Todo lo que puede hacer la música por tus hijos

Todo lo que puede hacer la música por tus hijos

Todo lo que puede hacer la música por tus hijos

No eres la primera madre que se echa a llorar después de soportar dos horas y pico cómo su hijo ensaya con la flauta dulce. Ni la que fantasea con arrancarse los tímpanos. Ni la última que murió asesinada por sus vecinos mientras le encantaban el puñetero ‘Un elefante se balanceaba’ en clave de “te mato tía si no callas a tu hijo”. En fin, es duro ser madre y no perder la cordura. (O la vida). Pero ¿sabías que todo ese sacrificio tiene una clara recompensa?

No es fácil ser madre o padre, eso lo sabemos todos. Nunca lo ha sido, y si no preguntad a vuestros padres… Si encima lo eres de un niño músico la cosa se complica. Ese es mi caso, mi hijo es pianista y mi hija violinista, por lo menos de momento. (Y yo adicta al ibuprofeno).

Cuando mi hijo nació estaba de moda poner a los bebés los famosos ‘Baby Einstein’, así que le ponía en su sillita los videos de Mozart y yo podía ducharme. Había muchas veces que yo misma me quedaba embobada escuchando y mirando las imágenes. No sé si será por esto, pero desde entonces la música no ha dejado de sonar en mi casa.

En educación infantil, la música es fundamental y es base de todas las destrezas que van aprendiendo los niños. A través de canciones van adquiriendo conocimientos, aumentan su vocabulario y empiezan a expresar sus emociones. Los cuentos sonoros, las dramatizaciones y el uso del cuerpo como instrumento musical (palmas, zapateados…) son actividades que les encantan.

 Mis hijos empezaron a hablarme de panderos, palos de lluvia, claves, metalófonos, maracas, triángulos, tambores,…Y yo, que tuve suerte y en mi cole aprendí a tocar la flauta, me uní a sus intereses. Tampoco me quedó otra.

Y hablando de flautas…Ya en primaria pegaron el salto. Allí estaba yo, en la tienda, intentando explicarle al señor que me atendió que quería una flauta:

—Pero de metal, oiga, afinada en no se qué, que no me he traído la hoja del profesor.

—Será en Re, señora.

— Y yo que sé…¡Qué lío!

Ahora podría decirlo bien, sin hacer el ridículo: “Hola, buenos días, quiero una flauta irlandesa afinada en Re, plateada y con la boquilla azul, por favor…La dichosa flautita”.

Después vino la flauta dulce, el teclado, el violín, la dulzaina, …Y yo detrás, aprendiendo a marchas forzadas, porque a veces hablan entre ellos, que si sube el tono, que si ese no es el ritmo, las blancas, las negras, clave de Sol, clave de Fa,…y me da mucha rabia no entenderles. A veces ensayan a la vez, y es una locura, hasta que aquello empieza a sonar bien. Reconozco que me he perdido, que no he aprendido ese idioma (el lenguaje musical), así que solo soy “escuchadora”, que no una simple espectadora, y disfruto de su música. Gracias a ellos he aprendido a amar la música.

Y ahora más en serio, si a vuestros hijos les gusta algún instrumento musical, no les detengáis. Reforzad su interés, llevadles a conciertos de todo tipo, poned la radio en casa, escuchad música en el coche, inventad raps en familia, lo que se os ocurra. La música despierta la inteligencia, los sentidos y la creatividad. Es una pena que nuestro sistema educativo haya reducido las horas dedicadas a las disciplinas artísticas, porque la matemática o la lengua no están reñidas con la música. Se ayudan de ella.

El talento también “se hace”

Promover la música, el canto, el teatro, la danza y todo tipo de artes plásticas es la mejor herramienta para favorecer la tolerancia y prevenir las conductas violentas y el racismo, además de seguir desarrollando la creatividad y la imaginación,  reforzando la autoestima, sobre todo en la etapa pre-adolescente y en la adolescencia.

Y si el niño no es muy hábil o ha heredado de ti ese sentido arrítmico del que nos quejamos los mayores, anímale a que continúe (siempre que él o ella lo desee, claro está). Según Shinichi Suzuki, violinista, educador y filósofo, la habilidad musical no es un talento innato, sino una destreza que puede ser desarrollada.

La música refuerza la autoestima y la tolerancia

Gardner, autor de la teoría de las inteligencias múltiples, habla de inteligencia musical como la capacidad para identificar sonidos, tener sensibilidad al ritmo, al tono y al timbre , de  imitar sonidos, ritmos y melodías, escuchar, tararear, cantar e interpretar canciones y obras musicales, de  discriminar las cualidades de los sonidos y disfrutar con el manejo de instrumentos musicales.   Señala que cuántos más estímulos pueda recibir un niño a través de la música, el movimiento y las artes en general, mayor será su desarrollo espiritual, cultural y emocional.

Además, el acto musical estructura la forma de pensar y trabajar, facilitando el aprendizaje de otras materias, e implicando al resto de inteligencias como la cinestésica (mejorando la coordinación motriz al tocar un instrumento), la lingüística (a través del lenguaje musical), la espacial (conociendo la naturaleza espacio-tiempo de la música), la interpersonal ( comprendiendo  los sentimientos del autor, mejorando  la relación de comunicación con los iguales), la intrapersonal (comprensión de los propios sentimientos y su expresión a través de la música), la naturalista ( conocimiento de la vida de los autores y compositores) y la lógico-matemática (a través del método de trabajo y  de composición musical, aumentando la atención y la memoria).

Si aún no os he convencido de que la música es la vida misma y que es el mejor legado que podéis darle a vuestros hijos, por lo menos no dejéis de sentirla, de emocionaros con cada canción que os recuerde a una persona o tiempos pasados. Y bailar, no dejéis de bailar con la música.

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Este artículo lo ha escrito...

Cristina Aparicio

Cristina Aparicio Corrales. Licenciada en Psicología, con certificado de aptitud pedagógica, colaboradora en RedgeneraCommunity. Con más de 10 años de experiencia como educadora y gestora de... Saber más...