Mi abuelo olía a Floid y yo a Chispas

Mi abuelo olía a Floid y yo a Chispas
No sé si es la vuelta al cole o si es porque septiembre se parece cada vez más a fin de año con los anuncios de coleccionables y las listas de nuevos propósitos, pero estoy nostálgica y dado que M está harto de aguantar mis rollos voy a compartirlos contigo. Lo siento.
Hemos sobrevivido al verano (¡yupi!). Lo digo por llamarlo de alguna manera porque al menos en mi zona (un pueblito bueno frente al mar Mediterráneo) ha llovido casi todo el agosto y ahora tenemos un calor de mil demonios acompañado de tormentas tropicales. Mi padre dice que nos estamos convirtiendo en el Caribe, pero yo no lo veo tan claro. Volvamos al tema: hemos sobrevivido al verano, una autónoma como yo ha aprovechado cualquier pequeña o gran excusa para ser feliz, como por ejemplo la visita de Rebeca Rus, una chica muy maja, y las noches que M y yo conseguíamos beber algo sentados en la terraza cuando A y O se quedaban dormidas en el sofá. La cuestión es que las vacaciones ya han terminado y que nuestra vida vuelve a la normalidad y en la tele y en las revistas no dejan de recordárnoslo, desde cremas y champús para hacer renacer nuestra piel y nuestro pelo, hasta el regreso de Gran Hermano número mil. Lo dicho, volvemos a la normalidad.
La cuestión es que llevo días pensando que el tiempo pasa demasiado deprisa, las niñas crecen demasiado rápido, a mí me salen demasiadas arrugas y, básicamente, no doy abasto. No consigo llegar a ningún lado a tiempo y me siento como una idiota, así que ayer cuando salí de una reunión muy interesante (ya te contaré) entré en el Zara a pasear. No iba a comprarme nada, y puedo decir que salí sin hacerlo. Como puedes comprobar no estoy lo bastante centrada como para pelearme con las tallas ni las dependientas de ninguna tienda. Estaba descolgando una camisa de un perchero cuando pasó junto a mí un señor que olía a Floid y…
Mi abuelo olía a Floid y siempre hacía listas en pequeñas libretas que llevaba en el bolsillo.
Mi abuelo olía a Floid.
¿Te ha pasado alguna vez que un olor te hace retroceder en el tiempo o que te hace recuperar lo que sentías un día concreto con una persona en concreto? A mí sí, obviamente, y me gusta creer que a ti también. Volvamos al Zara, seguro que el pobre hombre cree que una loca lo persiguió ayer por la tienda mientras él y su señora buscaban un regalo para su nieta. Iba a aconsejarles, pero me contuve, te lo prometo. Perseguí al señor Floid, vamos a llamarlo así, y mi adolescencia volvió a mí entre esas perchas llenas de camisas demasiado transparentes y camisetas llenas de frases en inglés.
La nostalgia me ha llevado a perseguir a señores perfumados con Floyd por los centros comerciales. Podría ser peor: podría haberme puesto gorrina a comer chuches.
Mientras paseaba recordé los veranos de cuando era pequeña, las tardes que me pasaba en la playa y las heridas que me hice al aprender a montar en bicicleta. Recordé lo feliz que era haciendo castillos en la arena, mi adicción (no superada) al batido de fresa de La Jijonenca, las carreras con mis primos y que cuando veía a una chica con la edad que tengo yo ahora con una niña de la mano la llamaba “señora” (mal, Anna, muy mal). Recordé esa época en la que yo olía a Chispas.
“Tu primer viaje, tus primeros aplausos, tu primer trabajo, qué duro es. Tu primera amiga, tu primera canción. Tu primera colonia Chispas.
Voy a dejar de lado la mítica letra de la canción del anuncio, aunque sin duda es un clásico, pero no la tranquilidad y la felicidad de esa época. Ves cómo estoy nostálgica. El señor Floid se fue y yo dejé la camisa encima de una mesa y salí de la tienda. Pensé que para recuperar esa sensación de felicidad que te decía antes tendría que salir corriendo tras ese pobre hombre o entrar en una perfumería y esnifar un bote de Floid o de Chispas (sí, siguen fabricándola) pero no hice ni una cosa ni otra. ¿Sabes que hice? Caminé hasta la cafetería más cercana, me pedí un té y saqué mi libreta y escribí y dibujé un poco. Nada de móviles ni de llamadas, nada de repasar la lista de cosas pendientes que tengo por hacer y que no conseguiré acabar nunca. El tiempo pasa demasiado deprisa, lo sé, pero tal vez si todos aminoramos un poco conseguiremos hacer que vaya más despacio, ¿no te parece?
Hoy es viernes, sal del trabajo puntual y lleva a tu pareja, a tus hijos, a ti misma a hacer algo bonito. Lee un buen libro, alquila una peli divertida, bésate bajo la lluvia o pide un helado bajo el sol. Yo pienso hacerlo, el trabajo y los problemas no se irán a ninguna parte y momentos como estos son los que un día recordarás en medio del Zara cuando pase junto a ti alguien oliendo a felicidad.
Ahora no es M el único que aguanta mis rollos. Gracias.
Este artículo lo ha escrito...
Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.
Estudió Traducción e... Saber más...