¡Por la gloria de mi madre! Mañana voy al gym

Por Anita C.

¡Por la gloria de mi madre! Mañana voy al gym

Desde que volviste de vacaciones llevas prometiéndote que te vas a ‘apuntar’ al gimnasio. Te dices a ti misma que de este mes no pasa: que tienes que quitarte los kilitos de más del verano, que este curso vas a ser aplicada y vas a hacer ejercicio todas las semanas pero... todavía no has dado ese gran paso. Si realmente estás decidida, aquí en Glup Glup te damos ese empujoncito que necesitas.

Propósitos septiembre 2014:

1º.– dejar las tapas y cañas;

2º.– pensar todo el rato en verde ( lechuga, judías, acelgas…) y…

3º.– apuntarme de una vez por todas al gym…

Si alguno de estos objetivos está en tu lista mental del otoño, ¡bienvenido al club de los ABL (amantes del buffet libre)! Probablemente has sucumbido a las tentaciones de ese maravilloso hotel en el que te alojaste, donde hacían los huevos fritos con beicon, salchichas y baked beans más ricos de todo Londres… aunque estuvieras veraneando en Benidorm. (¿Por qué crees que van allí tantos ingleses?). Pero pensándolo mejor, el desayuno es la comida más importante del día y el cuerpo necesita cargarse de energía, especialmente si después vas a tener pelearte en la playa por pillar una tumbona…

Así que, probablemente fueron las dichosas cañitas y el aperitivo los responsables del michelín post-vacacional; o el cocinero del hotel, que reutilizaba el aceite o ¡las dichosas tartas! Menudo despliegue de tartas en las comidas y en la cena. ¡Qué exageración, por dios! Era complicadísimo elegir, así que lo mejor era probar un trocito de todas. Además, los restos y sobras irían a la basura y con todo esos niños que pasan hambre en el mundo, hubiera sido un delito no comer un pedazo de cada una. En fin… 

Como decimos en Glup Glup, ¡date un respiro! Ya no sirve de nada torturarte ni flagelarse una misma. Además ‘que te quiten lo bailao’. De hecho, ese par de kilos que se cogen en las vacaciones se suelen perder cuando uno vuelve a su rutina. O al menos era así cuando tenías veintitantos.

   La realidad es que a medida que nos hacemos adultos, nuestro cuerpo se vuelve egoísta y no quiere desprenderse de ellos. Miras la báscula cada mañana, comprobando que la aguja no baja ni un mísero gramo y te auto-convences que después de trabajar te pasarás al gym a pagar la matrícula. Y como cada tarde, llegas a casa agotada y te vuelves a engañar diciéndote que sí o sí, al día siguiente te vas a apuntar. Así… hasta que pasan semanas, meses, las navidades y la aguja de la báscula se vuelve a disparar.

 Yo a mi báscula la llamo Satanás. A la tuya la puedes poner el nombre de tu jefa, de tu suegra, de tu ex...  

   Por eso, te estás diciendo a ti misma que este otoño será diferente, que te apuntarás al  gimnasio de verdad de la buena y con ‘verdad de la buena’ te refieres a pagar e ir a clase y no a lucir el carné de socio cada vez que abres la cartera. Por eso estás aquí perdiendo el tiempo y leyendo este artículo, en lugar de dar tus datos bancarios en el Holiday Gym (por cierto, ¡qué listo fue el que bautizó con ese nombre a dichos centros deportivos!).

 

Reestructuración cognitiva-deportiva para que te apuntes (de una maldita vez) al gimnasio:

– Aunque la razón para que hagas ejercicio sea perder kilos a mansalva y quedarte como una sílfide, busca objetivos reales. Ten en cuenta que con el deporte los cambios son lentos y progresivos. Cuando pasen dos semanas y te des cuenta que sólo has perdido unos gramitos de nada y que tienes el cuerpo hecho papilla, es probable que abandones. Así que busca otros motivos: por ejemplo, que vas a dormir mejor, harás amiguitos/as, que cuando se rompa el ascensor de tu bloque no vas a llorar como un bebé ni pedir a tu vecino que te lleve en brazos o simplemente, que mientras estás en el gimnasio no estás preparando baños ni haciendo la cena a tus hijos (acertaste: este último es mi pretexto).

Si eres perezosa, elige un gimnasio en tu barrio.

Si dependes de autobuses, metro o del coche para ir al gym, siempre encontrarás la excusa perfecta para no ir (“Ufff… me he quedado sin gasolina en el coche”, “vaya, he perdido el autobús y ya no llego a la clase de zumba”). Sólo es recomendable ir a un centro deportivo a más de una hora de tu casa, si te aterroriza encontrarte con un vecino y que te vea encharcada en sudor, con los ojos desorbitados, la cara congestionada y una cinta en la frente poco favorecedora.

– ¿Hacer deporte te parece aburrido? Combínalo con otro tipo de hobby que te guste. Por ejemplo, puedes ligotear, aprovechar para leer mientras pedaleas en la bici, escuchar música, incluso ver el programa de Ana Rosa en la tele de la sala de pesas (si no se te corta la digestión, claro está).

Para ser socia de un gimnasio no necesitas dotes interpretativas. Prueba de ello las chicas de la foto de arriba.

Consigue rehenes para que te acompañen en tu nueva aventura.

Es mucho más llevadero el dolor y el sufrimiento cuando lo compartes con una amiga y acudirás con relativa frecuencia porque te va a dar vergüenza hacer pellas descaradamente y darlas plantón. Así que, utiliza tu poder de persuasión para que se unan a tus filas o miente con disimulo ( “hay un monitor que se parece a ese cantante con tatuajes… ¿ya sabes? Ese que tiene un grupo que se llama algo así como marrón cinco o siete”).

Cómprate un modelito de mallas y top molón, de esos coloridos que tienen mogollón de efectos: transpirante, push-up, programa de secado rápido del sudor, compresor de carnes…  Pero que conste que te lo recomiendo, no porque te vayas a sentir más cañón, ¡qué va! simplemente porque son tan sumamente caros que vas a tener que ir al gimnasio (sí o sí) para rentabilizarlo.

– Y si todavía no estás totalmente convencida para plantarte ahora mismo en la puerta del centro deportivo a pagar la dichosa matrícula, pues te digo lo mismo que Allen Carr en su libro ‘Es fácil dejar de fumar si sabes cómo’: vuelve a leerte cada uno de estos puntos porque probablemente no has comprendido muy bien alguno de ellos (¡qué listo el señor Carr! Podría ser hermano del que bautizó a los centros Holiday Gym…).

Pero sobre todo: no te agobies. Piensa que siempre puedes posponer el ejercicio físico a tu lista de propósitos del mes de enero. Así que te quedan cuatro meses. Mientras tanto ¡date un respiro! 

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Este artículo lo ha escrito...

Anita C.

Anita C. (Madrid, 1974). Redactora freelance de moda y belleza y madre de un niño y una niña. No le da vergüenza admitir, que no lleva nada bien lo de cumplir años, ni pasar todas sus tardes... Saber más...