucar en Los amantes pasajeros: porque el proyecto era de Almodóvar. Pero el manchego es capaz de lo mejor (amo la mayor parte de su filmografía, vaya por delante), de lo peor… y de Los amantes pasajeros, que debería entrar en otra categoría para mí inclasificable. Su papel de mariquita impostadísimo podría haber tenido algún sentido (supongo) en los oscuros ochenta, pero hoy resulta vergonzante. Sorry, Raúl, porque soy muy de quererte todo el rato.
6. Leonardo DiCaprio. No haré sangre con Titanic porque supongo que habrá a quien le haya gustado, y a este truñ… perdón, trabajo le tengo que reconocer no pocos prodigios a nivel técnico. Pero tuvo su aquel, sobre todo porque fue sin duda la película que lo dio a conocer a nivel mundial. Ahora bien, a rebufo de ese éxito, hay que mirarse bien los guiones, querido. Porque todavía estoy intentando buscar al taquillero que me vendió la entrada para ir a ver La playa y comentarle unas cositas (el bate de béisbol lo llevo porque soy muy de jugar en el jardín de atrás de mi casa). Danny Boyle, ¿en qué andabas pensando? Desconozco la novela en la que está basada el guión, así que no puedo saber si el material primero tenía una calidad cuestionable o no, pero esa película… ¡por favor, que es del director de Slumdog Millionaire! ¡De Trainspotting! ¡Que sabe hacer cine! Y Leo no es que haya sido nunca santo de mi devoción (no termina de gustarme en las magníficas películas de Scorsese que ha rodado), pero aquí ¿le pagaban por grito? ¿Por taco pronunciado? ¿Por mantener un nivel de histeria propio de un jardín de infancia en hora punta? ¿Necesitaba un exorcismo, una catarsis? Espero que le pregunten mucho y siempre por La playa, para que su vergüenza por haberla rodado sea equivalente a la que padecimos sus espectadores.
7. Eduardo Noriega. Su carrera ha sido quizá irregular, pero siempre me sorprendió la valentía de este actor para buscar papeles al límite. Solo por haber trabajado en dos de las mejores películas de Amenábar (para mí, quizá, las dos mejores) ya tiene un puesto en mi olimpo (bueno, el anuncio de Schweppes en que enseñaba el culo ayudó lo suyo, para qué engañarnos). Repasemos brevemente su carrera posterior: ha rodado con Piñeyro, con Guillermo del Toro, con Gutiérrez-Aragón, Calparsoro, Marc Recha… Últimamente lo hemos visto en Una pistola en cada mano, de Cesc Gay, y he de decir que su papel de pringado que se cree un killer me FAS-CI-NÓ. Así que, en todo este entramado de películas entre dignísimas y maravillosas, que alguien me explique por qué se fue a rodar un thriller a México haciéndolo pasar por… Salamanca. Salvo por el concepto "charro", a mí que me expliquen cómo pueden hacernos colar por españoles a unos extras con claros antepasados indígenas. Pero eso no es ni de lejos lo peor. Lo peor es todo lo demás. TODO-LO-DEMÁS. Si alguien tiene un rato de tal aburrimiento que vería cualquier cosa, que lo intente con esta (su nombre: En el punto de mira) y me lo cuente después. Si sobrevive.
Este artículo lo ha escrito...
Puri Ruiz (Madrid, 1968). Periodista nacida en la capital pero arrastrada hasta el sur gracias a una ola molona que me dejó una pareja alucinante y una hija maravillosa. Fuera de ellos, que son mi... Saber más...