¿Qué pasaría si a tus 40 tuvieras que fingir 26 años de edad?
¿Qué pasaría si a tus 40 tuvieras que fingir 26 años de edad?
“Que ni un ciego se lo creería”. (Sí, eso mismo pensé yo cuando me formulé la pregunta). Pero haz un esfuerzo e imagina por un momento que la genética te ha agraciado con un rostro juvenil y un cuerpo que desafía a las leyes del tiempo y la gravedad…
Tienes 40 años, no estás nada mal, pero tu marido (un poeta que en su día fue famoso) te abandona por una chica más joven. Además, el muy cretino se ha gastado todos tus ahorros en el juego y te ha dejado tantas pellas que te embargan tu único hogar. Para mayor desgracia, quince años atrás abandonaste tu carrera en una editorial de éxito por criar a tu pequeña. Pequeña que ahora tiene 18 años y está cursando un posgrado en la India para no verse envuelta en “las disputas” de sus padres.
Estás sola en tu desgracia. Sin casa. Sin dinero. Sin trabajo… Y ni siquiera puedes celebrar la reciente soltería porque no te puedes permitir pagar a un abogado que gestione tu divorcio. Conclusión: sin comerlo ni beberlo has regresado a la casilla de salida en el tablero de la vida.
Esta es la sinopsis de Younger (2015), una serie de humor americana cuya protagonista, Liza Miller (Sutton Foster, 1975 ), es una mujer de 40 años que tras su traumática separación no le queda más remedio que morir de hambre o… reinventarse. Tanto es así, que no le queda más remedio que disfrazarse de veinteañera y adoptar la personalidad de su hija para conseguir trabajo. ¿Y sabes por qué? Porque es VIEJA. Tal cual lo lees. Tiene 40 años, experiencia, madurez, capacidad organizativa, instinto… pero no deja de ser “una anciana desfasada” para todas las niñatas que la entrevistan. ¿Qué opción le queda? Convertirse en una YOUNGER.
6 experiencias con las que tropiezas si te pones en los zapatos de una veinteañera
1. En el organigrama de la empresa, tú te encontrarás en primera línea. Primera línea empezando por abajo. En el inframundo laboral. Empiezas de cero, amiga. A la prota de Younger no le queda más remedio que aceptar el puesto de asistente personal de una Directora de Marketing y Publicidad de su misma edad. Para más desgracia, su jefa representa todo lo que ella no quiere ser: una amargada solterona.
2. Para tus jefes no eres más que una niñata sin experiencia en la vida y para tus compañeras has vivido en una cueva: “¿No sabes qué es el Tinder? ¿Ni todos los seguidores que puedes tener mostrando tus tetas con el hashtag #HoldACokeWithYourBoobsChallenge? ¿De qué planeta has salido?” (Ejem, ejem… Problemas del primer mundo).
3. Descubres que en el mundo Millennial si no tienes followers no eres nadie. Tú eres algo así como una paria social. (Y si no luces un bonito rasurado, tus compañeras de gimnasio se escandalizarán).
4.Tu armario ropero sufre una regresión a la infancia: se llena de vestiditos con dibujos de caballos patas arriba, blusas de cuellos baby, camisetas con mensajes positivos… ¿Tu nueva guía de estilo? El Wikihow: cómo ser hípster en 28 pasos (con fotos).
5. Los juevernes y las fiestas vuelven a tu vida. Esto mola, ¿eh, pilla?
Mola… hasta que descubres que a los “falsos 26” (y dependiendo de tu grado de oxidación) necesitas un pasaje a la UCI para superar el resacón.
6.Y puestos a imaginar, te ligas a un yogurín. Pero no uno cualquiera: el rey de los osos amorosos. El más dulce de los caramelos. Un full equip con seis abdominales, tupé y tattoo… ¡Un señor pivón!
PEEEEERO —porque tenía que haber un pero, porque a los cuarenta somos muy exigentes y no creemos en príncipes azules por muchos polvos que nos echen—, repito: peeeero…
…más simple que el mecanismo de un chupete.
…comparte piso con una piara de cerdos adictos a la Wii.
…y al que tendrás que confesar algún día que: estás casada, arruinada, tienes una hija y cinco años menos que su madre.
Después de hacer este esfuerzo mental e imaginarte en el pellejo de una chica de 26, ahora dime: ¿regresarías a tus veinte?
Mientras meditas sobre ello, yo te espero en aquellos maravillosos años: los cuarenta.
Este artículo lo ha escrito...
Anita C. (Madrid, 1974). Redactora freelance de moda y belleza y madre de un niño y una niña. No le da vergüenza admitir, que no lleva nada bien lo de cumplir años, ni pasar todas sus tardes... Saber más...