DIY, la manzana envenenada

DIY, la manzana envenenada

DIY significa de verdad: Dolor, Ira y Yodo (que es lo que necesitarás a cascoporro para curarte las heridas). No caigáis en la tentación de hacer las cosas por vosotros mismos: ¡es una trampa, una manzana envenenada que te promete cosas estupendísimas y que te provocará desastres comparables a los de un tifón!

No hay nada como disponer de algo de tiempo libre y ver alguna web de DIY para adentrarte en un universo que puede acabar con tu autoestima, tu dignidad y hasta tu salud.

Los que no sepáis que narices es eso del DIY estáis a salvo, podréis gozar de una existencia placentera y feliz y lo que es más importante con todos los miembros de vuestro cuerpo intactos. Os explico de que va este invento terrorífico, DIY equivale a do it yourself , o sea, es algo así como hazlo tu mismo o, para entendernos, es como el antiguo bricolaje pero llevado a todos los ámbitos y con un toque moderno de la leche.

El DIY más fácil del mundo: no barras debajo de la cama en seis meses y te habrás fabricado tu propio mantillo para las plantas del jardín.

Navegando por la red vi un montón de páginas que proclamaban todas las cosas que podía hacer yo sola con unos resultados más que geniales; desde una estantería hasta crear tu propia ropa, yo que ando más bien escasa de cash (es una manera guay de decir que mi cuenta produce el mismo efecto que mi pelo: pena) me lancé a intentar producir y/o arreglar todo tipo de cosas.

Primero empecé con el tuneo de muebles, con un rollo de papel adhesivo intenté forrar una mesita de noche, os ahorro los detalles más tristes, solo diré que a la hora y media de empezar había más papel adhesivo en mi flequillo que en la mesita, aún hoy no soy capaz de explicarme cómo pasó.

Lo malo del DIY es que a veces pierdes la paciencia y optas por la solución fácil. Y horrible, claro.

El incidente, por llamarlo de algún modo, con el papel adhesivo me llevó irremediablemente a intentar otro DIY y este si era peligroso de verdad: cortarme yo misma el flequillo, se me humedecen los ojos al recordar el resultado, ¿recordáis el flequillo de Zooey Deschanel? Pues el mío era lo contrario, como una escobilla giratoria de un lavacoches. Podría ser la amiga de la niña de la curva, ya sabeis de la que habla Ana C.: en “moda retro todo un reto”.

Mi flequillo después de mi automutilación.

Decidida a conseguir algún resultado positivo intenté ahorrar un poco en cosmética y hacer mi propia mascarilla facial. Entre los ingredientes del potingue estaba la gelatina y aquí es cuando la cosa se complicó de verdad, el tutorial prometía una piel suave y libre de imperfecciones, cuando se me quiten las costras de la cara ya os diré si es verdad. Aquel experimento se incrustó en mis poros y no había manera de que se fuera, os juro por mi neceser (objeto que valoro por encima de todas las cosas) que me pasé una hora gritando interjecciones de dolor y otras expresiones que no transcribo porque sé que sois almas sensibles.

Prefiero hacerme un DIY cocinando los caracoles en salsa que poniéndomelos por la cara.

Y es que la culpa de todo no la tiene Yoko Ono si no los malditos tutoriales, todo parece muy fácil cuando los ves pero no os dejéis engañar, una vez que te pones manos a la obra para hacer lo que narices quieras hacer (desde una casita para pájaros, un robot que te masajee los pies o tu propio reactor nuclear) con el entusiasmo y las ganas de una adolescente en un concierto de Aurin, las herramientas se vuelven tus enemigas y estoy segurísima que por la noche se descojonan de mí en su caja.

 

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Este artículo lo ha escrito...

Gema Silveira

Gema Silveira (Cáceres, 1978). Educadora social vocacional aunque ahora está en ese limbo llamado desempleo. Adicta a los libros y a los regalices rojos. Sueña con convertirse en PPC ( probadora... Saber más...