'Art Attack' o el timo de la estampita
'Art Attack' o el timo de la estampita
Lleva años martilleando los cerebros de nuestros pobres vástagos. Los padres y los abuelos de estas criaturas saben que conseguir algo remotamente parecido a lo que supuestamente hace su presentador es poco menos que imposible. A no ser que tengas en casa a una cuadrilla de licenciados en Bellas Artes.
Nos pasamos la vida protegiendo a nuestros hijos, sobrinos o nietos de los desastres del mundo. No queremos que vean las noticias para que no sepan que el mundo real causa dolor; les controlamos, a los que son algo mayores, el acceso a Internet para que no puedan visitar contenidos poco recomendables, e incluso les prohibimos o limitamos el visionado de ciertos dibujos animados porque incitan a la violencia, al maltrato a la mujer, a la humillación al compañero…
Sin embargo, queridos amigos, el diablo toma formas insospechadas y no les prohibimos lo que de verdad les está friendo las neuronas.
Su nombre (tiemblo solo de pensarlo): Art Attack.
A quienes tenéis hijos de entre 3 y 18 años, seguramente un escalofrío ha recorrido vuestra médula espinal recordando aquel día en que tu hijo te comentó: "Mami, ¡quiero hacer un robot-hucha como el de Art Attack!" Y quien dice robot-hucha dice sarcófago guardasecretos o pájaro mideestaturas. Porque el primer síntoma de que con Art Attack viajamos hacia el Mal son los objetos tan inservibles como retorcidos de nomenclatura (y de uso también, que manda narices). Para que os hagáis una idea los vírgenes en este formato: una manualidad de Art Attack viene a ser como un juguete del Burger King: inútil a más no poder.
Ahora, viene lo bueno. En primer lugar, un presentador de rostro angelical te cuenta lo que vas a hacer con tu hijo (más tú que tu hijo, ya te voy avisando). ¡No te fíes de esa carita de bueno! Su cerebro rezuma maldad, como podrás comprobar más tarde.
Tal y como te plantean la historia, todo parece cosa de niños. ¡Está chupado! Ay, amigo… Una vez te adentres en los lóbregos pasillos de las manualidades chupichulis, solo saldrás como Rocky en su primer combate: magullado y sintiendo los estertores de la muerte. Para que lo entendáis, voy a explicarlo foto a foto y al final os cuelgo el vídeo entero (por si tenéis el día masoca):
En esta ocasión, vamos a hacer una escayola para tu brazo. Sí, amigos: de ese nivel de insustancialidad. Dime tú a mí para qué quiere tu hijo una escayola de pega, ¡si en cuanto se atice un piñazo en condiciones se la van a poner gratis en el centro de salud del barrio! Pero yo ya os avisé y no me hicisteis caso. He aquí el amigo Jordi (primer presentador de Art Attack) con el invento puesto:
Parece fácil, ¿eh? ¡Oh, Perversidad, cuán bella puede ser tu faz! Porque lo primero que vamos a coger para hacer esta monería es una caja de cereales:
Esto es lo más bonito de todo: reciclar. Y sobre todo, reciclar cosas que no tienen necesidad de ser recicladas (o sea, destrozar). Porque o bien tienes la inmensa fortuna de haberte terminado la caja de Choco Krispies o la bolsa de cagarrutas marrones adoptará forma de ameba y se desplazará amorfa por todos los rincones de tu despensa, sin posibilidad de ser identificada.
Un detalle: observad atentamente, sobre todo en los momentos en los que la manualidad se pone chunga, que las manos del presentador NO SON las de la persona que hace realmente las manualidades. No es el caso, pero ahí dejo el tema, por si alguien lo quiere investigar. ¡Que les hagan la misma manicura al menos, por favor!
Ahora, y tras haber puesto más metros de celo en esa cartulina que si fueras a envolver una bicicleta, toca forrar el asunto con papel de periódico.
Maldición, ¡en casa no tenemos periódico, que lo leemos todo por Internet! Pues te has caído con todo el equipo. Porque tu retoño sollozará, así que te quedan dos opciones: o bajar cual cohete al kiosco más cercano (algo cada vez más difícil, tal y como está el patio) o sortear al pito, pito, gorgorito el libro que ha de morir para que tu hijito tenga al fin su escayola de coña, esa que, de triunfar, criará polvo en una estantería. Te recomiendo, para estos casos de urgencia, que de cuando en cuando, para estos fines, te compres cosas como las memorias de Belén Esteban.
Una vez tengas el periódico, toca envolver la pobre caja de cereales convertida en cilindro con él. "A lo mejor te cuesta un poco", te comenta inocentemente el demoniaco presentador. ¡Alerta! Eso quiere decir que se va a liar parda. Paciencia: si tu hijo aún sigue alrededor y no se ha cansado, vais a tener la primera minicrisis. ¿O vais ya por la tercera? Es normal también… Por cierto: más celo. ¡Esto es la guerra!
Tras más periódicos y más celos, hay que forrar la cosa (a saber a qué se parece la tuya a estas alturas) con vendas (aprovecha la carrera al kiosco para pasar por la farmacia) y cola blanca mezclada con agua, también llamado para nosotros, los expertos, mejunje Art Attack. Eso que parece tan fácil es La Esencia del Mal. El mejunje Art Attack, no conseguir la textura adecuada, no lograr que pegue como debería… Ese mejunje, amigos, será el dueño de vuestros desvelos, la causa de vuestros desvaríos, el atenuante que os aplicarán cuando vayáis a juicio por haber destrozado a patadas la farola de tu barrio. Hay (esto es absolutamente cierto) foros y más foros en los que padres que yo imagino vagando como zombies por su casa, ojerosos y desesperados, preguntan cómo se hace. Y a esa llamada de socorro le contestan otros tantos padres desconsolados: "yo le pongo más cola que agua"; "ponle mejor pegamento que cola"; "he oído que un amigo de un amigo de mi vecino le echa una pizca de sal, para que espese, y antes de dorarlo en el horno lo sazona con orégano…". Reíd, reíd, pero el mejunje Art Attack debería ir inmediatamente detrás de la bomba atómica en nivel de malignidad. Helo aquí, inocente, en su bol:
Ahora toca pegar la gasa con la mezcla de cola y agua en el papel. Parece fácil, ¿eh?
Pues os voy a contar un secreto: la cola blanca sobre los diez mil metros cuadrados de celo que hay… ¡se mueve! ¡No pega! ¡Oh, Ignorancia! ¡Cuánto Dolor me tenías reservado! A estas alturas, tu hijo chillará porque lleváis con la tontería la mañana entera mientras que Jordi se lo curra en unos cinco minutos… ¡Sus progenitores son unos inútiles, maldita sea!
Así es como queda una vez seco todo el pegote (versión programa):
¡Ja, ja. ja, ja! ¿A que el tuyo se parece como un huevo a una castaña? ¡Te lo advertí! Voy a tomarme un ansiolítico antes de seguir, porque estoy al borde del colapso.
Bien. Una vez pintada con pintura acrílica (de esa que todos tenemos en casa, JUA JUA JUA), toca decorarla con chispeantes mensajes escayolísticos, de esos que te ponen los colegas a modo de firma. Atención, porque los de esta son de lo más inquietantes:
¿Caña de España? ¿Aquí estuvo Marta? ¿Pero para quién han hecho esto, para uno de los Hombres G?
Si a pesar de todas mis advertencias te atreviste a intentarlo, la comparación entre el programa y lo tuyo puede ser bastante similar a esto:
En fin, amigos, os dejo el enlace del programa completo (así que puedes incluso animarte a hacer otra de sus perversio… manualidades), no sin antes daros otro consejo: no permitáis que vuestros hijos vean lo que hace El Manitas si no queréis ver vuestra ropa interior en el suelo de la terraza describiendo formas alienígenas.
Este artículo lo ha escrito...
Puri Ruiz (Madrid, 1968). Periodista nacida en la capital pero arrastrada hasta el sur gracias a una ola molona que me dejó una pareja alucinante y una hija maravillosa. Fuera de ellos, que son mi... Saber más...