¡Vaya cuadro de vida me espera!
¡Vaya cuadro de vida me espera!
A todas nos llega la Menopausia. Aprende a amaestrar tus hormonas y despierta tu mente. No permitas que te engañen. Esto te va a doler más a ti que a mí. Te cascarán anuncios publicitarios de maduritas divinas de la muerte baldándose en el gimnasio, pedaleando en bicicleta, ¡saltando a la comba! Y, a todo esto, ¡muertas siempre de la risa! Y vamos a ver… ¿DE QUÉ CARAJOS SE RÍEN SI SE VAN MEANDO POR LAS ESQUINAS?
Las mujeres somos únicas en la especie para infundir ánimos a nuestras semejantes. Siempre, siempre, siempre, (por penosa que sea la situación en la que una amistad se encuentre) “comienza una nueva vida que, con total certeza, será espléndida”.
¿Qué te deja tu novio? “Es que te quiere tanto que se ha asustado”.
¿Qué te echan del curro? “No sabes la cantidad de horas que vas a tener para dedicártelas a ti misma” (evidentemente, nadie te habla de las labores domésticas).
¿Qué te separas? “¡Bueeeno, buenooo, no sabes la segunda adolescencia que te espera!”.
Y con respecto a las fases de tu vida, tanto de lo mismo:
¿Qué llega tu primera menstruación? Pues ya está la abuela comentándote: “¡Empieza una etapa preciosa para ti!, eso sí, a partir de ahora, has de tener mucho cuidado con los chicos”. La de veces que te vas a acordar de sus muelas, especialmente, cuando cierto Día D hayas decidido estrenar tus pantaloncitos blancos y estrechos o tal Semana S es la prevista para ir a la playa con tus amigos. De llenarte de acné y dejarte como si fueras una paella ya ni hablemos.
¿Qué te has quedado embarazada? Tu amiga Fulanita viene a exclamar “¡Ay, ya verás que bonito! Vívelo con intensidad, es un periodo precioso.” ¡Maldita zorra! Obvió añadir que te ibas a pasar tres o cuatro meses potando por la calle y el resto con lumbagias y con un peso constante en la vejiga que te hace estar haciendo pis a cada minuto.
¿Qué acabas de ser mamá? Será tu vecina la del quinto (seguro, porque no vas a poder traspasar la frontera más allá de veinte metros de las inmediaciones de tu portal), la que te dirá con un brillo de emoción en sus ojos: “¡Cuánto me alegro, ya verás qué especial es este nuevo ciclo!”. Nadie te advierte que el bebé va a tener que comer ¡CADA TRES HORAS! Y ¿sabes cuánto tiempo libre te queda después de sacar teta, lavar teta, enchufar teta, ayudar a expulsar gases al bicho, guardar teta, sacar teta, lavar teta, enchufar teta, ayudar a expulsar gases, guardar teta y… ¡oler a caca!, coger niño, quitar pañal, lavar al niño, aplicar la crema, poner pañal…? Todo eso sin contar que ese degggraciao mancha por cien; que, cada dos por tres vienen visitas a conocerlo y tienes que hacer de anfitriona y servir aperitivos; más el resto de tareas propias de la casa a las que ya estás obligada, quieras o no. Vas a tener muy presente a la pastelera madre de tu vecina, te lo aseguro.
Ya sabemos el origen de la expresión "parir con dolor", pero ¿a qué graciosito se le ocurrió el mal chiste que es la Menopausia?
Y vamos con lo que toca, en relación a la menopausia, te cascan los anuncios publicitarios de maduritas divinas de la muerte baldándose en el gimnasio, pedaleando en bicicleta, ¡saltando a la comba! Y… a todo esto, ¡muertas siempre de la risa!.
A ver…, vamos a ver… ¿DE QUÉ CARAJOS SE RÍEN SI SE VAN MEANDO POR LAS ESQUINAS?
Lo bueno de la Menopausia es que te meas con todo. Literalmente.
Por cierto, que las “maduritas divinas” son aquellas “jovencitas monísimas” que te anunciaban el Evax Fina y Segura. Vamos, que no las envidio para nada el currículo artístico (del Evax Fina y Segura al Tena Lady).
Y el momento crucial llega cuando vas al ginecólogo. Él es hombre y, ya se sabe, ellos son como Peter Pan, no saben asumir que los años pasan inexorablemente:
—Pero, ¿cuál es tu edad?
—Cuarenta y seis
—¡No, no, no! Demasiado precoz —menea la cabeza—. Tienes que esperar a los cincuenta.
—A ver, oiga… todo llega en esta vida… Si ha llegado, ha llegado yyy…
—¡Toma progesterona!—interrumpe él y a ti te suena a “toma geroma, pastillas de goma”.
Si sigue enumerándote los síntomas, yaaaa… lo traduces por “QUE TE MUERES, BONITA, QUE TE MUERES SIN REMEDIO.”: posibles mareos, sudores, palpitaciones, vértigos, dolores de ano, sofocos, insomnio, sequedad vaginal, pérdida del apetito… (no creas que será el que te conviene, no: sino el sexual), cambios en la figura con tendencia a la obesidad y un sinfín de calvarios similares.
Da igual que te escondas: la Menopausia te encontrará tarde o temprano.
Pero, antes de que se te ocurra balbucir: “¿Cuánto me queda, doctor?” él te ventila con viento fresco con la recomendación de no fumar ni beber, ponerte a dieta, con el consejo de hacer ejercicio físico y con una baraja de recetas.
La cara de la farmacéutica será TODO UN POEMA cuando te presentes a comprar tus pastillas para la osteoporosis y los anticonceptivos de tu hija. Y tú, con resignado silencio, te encogerás de hombros y pensarás: “A esto hemos llegado, guapa, ya te tocará a ti, no creas que te salvas.”
Pero, mira, los medicamentos vienen genial para charlar con las amigas. Antes (lo sé) hablabais de tíos buenos, de fiestas, de cosmética, de trapos y de polvazos… ahora, habláis de pastillitas, capsulitas, supositorios, lubricantes y lo más parecido a los polvos son los que vienen incluidos en sobrecitos.
Y es que la vida os ha dado un giro de trescientos sesenta grados. Antaño un Saturday Night era un señor Saturday de los de fever: cena con velas, cigarrito o puro, alcohol, sexo, drogas y rock n’ roll… Ahora un Saturday Night es una de Mc Donnalds con los niños y, de postre, si aun desearas lo que faltaaaa: pues una ración de Vaginesil de uso tópico en área afectada (o deprimida… o, ¡dejémosnos ya de remilgos y llamémosla con su calificativo!: entelarañada).
Esta no es precisamente la idea que tenías de ropa interior atrevida para celebrar el próximo San Valentín.
Pero, eso sí, cumples a rajatabla todo lo que te han prescrito y vas ¡y te apuntas a la danza del vientre! Y, cuando estás intentando mover las caderas frente al espejo de la sala de baile y el reflejo te devuelve algo así como una danzarina comatosa tratando de meter tripa, te cuestionas: “¿qué estoy haciendo con mi vida con la de plancha que tengo?”.
O te matas a hacer abdominales en el gimnasio… o cualquier otra barbaridad semejante. Causa elemental de que acabes hecha trizas por las noches y, cuando llega tu churri a meterse a la cama y tú lo notas a tu lado, te dices: “¡Qué mono es! Yo debería…, quita, quita, ¡qué perezón! Ya, si eso, mañana!.”
Y sobre hacer dieta… ¿qué digo de hacer dieta? ¡¡Continúas con la dieta!! ¡Es la única que no te abandona!
Refugiarse en la nevera del restaurante cuando te den los sofocos es incompatible con la dieta eterna que estás obligada a seguir para no convertirte en un clon de tu tía Paqui.
El factor psicológico es algo que también influye mucho en las menopaúsicas. Resulta que todo el mundo en tu casa tiene cosas importantísimas que contar a la hora de la cena: los chicos con sus exámenes, los profesores, los alumnos, las niñas que les molan, los muchachos que les flipan… El cabeza de familia, ya se sabe: los jefes, los compañeros, esa trepa que no deja de tocarle las pelotas, el otro que se ha escaqueado del último viaje o reunión, etc. Pero tú… ¿Qué tienes tú tan fascinante que contar hoy? ¿Lo carísimos que se han puesto los tomates? ¿Qué se te ha roto el lavaplatos y has tenido que fregar toda la vajilla a mano? ¿Qué se te ha pasado el arroz? ¿Qué el cartero ha llamado, por equivocación, a tu puerta? ¿Qué se te ha colado una jeta, por todo el morro, en la pescadería?
En ocasiones, me he encontrado con que lo más alucinante que me había pasado, en toda la semana, es que al perro le había dado diarrea y, corriendo como alma que lleva el diablo (para no hacerme pis encima, claro) atravesé el pasillo y pisé una caca sobre la que resbalé y por poco me parto la crisma.
Por consiguiente, tú hablas y hablas… mas nadie te escucha.
Si acaso la perra (que es una zampona) y, además, está sorda perdida pero te contempla insistentemente por si acaso te da por tirarle unas migajas de tu plato.
Así que cotorreas y no te oyen; quieres sexo pero necesitas lubricante; no controlas tus esfínteres; no tienes Saturdays ni siquiera Mondays interesantes; no fumas, no bebes, no te pegas atracones de pasteles; te deslomas en el gimnasio pero no adelgazas… Te encantaría dormir hasta las tantas (mayormente, los findes) pero a las siete y media, te encuentras ojiplática y… ya que te pones… pues, ¡ea!, te levantas y empiezas a limpiar, poner lavadoras o planchar…
En Glup Glup deseamos que este musical sea algo real. Es decir, una razón real para ir al teatro a desahogarnos insultando a su autor.
Vamos a ver si nos entendemos: ¿CÓMO PRETENDE NADIE QUE NO PADEZCAS CAMBIOS DE HUMOR Y QUE ESTÉS TAN CONTENTA?
Y, si acabas de poner las lavadoras y ya has planchado y te encuentras con un taburete llenito de ropa sucia. Si todos se han levantado ya y tú estás en la ducha y el teléfono suena pero se da por sentado que la llamada es para ti. Si has barrido y fregado toda la casa e, inmediatamente después, te pisan cien zapatazos por el suelo. Si haces la comida con todo tu amor, teniendo la precaución de dejarte las sobras o el huevo estallado para ti o el filete más churrascado o los tallarines pegados… y te sueltan que “el huevo no tiene puntilla”, “el filete está demasiado crudo” o “preferían spaghetti boloñesa a los carbonara”… ¡¡ZAS, AHÍ MISMO TENEMOS LA IRRITABILIDAD!!
Pero se te pasa, total nadie se molesta en prestar atención tampoco a tus gritos y… ¡te da la penita! ¡Una lastimita loca por tus huesos! (que, en algún sitio recóndito, seguro estarán) Y es que ¡¡TE SIENTES MUY SOLA!!
Pero, aún hay algo peor…
¡¡MUCHO PEOR!!
Y es que ¡¡CARAJO, NO LO ESTÁS!!
¡No lo estás, en absoluto!
Sobre todo, cuando decides encender velitas perfumadas, poner chill out, zambullirte en un baño de espuma calentito y relajarte y ¡¡TE LLAMAN CIEN VECES AL PORTERO AUTOMÁTICO PORQUE NADIE SE ACORDÓ DE COGER LAS LLAVES DE CASA!!
Este artículo lo ha escrito...
Miriam Lavilla, (Madrid, 1967) es una autora española de género de humor. Formada en el sector del Turismo, Hostelería y Relaciones Públicas, tiene más de 25 años en el sector de las... Saber más...