10 razones por las que los hombres NO deberían depilarse

Por Anita C.

10 razones por las que los hombres NO deberían depilarse

Unos dicen que se depilan porque montan en bici, otros porque estrenan musculitos... Lo cierto es que verano tras verano las piscinas y playas se llenan de hombres pelados y mondados. Desde aquí hacemos un llamamiento al resto de caballeros, para anunciarles que todavía quedamos mujeres que amamos... ¡A los hombres de pelo en pecho!

Si has leído el artículo de Puri Ruiz Barbas: yo digo sí, yo digo no, El extraño mundo de los calvosde Anabel Frikigirl o las reflexiones de Rebeca Rus a las no-depilaciones extremas en Walking on the wild side’, te estarás preguntando lo mismo que yo: ¿qué les pasa a los de glup-glup que tienen fijación por los pelos? Desde luego, deberíamos hacérnoslo mirar.

En glup-glup estamos pensando hacernos camisetas como la de Michael J. Fox y pegarle a las mangas y cuello pelo de jabalí.

En mi caso, admito que me fascinan los hombres de pelo en pecho. Para mí, un bonito cabello y vellazo repartido por el cuerpo, es de lo más erótico. No entiendo como algo que les hace tan sexys pueden quitárselo con un simple y vulgar tirón de cera (de la cuchilla prefiero no hablar). Además, no soy la única a la que le gustan los hombres con pecho-lobo. En absoluto y si no, date una vuelta por los foros femeninos y verás cuántas mujeres suspiran por jugar con el vello que cubre los pectorales del estupendo Huhg Jackman. 

 

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'Hugh + pechote-poblado' es todo un clásico. Si pensabas que ibas a leer un artículo sobre vello masculino sin encontrarte el torso del actor, estabas equivocada.

Los señores con vello tienen que cuidar hasta el último detalle. Por ejemplo, pelitos que asoman por el cuello de su camiseta y se enredan juguetonamente en un colgante surfero, puede resultar muy sexy... Pero si ese colgante fuera un cordón de oro o una medalla de la virgen el efecto sería totalmente opuesto. 

Por supuesto, cada uno es libre de hacer lo que desee con sus folículos pilosos. Quién soy yo para juzgar a nadie, que llevo maltratando a los míos desde hace décadas. De hecho, nosotras que somos muy empáticas, entendemos los casos extremos como por ejemplo, al hombre que se depila la espalda porque no quiere lucir alitas de ángel o al que el vello le crece en los pies, sigue subiendo y subiendo por los muslos, el abdomen, el pectoral hasta unírsele en la barba a modo de enredadera. Le entendemos a la perfección. Seguro que están hartos de sufrir las típicas burlas de los colegas: “Mira, Pepito, tenemos nuevo felpudo en la oficina”.  Por desgracia, algunos conservan el humor de sus años en la EGB. Pero si eres de los que se está pensando si erradicar tu vello de raíz, piénsatelo, que a muchas nos encanta que luzcáis pelambrera.

¿Por qué no deberían depilarse los hombres?

  1. Porque todavía existen mujeres de la Old School para las que funciona el dicho de ‘el hombre como el oso cuanto más peludo, más hermoso’.

Este valioso espécimen demuestra que se pueden lucir músculos, vello abundante y aceite Johnson baby, todo junto, sin tener aspecto de poco aseado. 

2. También porque las que tuvimos que ver de niñas, cada sábado por la tarde, las películas del destape,  ahora de adultas asociamos la abundancia de vello con niveles de testosterona desbordante. O quizá fue un mecanismo de defensa de nuestro cerebro, que luchaba para que focalizáramos nuestra atención en los sobacos de los protas y no en esos apasionantes diálogos.

Macho ibérico ¡Viva el landismo!

3. Porque odiamos estar en la cama con un hombre tan depilado que cuando le tocamos la pierna no sabemos si es de él o...Nuestra.

Hay que reconocer que depilar a Quim Gutierrez debe ser la mar de entretenido. 

4. También nos da un poco de envidia que su depilación sea mucho más perfecta que la nuestras. De verdad, ¿cómo narices lo hacen? ¿Es que las señoritas que depilan son más detallistas en sus procedimientos con ellos que con nosotras?

Jake Gyllenhaal está cañón con peletes por todas partes pero ¡ostrás! ¿Dónde ha conseguido esos colgantes? ¿En el mercadillo medieval de Santa Pola? 

5. Y hablando de estas profesionales: tampoco mola nada compartir con él esteticista. La mía es como un cura, a la que puedo confesarle mis pecados, contarle mi vida, desnudarme ante ella en cuerpo (obviamente) y alma. Pero ¿y si la compartiera con mi chico? Sería casi-casi como tenerla en nuestra cama.  ¡Uf, qué repelús!

6. Además, si entramos en terrenos de cama, debemos admitir que no hay nada más relajante que juguetear con los pelillos de las tetillas de tu chico después de haber disfrutado de un buen...descanso. 

A muchos les encantaría tener el cesped de su jardín tan tupido como el pectoral de Cayetano. 

7. O tirar de su mejor matojo de pelos corporales, cuando sale de la ducha y deja toda la ropa interior por el suelo.

 

8. Otro pequeño detalle irritante: si a ellos no les gusta compartir sus cuchillas de afeitar con nosotras ¿por qué ahora nos roban nuestras pinzas de depilar? Y lo peor de todo: ¿Por qué no las vuelven a dejar en el mismo sitio?

Al cuerpo de Velencoso le ha invadido una legión de hormigas. ¡Qué listas!

9. Pero volviendo al sexo: aunque nosotras no necesitemos GPS  para encontrar los monumentos más interesantes que esconde su cuerpo, nos encanta ‘perdernos’ por ese caminito de pelillos que empieza en el ombligo y termina donde tú y yo sabemos.

"Tengo, ohhh, una hormiguita en la tripita, ohhh,... que me está haciendo cosquillitas". Si no entiendes este pie de foto es que nunca has estado en un concierto de los Cantajuegos. ¡Qué suertudo/a eres!

10. Y por último y esto es un ruego. ¡Por favor, caballeros! Dejad que conservemos esa fantasía de la adolescencia, cuando te tumbabas por primera vez en la camilla del centro de estética para que te depilaran las piernas. Era imposible entre maldición y maldición, no imaginarse una, extendiendo un buen pegote de cera ardiendo (nada de tibia), en las frondosas piernas de tu novio, para luego ¡zas! Tirar de él sin piedad: “¡¡ahora ya sabes por lo que yo paso todos los meses!!” Era una buena forma para que el sufrimiento depilatorio se nos hiciera más llevadero. ¿Y ahora qué? Nuestras fantasías hechas realidad y… ¡ya no tenemos donde agarrarnos para soportar el dolor! ¡Ni podemos lamentarnos de lo duro que es ser mujer!

Aunque pensándolo bien… Quizá nuestro único consuelo sea acompañarle a la esteticista, de la manita, para ver con una gran sonrisa en los labios, qué carita ponen al sentir la cera calentita (o el láser) cerca de su escroto. 

La fantasía de muchas mujeres hecha realidad a través del film 'Virgen a los cuarenta'. 

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Este artículo lo ha escrito...

Anita C.

Anita C. (Madrid, 1974). Redactora freelance de moda y belleza y madre de un niño y una niña. No le da vergüenza admitir, que no lleva nada bien lo de cumplir años, ni pasar todas sus tardes... Saber más...