Aquí mandamos nosotras o la empotradora que hay en ti

Aquí mandamos nosotras o la empotradora que hay en ti
Si tú tampoco sueñas ya con ser una princesa en apuros a la que rescata un príncipe encantado con un beso virginal, o si lo de ser estudiante de literatura que descubre el sexo gracias a un multimillonario te parece una fantasía adorable y nada más, probablemente seas una empotradora como todas nosotras. Un secreto antes de seguir adelante; todas lo somos.
Quizá tú también hayas descubierto últimamente la palabra “empotrador” (la palabra, no su significado) y te lo hayas pasado en grande leyendo los distintos posts que han aparecido en varios blogs y páginas webs sobre el tema. Si no lo has hecho, te recomiendo que te pases por Google y vayas dando a los links que aparecerán en tu pantalla tras teclear la palabra; te reirás con los artículos y babearás con las fotos. Una curiosidad, la primera fotografía que aparece es la del actor Gerald Butler y, aunque ya he superado mi fase Butleriana, no podría estar más de acuerdo.
Por si andas despistada, o por si tu vida es tan caótica como la mía y llevas retraso en estos temas, aquí tienes una definición: el empotrador es ese hombre, es Jacks, es el aquí te pillo aquí te mato, es el tío que te coge en brazos y te sube a la encimera de la cocina y te desnuda allí mismo y el tío que prácticamente te folla con la mirada o te besa contra la pared del ascensor.
Bien, cumplida nuestra misión didáctica, sigamos. Este termino, el de empotrador, es un concepto que ha existido siempre pero cuya popularidad ha aumentado, o resurgido, gracias al gran éxito de la literatura erótica y a los guapazos que aparecen en las series de televisión de todo el mundo. Antes, cuando aparecía un tío de estos, un “empotrador”, tenías que recortar sus fotos de revistas y alquilar películas en el vídeo club, y todo tenía un límite. Yo aún recuerdo que en mi vídeo club me miraban raro después de alquilar Los búfalos de Durham más de diez veces seguidas. Sí, si no habéis visto esa película, corred a buscarla, el señor Kevin Costner tuvo un momento empotrador fulminante. Ahora, es más fácil y menos arriesgado para nuestra reputación, podemos ver a estos señores a todas horas y tantas veces como queramos gracias a san Internet.
Estoy pensando en comerte, pero no sé si me voy a quedar sin postre.
Dado que mi edad no es ningún secreto, creo que ha llegado el momento de hacer una confesión. Lo del empotrador está muy bien, es genial. Tendría que estar loca para decir que no quiero que mi pareja me bese como si no pudiese respirar y que me susurre que me necesita mientras me arranca la ropa en la cocina. Pero vamos, ¿en serio solo se nos ha ocurrido hablar de los empotradores? ¿Y las empotradoras? Por muy sexy que sea un empotrador nada supera el poder que se siente cuando eres tú la empotradora, porque cuando tú estás al mando sabes que de verdad vas a conseguir lo que quieres. En todo, no solo en el sexo.
Un empotrador es para un día, ser una empotradora es para toda la vida. Piénsalo.
Pongamos un ejemplo, estás soltera y sin compromiso y sales a cenar con las amigas y ves a un tipo que te gusta. Él te desnuda con la mirada y todo parece de manual hasta que él te mira indeciso y no sabe cómo acercarse a ti. ¿Vas a dejarle escapar solo porque él al final a él se ha sentido intimidado por una mujer como tú? Ni hablar, vas a por él y le demuestras que si se deja llevar los dos podéis dejar en ridículo cualquier escena de novela que se haya escrito jamás.
Otro ejemplo, estás en casa y llega tu chico y te parece el hombre más sexy del mundo solo porque se ha acordado de comprar la cena. ¿No vas a lanzarte encima de él y a desnudarlo solo porque él sigue contándote cómo le ha ido el trabajo y tú vas en chándal? El chándal se quita rápido y seguro que él no tardará en darse cuenta de que tiene en sus brazos a la mujer más increíble del universo y que además es una diosa en la cama.
Porque eso es lo que somos todas, y no solo Beyoncé.
A Beyonce le pega mucho decir "que le corten la cabeza".
Siempre he creído que a las mujeres se nos seduce por el cerebro (y a casi todos los hombres también) y que nuestro cerebro sabe mejor que nadie qué nos gusta, cuando y como. Si tenemos una fantasía, la que sea, quién mejor que nosotras para llevarla a cabo. ¿Quieres que te aten a la cama? Genial, pero que sea idea tuya. Puedes ir a comprar esposas, látigos, cuerdas, o aprovechar unas corbatas, todo vale si es eso lo que quieres. ¿Quieres atarle a él a la cama o a un mueble de la cocina? Fabuloso, asegúrate de que sabe que está en buenas manos y que te encargarás de haceros a los dos muy felices. Los hombres capaces de pasar de empotrador a empotrados son los que de verdad valen la pena. Eso lo sabemos todas.
Un hombre que sabe lo que quiere es muy atractivo, una mujer que sabe lo que quiere y va tras ello sin complejos, mucho más.
En vez de un empotrador prefiero empotrar yo... o un armario empotrado.
Los juegos de intercambio de poder están muy bien siempre que sean solo eso, un juego de cama. Las mujeres hemos superado muchos tabús sobre el sexo como para ceder un ápice del poder que hemos recuperado. Aquí mandamos nosotras, que no se te olvide.
Este artículo lo ha escrito...
Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.
Estudió Traducción e... Saber más...