Todos nos merecemos un poco de porno

Todos nos merecemos un poco de porno
A lo largo de la semana vamos a tener que enfrentarnos a nuestros jefes despiadados, a entregas inhumanas, a problemas irresolubles, a niñas y a niños histéricos en su última semana de colegio y a parejas enganchadas al televisor viendo como once tíos corren detrás de un balón. Tranquilo, vamos a poder resistirlo. ¿Sabes cómo? Regalándonos un poco de PORNO (o mucho).
Recuerdo perfectamente el día en que, durante unas vacaciones de verano, mi primo (J, si estás leyendo esto, no te enfades) me convenció para encender la tele de nuestra habitación y buscar el famoso canal donde echaban películas porno. Tras los gritos y muecas de asco de rigor, solo teníamos catorce años, apagamos el aparato entre risas y nos pusimos a dormir. Evidentemente esta no ha sido mi única experiencia con películas de este género pero puedo afirmar que los pocos minutos que he visto de ellas siempre me han parecido aburridos y, en el mejor de los casos, cómicos.
Mi parte lógica del cerebro, esa que utilizo de vez en cuando, me dice que se trata de películas pensadas en su vasta mayoría para hombres heterosexuales y que en ningún momento me han considerado a mí como posible público objetivo. Mi otra parte del cerebro, la que suele dominar mi vida a diario, se pregunta ofendida por qué no existe una industria millonaria buscando desesperadamente la manera de hacerme feliz. Pero... ¿es verdad que no existe el porno para gente como tú y como yo?
Vamos a analizarlo, primero tenemos que aparcar cualquier mala connotación de la palabra “PORNO” o añadirle de positivas. Lo que prefieras.
Porno no es solo una mujer teñida con pechos que desafían a la gravedad, dotes de contorsionista y mandíbula “desencajable”. Y tampoco es un señor tan cachas que parece que las venas van a salirle corriendo de la piel con pantalones cortos y cambiando las bujías de un coche sin camiseta con manchas de grasa que pretende pegarnos. No, el porno es todo aquello capaz de hacernos desear lo que estamos viendo, de hacernos desconectar durante unos minutos la parte racional (o neurótica) del cerebro y dejarnos llevar por el placer de los sentidos.
Es decir, hay distintas clases de PORNO y, siguiendo mi compulsión obsesiva, he confeccionado una breve lista para ayudarnos a elegir cómo pasaremos nuestra futura tarde pornográfica.
Comida porno: no, no se trata de nata ni de fresas con chocolate. Aquí no pinta nada “Nueve semanas y media” ni sucedáneos que han intentado imitarla. La comida porno es una bandeja llena de madalenas recién hechas cuando has estado toda la semana de régimen, o una suculenta hamburguesa cuando llevas días comiendo lechuga. O un pastel de chocolate después de días sin oler nada que se le parezca. Para disfrutar de una buena tarde de comida porno no hace falta que estés con nadie, solo te necesitas a ti y tu restaurante o café preferidos. Como curiosidad te diré que si tecleas “food porn” en Google te aparecen tantas imágenes de platos suculentos que tendrás que saquear la nevera al instante.
Dime que no te entra hambre viendo esta fotografía.
Películas porno: aquí, igual que en el punto anterior, voy a decirte que no es lo que estás pensando. Nuestras películas porno no son “Curso de verano con el pepino en la mano” u otros títulos clásicos del género de recauchutadas. Nuestras películas porno son esas películas que ahora ya no vemos porque nos hemos hecho mayores y tenemos un gusto exquisito para el cine (a veces) pero a las que acudimos siempre que lo necesitamos. Mis películas porno por excelencia son “Dirty Dancing”, “Pretty Woman”, “Speed”, “La casa del lago” y “The holiday”. Cuando tengo una semana pésima, antes de ir en busca de la recortada, me pongo una de estas películas y me preparo algo para beber –chocolate caliente o una copa de vino según la ocasión- y al terminar me siento mucho mejor.
Jude Law en “The holiday”. No es su mejor película pero verle hacer de súper papá puede derretir a cualquiera. Es definitivamente pornográfico.
Series porno: la diferencia entre una serie porno y una película porno es que las series son mucho más modernas (en mi adolescencia no existían las series de ahora) y sus protagonistas son de infarto. Dentro de esta categoría de series porno podemos incluir “Espartaco”, por razones obvias, “Anatomía de Grey”, también obvio, y “Arrow”, o cualquier otra que consiga el mismo efecto.
Iba a escribir un pie de foto pero se me ha olvidado cómo teclear.
Literatura porno: no creerías que iba a ser capaz de acabar este post sin hablar de libros, ¿no? Los libros porno no son “Cincuenta sombras de Grey” (aunque para alguien tal vez sí lo sea) son esos libros que todos los lectores guardamos en una estantería que salvaríamos de un incendio, los libros que nos llevaríamos a una isla desierta y que jamás prestaremos a nadie. Estos libros pueden ser clásicos o novelas contemporáneas y es más que probable que en alguno de ellos ni siquiera aparezca un beso, o mucho menos una frase del tipo “ponte a cuatro patas en la cama”. Leer es un placer y como tal hay libros que dan más placer que otros, no me corresponde a mí –ni a nadie- juzgar cuál es el tuyo.
La habitación más pornográfica y maravillosa del mundo
Cuando vi esa película con mi primo J sentí vergüenza ajena e indiferencia. De mayor, cuando he vuelto a tropezarme con esa clase de imágenes, me aburren y me dan sueño (de hecho, tengo un amigo que las utiliza para dormirse). Los actores que aparecen en esas películas no son mi tipo y lo más probable es que me diese un ataque de risa en el improbable caso de que un hombre así se acercase a hablarme. Y lo mismo me sucede con los libros que narran esa clase de historias. El placer es lo más personal que existe y si a ti te gustan, genial. Adelante a toda máquina, disfruta al máximo y no te justifiques ante nadie. Pero si eres como yo eso no significa que seas fría ni distante, ni tampoco una estirada, sencillamente tu porno es distinto.
Todos nos merecemos un poco de porno, si sobrevivo a esta semana me regalaré una tarde muy pornográfica: iré al cine a ver la nueva película de X-men, cenaré con M y después nos seduciremos mutuamente. (Y el sábado por la mañana empezaré una nueva novela).
Este artículo lo ha escrito...
Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.
Estudió Traducción e... Saber más...