Baby led weaning y comidas de tarro

Baby led weaning y comidas de tarro

Baby led weaning y comidas de tarro

El Baby Led Weaning, también conocido como alimentación autoregulada, es la manera que muchos padres tienen de introducir a su bebé los alimentos, de una forma natural y sin presiones. Lo malo son las presiones que reciben los padres que han decidido poner en práctica esta técnica.

Cuando nace tu bebé, es un cachorrito que ocupa justo los centímetros de tu codo a tu muñeca. Y puede que tu percepción del tiempo que va a medir eso sea ligeramente equivocada. Por eso se te quedan tantos peleles de la talla 0-1 por estrenar. Por eso te compras una mini-mini cuna, un moisés. Por eso te parece razonable gastarte lo que cuesta un crucero en temporada baja en un maxicosi-isofix, es una inversión a largo plazo. Larguísimo.

Y cuando  te regalan una vajilla de plástico, te da la risa. “¿Esto es para mi niño? Pero si en ese cuenco de conejitos lo puedo duchar sentado!” Y guardas la vajilla en un altillo del armario, hasta que llegue el momento (lejano como el advenimiento de la era de acuario) de poder usarla.

Y es verdad que los primeros meses son duros y se hacen largos, sin embargo acaban pasando, y antes de que te des cuenta el niño se aguanta sentado y le asoma un diente, y tú empiezas a familiarizarte con el concepto “introducir alimentos”. La segunda vez que se lo oyes al pediatra ya te resulta obvio que se refiere a en la boca. Así que ya puedes estrenar la vajilla.

Como los bebés suelen andar escasos de dientes, es un hecho comúnmente aceptado que dichos alimentos deben triturarse. Pero si te has incorporado recientemente al mundo de la maternidad, puede que hayas oído hablar del “baby led weaning” (alimentación auto regulada por el bebé): básicamente, consiste en darle al bebé trocitos de fruta sin triturar, y otros alimentos cocinados pero sin triturar, y ya va él decidiendo qué se lleva a la boca y a qué ritmo.

Aquí no vamos a considerar las ventajas nutricionales y psicopedagógicas de cada método, sólo otras características que algunas madres  egocéntricas consideramos de vital importancia: el tiempo que ocupan (tú también tienes que comer), los desperfectos higiénicos que ocasionan (tú los vas a limpiar), y las reacciones que provocan en familiares y amigos (tú las vas a sufrir).

Mi mamá quería un Kandinsky en el salón, pero como no tenía presupuesto la estoy ayudando con esta pieza de arte que estoy creando. 

Con la papilla sueles ir más rápido, porque las cucharadas las das tú (nada de led para el baby). Sin embargo, con el blw, en teoría podéis comer todos al mismo tiempo. Tú estás ahí tan ricamente con tu pechuga de pollo y tu ensalada de aguacate, y el bebé con sus cubiertos de plástico duro, aporreando la mesa. Aplastando guisantes. Lanzando garbanzos. Metiéndose trocitos de pescado en el pañal. Poniendo perdida la trona. Oh, la trona! Una de las estrellas de la lista de nacimiento en la tienda. Acolchada, reclinable, bandeja extraíble, múltiples piezas y recovecos. Exacto, muy difícil de limpiar. Cada vez que la desmontes para llegar a todos los pegotes, llorarás por no haber comprado la del ikea (simple, rígida, desliza la comida).

En realidad, te dan ganas de meter al bebé desnudo en la bañera, e ir lanzándole trozos de brócoli hervido a través de una ranura de la mampara. Así, cuando termine de comer, le das al agua y lavas al mismo tiempo bebé y vajilla. Eso sí, con un lavavajillas de esos de nuk. Nada de fairy normal, por dios, no estamos locos.

Está claro que en términos de tiempo e higiene, la comida triturada es bastante más práctica.

Por otra parte, no podemos desdeñar una de las grandes ventajas del baby led weaning frente al método papilla. Y no me estoy refiriendo a la oportunidad que brinda a tu hijo de experimentar con texturas y sabores reales, no. Me refiero a su indudable potencia como elemento subversivo. Imagina una paella familiar:

-¿El niño qué come? ¿Le has traído papilla?

-No, le doy un poco de carne de pollo y verdura.

Estupor. Silencio. Desaprobación.

-Pero con eso no come. Tiene que comer una papilla comodiosmanda. ¿Ni siquiera le has traído un potito? (léase: ya que no le guisas, por lo menos cómprale un tarro de comida prefabricada).

Nadie va a comer tranquilo hasta que des tu brazo a torcer y permitas que tu bebé ingiera algo triturado. Porque vale, te dirán, está muy bien que el bebé toque y “juegue” con la comida (como concesión a los delirios hippies de la madre vamos a dejar que haga malabares con una uva y dos aceitunas), pero aparte tiene que comer. Comer de verdad. Así que permites que su abuela le prepare una papilla comodiosmanda, de carne y pescado y patata y puchero, y alguno de esos ingredientes ochenteros como sémola de arroz. Es cosa digna de admirar la satisfacción con que se la da. Como diciendo, esto es lo único de provecho que el niño va a comer en semana y media. No importa que el bebé se resista.

Comité de abuelas boicoteando este artículo sobre Baby Led Weaning y cosas que no son las de siempre que hemos publicado hoy en Glup Glup. 

Madre mía, ¡pero si sólo con el esfuerzo que está haciendo en apartar la cara e intentar huir ya está quemando más calorías de las que hay en el plato!

-Eso es porque le has dado de mamar antes. Le das de mamar y luego no come.

(Porque todos sabemos que tu leche NO es comida, sino puro suero de indisciplina e insumisión)

-Pero si mama, está comiendo

-No, porque tu leche ya no alimenta.

Eso es algo que nos han dicho a todas. Yo me he buscado por todas partes algún estigma en el cuerpo que diga “semidesnatada”, pero no me lo encuentro.

En fin, como ha mamado antes, ahora el  niño cierra la boca a presión. Pero no importa, porque alguno de tus familiares se levanta con estrépito dispuesto a inmolar su dignidad “distrayéndolo” para que coma. La performance consiste en bailar un poco, levantar  los brazos y decir “¡¡mira, mira mira!! Que viene que viene que viene!!” muy rápido y con voz muy aguda. También sirve coger diversos objetos y ponérselos encima de la cabeza. Entonces al niño se le desencaja la mandíbula de la impresión, y ya se le pueden ir echando cucharadas. Hasta que haya ingerido un 70% de la papilla, y entonces se lleva a cabo la farsa de “venga, la última”. Con qué desfachatez se les miente a los críos: si “la última” cuela, está clarísimo que hay que a intentar una más.

Todos sabemos que la verdaderamente última cucharada es la de la arcada.

Hay abuelas que tienen la teoría de que la última es la que alimenta, las anteriores son puro trámite. Y si alguna vez el plato queda vacío sin incidentes de resistencia por parte del niño, sacan la espátula de limpiar el horno para rascar una post-última cucharada y dársela. Lo cual nos hace sospechar que lo que realmente pretenden alimentar es la tolerancia del crío a las imposiciones de la autoridad. No nos vaya a salir como su madre y nos venga con historias de auto-regulación y pretenda que la gente se alimenten a su ritmo con trocitos de comida sólida.

Pero espera, porque sí hay cierta comida sólida que todos tus allegados van a querer que el bebé pruebe: el limón de la paella.

Siempre, siempre va a haber alguien que querrá que tu hijo chupe un limón. “dale, dale a ver qué cara pone”. Desde hace un tiempo, cuando sale el tema cojo el limón y lo chupo yo. No les hace tanta gracia, pero es que si les diera el gusto cada vez, a mi niña se le habría desequilibrado el ph.

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Este artículo lo ha escrito...

María Tarrazona

María Tarrazona (Gandia, 1986) es licenciada en filología inglesa por la Universidad de Valencia. Recientemente se trasladó con su marido a Benicarló, donde cuida y disfruta de su hija a tiempo... Saber más...