I need your sex, baby
I need your sex, baby
El deseo es hipnótico, la pasión consigue cegarnos, la atracción sexual engancha… pero si a cualquiera de ellos, o a todos juntos, les sumas el amor tienes un arma infalible. ¿Un arma para derrotar el mal y ser feliz? Tal vez, pero yo me refería a un arma para vender lo que quieras a quien quieras, en realidad, si consigues esa combinación podrás vender lo invendible al mundo mundial. Porque ¿quién no quiere que le seduzcan y le enamoren al mismo tiempo?
Seguro que has oído cientos de veces eso de que el sexo vende. Pues bien, aunque supongo que es más o menos cierto, yo no estoy de acuerdo. No es el sexo lo que vende: es el amor. Pero no el amor “noño” y pegajoso de las antiguas películas de la Disney o de los viejos culebrones. Ni siquiera el amor imposible. No, lo que es capaz de convertirnos a todos en fieles seguidores de una serie de televisión, en defensores a ultranza de una novela, a llevarnos al cine, o incluso a comprarnos una colonia o un coche, es la promesa de un amor sensual, ardiente y completamente irreal. Vamos, sigue leyendo y deja que te ponga unos cuantos ejemplos.
*El caso de Drácula contra el Hombre Lobo: Es innegable que hasta la aparición de Alcide en True Blood el hombre lobo no eran para nada sexy ni atractivo pero a pesar de los interminables abdominales, al licántropo sigue faltándole algo para hacerle sombra a los vampiros. ¿Sabes qué es? Misterio, sensualidad, la promesa de poder convertirte en una criatura eterna a la que podrá amar toda la vida. Seamos sinceros: ¿qué prefieres? ¿Un polvo espectacular de un hombre lobo o pasarte la eternidad sintiendo encima de ti la mirada penetrante del vampiro? El vampiro, si se enamora de ti, será para siempre. Y el licántropo puede cambiar de pareja sin problema. Y por ese mismo motivo Drácula es, y siempre será, mucho más famoso que el Hombre Lobo porque no solo queremos acostarnos con él sino que también queremos amarlo y que nos ame.
*El caso de Luz de Luna o de las series de parejas de detectives: no recuerdo cuántos domingos me pasé pegada al televisor a la espera de que Bruce Willis y Cybil Shepperd se diesen un beso y se confesasen, por fin, que no podían dejar de discutir el uno con el otro porque se deseaban y se querían. Y lo mismo me sucedió con Remington Steele, y es la base de muchas series actuales, empezando por Bones y terminando por… cualquier serie en realidad. Nos enganchan porque vemos que sus protagonistas se desean y porque estamos convencidos de que bajo esas capas de atracción física se esconden sentimientos más profundos y sin duda románticos. Si solo fuera sexo, no conseguirían mantenernos en vela semana tras semana porque una escena de cama es olvidable, un beso bien dado, no.
*El caso de David Gandy: en todos los anuncios protagonizados por el impresionante señor Gandy no solo aparece él medio desnudo o con la piel mojada... No, qué va. Lo que hace que a todos nos fallen las neuronas cuando él entra en escena es su mirada y la sensación de que nos está esperando. Gandy, y los directores que le filman y le fotografían, saben que no pueden vender solo un cuerpo bonito. De esos hay a montones. No, ellos tienen que vender el amor y la pasión que sentiríamos si nos lanzásemos al mar Mediterráneo con ellos, Gandy y Dolce&Gabbana, o si vaciásemos las estanterías de Marks&Spencer y tomásemos el té con David. No sería sexo, el sexo es sustituible, sería pasión, sería amor, sería eterno.
*El caso de los verbos físicos contra los verbos personales: vale, lo reconozco, esta es una obsesión mía muy particular aunque creo que si consigo explicártela pensarás igual que yo. El verbo follar es solo físico, no implica nada más, no tiene ninguna connotación oculta ni se presenta a interpretaciones. Si leemos o escuchamos la frase con ese verbo puede causarnos cierto efecto, sin duda, pero no será nada demasiado profundo ni complicado. Será solo físico. Sin embargo, si ese misma frase lleva un verbo que implique algo más como por ejemplo “necesitar” o “pertenecer” el efecto es mucho más largo, duradero y, por tanto, eficaz. No es lo mismo que te digan: “Te quiero follar” que “Quiero pertenecerte” o “Necesito estar dentro de ti”. Y el nudo que acabas de sentir en el estómago, mi querido lector, es la gran diferencia. El artículo se titula adrede I need your sex, baby y no I want your sex, baby… porque la primera frase implica que lo que quiero de verdad es tu corazón, y la segunda, no.
Este artículo lo ha escrito...
Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.
Estudió Traducción e... Saber más...