Los grupos de madres del WhatsApp
Los grupos de madres del WhatsApp
Hay un castigo bíblico con el que hemos sido bendecidas las madres. Un castigo mayor que el de sufrir la regla todos los meses (que, por mucho que las de los anuncios de compresa troten por los prados, es un dolor) o de parir (que es un dolor aun mayor). Nos ha caído encima el formar parte del grupo de Whatsapp de las madres del cole.
Nos ha caído encima el grupo de las madres. Sí, sí, de las madres. Porque nada más formarse, los padres huyen cual ratas del barco.
–Fulanito, Menganito y Zutanito han dejado el grupo.
Y tú miras la pantalla con odio y piensas: “Qué cabrones. Se han librado”, pero tú, a pesar de la envidia que te corroe, no te vas porque entonces no vas a enterarte de cuándo tienen que llevar camiseta blanca para el festival del cole o que hay un examen de Matemáticas el siguiente lunes. Bueno, no, no nos engañemos, no te vas porque entonces eres la borde esa y tu hijo va a tener que cargar con el estigma de ser el hijo de la borde que se va de los grupos de Whatsapp.
¿Si te sales del grupo de madres de "guassap" tu hijo estará condenado al ostracismo social?
Así que haces de tripas corazón y sigues dentro. El primer día enciendes el móvil por la mañana y tienes 126 mensajes. De ellos, uno es de tu madre diciéndote que no te olvides de darle “Me gusta” a algo que colgó en Facebook y 125 son del grupo de Whatsapp de las madres.
Espera, espera que os lo cuento por el "guassap".
– Valeria no va a ir hoy a clase porque tiene moquitos –dice una. Tú no tienes ni idea de quién es Valeria ni tampoco de quién es la madre que la parió. Pero las demás se solidarizan y a ese le siguen veinte mensajes detrás de caritas con diferentes grados de angustia.
– Miguelito está con fiebre, así que tampoco va a ir. Pero mirad qué guapito estaba ayer estrenando pantaloncito.
Que lo diga todo en “ito” te está empezando a tocar los cojoncitos. Pero parece que a las demás, no, porque hay veinte mensajes detrás con caritas con diferentes grados de embeleso. Hasta que una dice:
– ¡Qué guapo! Lo quiero como yerno.
Le siguen veinte mensajes de caritas riéndose. Mientras que a ti se te ha quedado la sonrisa congelada.
Pero no creáis que la cosa acaba ahí. No. Esto es como meterse en una espiral de locura. Porque primero van los emoticonos, pero cuando las madres empiezan a tomar confianza son como fieras desatadas y te van a petar el móvil de memes de Julio Iglesias y de macizorros con tableta de chocolate.
¡650 mensajes del grupo de madres!¡Cielos, Leoncio!
– Pero oye –dice tu santo, cuando le enseñas una foto del trabajo que estás haciendo y pasa a la siguiente (macizorro en porreta picada enviado al chat por la madre de Jaimito)– ¿qué es esto?
– “Esto” son las del chat de las madres. Pero vamos, que puedo salirme y te metes tú en mi lugar.
– No, no, no –dice él, huyendo tan rápido que casi puedes oír el eco.
Como tengo dos hijos, pues tengo dos grupos de whattsapp de madres. Y uno por cada actividad extraescolar. En resumen, que creo que puedo hablar como una experta en el tema. En todos los grupos de whattsapp de madres, hay una serie de individuas comunes.
– La madre perfecta: esa que siempre sabe cuál es la tarea del día, a qué hora toca llevar a los niños para el festival de fin de curso y dónde comprar la pajarita que tienen que llevar. Es la típica que pone frases inspiradoras en su perfil, en plan: ”El día empieza con una sonrisa”.
– La madre tecnopléjica: que no se entera con el whattsapp, pregunta qué significa XD y cosas que se han explicado cincuenta mensajes antes porque no sabe cómo volver para atrás.
– La madre coñazo: cuelga todas, absolutamente todas, las fotos que le saca a su retoño –como si a alguna le interesaran– y en el verano peta el chat de fotos de pies, de gatitos y de comida.
– La madre fantasma: Soy yo. Estoy en el grupo, pero ni se me ve ni se me oye. Y lo tengo silenciado.
¿Sabéis qué?
"Ana González Duque ha dejado el grupo".
Este artículo lo ha escrito...
Ana González Duque (Santa Cruz de Tenerife, 1972). Médico anestesista. Bloguera. Friki declarada. Sobrevive a un marido traumatólogo, dos niños y un gato negro. Autora de "El blog de la Doctora... Saber más...