The Walking Fail
The Walking Fail
Como hacer una mala serie a partir de una gran novela gráfica
No quiero empezar mintiendo. YO VI LA PRIMERA TEMPORADA Y MEDIA DE ESTA SERIE. Sí, al principio me flipó. No daba crédito a que una cadena americana como AMC tuviera las ganas y el valor de producir esto lanzándose a la piscina. Y digo esto, porque en los 30 tacos que llevo metido en el oscuro pozo del mundo del cómic y la novela gráfica, nunca nadie se empantanó de esta forma para adaptar una saga apocalíptica a la pequeña pantalla.
Sin ninguna referencia externa, me puse a verla. Personajes con carisma desde el minuto cero. Desarrollo ágil y sin miedo a lo inexplicable. Diálogos fáciles con sentido de la argumentación. Pero sobre todo: un respeto por la historia original que rayaba el Sin City de Robert Rodriguez, Quentin Tarantino y Frank Miller. Y así acabé, tragándome toda la primera temporada del tirón, sin respirar. Enamorado de los personajes odiosos y aborreciendo a los héroes de medio pelo. Pasé el verano orgulloso de lo que había visto, respetando a esos guionistas que se habían empollado cada viñeta de la novela gráfica y esperando con ansia la segunda temporada.
Y llegó. Pero algo olía raro... las ventanas estaban tapiadas.. Matrix había cambiado. Aquellos planos calcados de la novela gráfica habían desaparecido. Aquellos personajes con carisma y con vidas efímeras para el desarrollo de la historia ya no estaban. Aquellos giros de guión que te dejaban con el culo torcido se habían convertido en el pestiño más previsible desde la séptima temporada de Dexter (ya hablaré de esto otro día).
¿En qué se había convertido la serie? En un producto, ni más ni menos. El gran público la adoraba, la aplaudía y la seguía. Vendían muñecos, camisetas, videojuegos, ediciones especiales de coleccionista megafriki de los DVD y la máquina de contar billetes de AMC no paraba. Mientras yo, recibía como regalo de navidad y cumpleaños los 20 primeros tomos de la novela gráfica, lo cual me permitió ver en tiempo real, libro en mano, como los guionistas prostituían la serie. La dejé de ver.
Ver en lo que se estaba convirtiendo The Walking Dead era como ver a Pitingo versionar la de… bueno, cantar en general.
Pero lo peor estaba por llegar. Resulta que cuanto peor era la serie, cuanto peor eran los diálogos, cuanto más previsible y aburrida se volvía la trama, más crecía la audiencia. La fórmula de destrozar la historia original funcionaba y la gente seguía viéndola. Bajé al bar a contrastar opiniones con las mentes más privilegiadas de mi barrio y me encontré con que todo el mundo estaba enganchado. No daba crédito.
Hasta que llegó la tercera temporada. Ya desenganchado de la serie, pude ver como poco a poco los seguidores se dividían en dos grupos: los que iban notando el olor a muerto y los que se habían convertido en uno de ellos. Estos últimos seguirían la serie sin más, embobados por ese falso argumento que en algún momento patinaría.
Fan de Walking Dead pidiendo otro capítulo
El resbalón llegó cuando los guionistas, sin más ideas propias, decidieron volver a la trama de la novela gráfica y se dieron cuenta de que a la altura que iban, ya habían muerto el 80% de los personajes que en su serie estaban más vivos que nunca. Así que, cogidos de la mano y cantando el "cumbayá", se quitaron de en medio el exceso de equipaje. Cuando me enteré, sentí paz en mi interior. La novela había sido vengada, nunca volvería como tal a la tele, pero al menos, algo de su espíritu seguiría presente.
El estreno de la cuarta temporada ha batido un récord de audiencia en EEUU con 16 millones de espectadores con el primer capítulo. ¿Será que en esta historia de zombis todos acaban siendo zombis?
Este artículo lo ha escrito...
Javi Del Campo (Madrid, 1983). Criado entre Steven Spielberg y Los Héroes del Silencio, de alguna manera estaba destinado a caminar sobre esa pequeña linea que separa al mitómano del friki. Amante... Saber más...