Toda buena acción merece una recompensa

Toda buena acción merece una recompensa

Si eres como nosotros, es decir, personas a las que les faltan horas y les sobran dolores de cabeza, seguro que te pasas el día –y parte de la noche- negociando. Todo en tu vida es complicado y conseguir unos minutos para ti se ha convertido en una odisea. Creemos haber encontrado la solución y si no, al menos te la contamos y sonreímos un rato.

Cuando era pequeña y tenía que hacer algo que no quería solía preguntarle a mi madre por qué con la esperanza de que durante la discusión se olvidase de ello y pudiese escaquearme. Mi madre, taimada y lista que es ella, zanjaba el asunto con una sola frase: <<Porque sí>> (a veces aparecía una ligera variación: <<porque lo digo yo>>). Después, mientras yo obedecía la orden en cuestión, me pasaba el rato pensando en que llegaría el día en que yo diría esas dos frases horribles y me saldría con la mía.

Pues bien, el día ha llegado, me he hecho mayor (no entremos ahora en este tema) y sigo sin salirme con la mía. En el trabajo no puedo hacer lo que me da la gana, de hecho, muchas veces ni siquiera puedo hacer lo que me parece más lógico. Pero bueno, en nuestras vidas laborales todos tenemos algún jefe o jefa, algún cliente, o algún compañero que es la reencarnación de Angela Channing y del emperador Palpatine y estamos dispuesto a soportarlos estoicamente. Además, si apareces allí con lo que voy a contarte ahora, tal vez tengas problemas.

Mi idea es aplicable en casa, al menos allí nadie pensará que estoy loca (ya lo saben) y si no quieren que la nevera quede vacía para siempre tienen que escucharme, o fingir que lo hacen. Si en tu casa también gozas de tanto poder como yo (sarcasmo), tal vez te puede resultar útil mi invento: tickets de intercambio. Te pongo un ejemplo: a mis hijas les encanta jugar en la playa pero no quieren jugar sin mí y claro yo, ilusa, quiero leer. Pues bien, ellas tienen tickets de “una hora de juegos en la playa” y yo tickets de “una hora de lectura” y los intercambiamos. Negociar con ellas siempre ha sido muy duro y he detectado que con este sistema se ríen más y cuando me dejan a solas maquinan entre ellas dos para sonsacarme más tickets, y están más tiempo entretenidas.

Es muy importante que tú tengas el control absoluto de los tickets, y vigila con las falsificaciones (el otro día vi a A intentado hacer un duplicado).

Yo trabajo en casa, en una habitación sin cerradura y con la montaña de ropa para planchar a mi espalda. Robar horas de soledad fuera del horario escolar es difícil, pero así, si intercambio una hora de baile de princesas –durante la cual me toca ver La Cenicienta y fingir que soy el príncipe- por una hora de ordenador, disfruto de las locuras de mis petardas y cuando retomo el trabajo estoy más inspirada (o eso espero). Y si esa hora que quiero robar para mí es sencillamente para leer o para depilarme, también tengo tickets par eso: una hora de ballena (elegimos el nombre en honor a “Buscando a Nemo”) me da una hora de lectura. 

Me niego a creer que lo de ballena no es en honor a Dory

Sé que es un sistema lleno de defectos pero nos pasamos una tarde entera eligiendo nombres para los tickets y A y O pasean los suyos como si fuesen un tesoro. Y yo guardo los míos en una caja fuerte porque M ha descubierto que también quiere sus tickets y tiene una lista de sugerencias de lo más inquietantes. Si tienes alguna idea brillante para mejorar mi propuesta, no dudes en contárnosla. Recuerda que toda buena acción se merece una recompensa y te haremos llegar los tickets correspondientes.

Si te apetece echar un vistazo o utilizarlos, estos son mis tickets (utilízalos con cuidado, como diría Spiderman: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad)

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Este artículo lo ha escrito...

Anna T. Casanovas

Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.

Estudió Traducción e... Saber más...