Al cine a pasárselo teta

Al cine a pasárselo teta

Al cine a pasárselo teta

La Sesión Teta que han puesto en marcha los cines de La Vaguada, un conocido centro comercial de Madrid, lo demuestran: la vida no tiene por qué acabarse cuando tienes niños. Bueno, más o menos.

Hace unos nueve años, cuando Facebook apenas era una idea que se le había ocurrido a un tipo llamado Mark para conseguir ligar con otras estudiantes de Harvard, a mí se me ocurrió la brillante idea de subirme a un autobús a darme un paseo por el centro de Madrid con un carrito Bugaboo. Mi niña había nacido tan sólo cuatro meses antes y yo había sufrido una terrible depresión post-parto. Mi doctor me había recomendado que intentará rehacer la vida que tenía en una época conocida como A.J (antes de Julia), así que pensé en acercarme a una sala de exposiciones a ver una muestra y luego recoger a mi pareja a la salida de su trabajo. Por aquella época el metro de Madrid apenas tenía ascensores en las estaciones, por lo que el autobús era la opción ideal para trasladar el “mamotreto” que era el carro de mi hija. Con lo que no me esperaba era con la bronca que me cayó por parte de dos señoras muy mayores, dos señoras que se sintieron realmente insultadas porque a mí se me había ocurrido invadir parte de la superficie del autobús con un carro de bebé.

-En nuestra época no se nos ocurría salir por ahí con niños tan pequeños.

-Es que ahora os creéis que podéis hacer de todo…

Como no soy una persona que disfrute con las discusiones (salvo las que mantengo en mi cabeza y siempre gano) no les dije lo que realmente pensaba: que si seguía su ejemplo acabaría tan amargada como ellas e insultando a una persona de su propio género que sólo quería ser feliz y luchar por sus derechos a seguir siendo persona. Las ignoré e hice lo que pensaba hacer desde el principio. Vamos, hice de todo. Durante el primer año de vida de mi hija hice todo lo que estaba acostumbrada a hacer, pero con ella: fui a exposiciones, quedé a comer con compañeros de trabajo, escribí una novela, salí a cenar con mis amigos, viajé a Alemania...

Con el nacimiento de la segunda, sin embargo, la cosa se tornó un poco difícil. Ya no era tan fácil coger un autobús para ir a la Fundación March, cargada como si emprendiera una expedición al Himalaya y con la posibilidad de que los dedos de la mayor acabaran en un cuadro de Monet mientras yo le daba biberón a la otra. Pero intenté hacer cosas, aunque no me lo ponían fácil. Yo lo intentaba, pero el mundo no estaba preparado para que yo quisiera hacer cosas con dos niñas. En muchos de mis locales favoritos no había cambiadores para pañales y tenía que cambiar pañales sentada en una taza de w.c. y con el bebé apoyado en los muslos (algo realmente difícil si tienes las piernas cortas como yo). Yo no era la única que iba perdiendo poco a poco su vida social. Casi todos mis amigos sufrían en silencio cada sábado por la noche en casa, pero sufrían mucho más el lunes, cuando al llegar a la oficina escuchaban todas las cosas estupendas que habían hecho sus compañeros de trabajo. Nada que ver con la botella de vino que nos habíamos bebido nosotros mientras intentábamos dar con algún canal de la tele donde echaran algo interesante. La única forma de saber la película que estaba de moda, el restaurante que lo petaba o la exposición del momento era leyendo los comentarios en internet de otras personas. Terrible, ¿verdad?

Malo si "bebe cada vez que se acople el micrófono en el programa de José Luis Moreno" es tu actividad favorita los sábados por la noche.

Afortunadamente algo está empezando a cambiar en el mundo de los padres. Iniciativas como la Sesión Teta pueden ser el punto de partida para que una nueva generación de padres no sientan que se están perdiendo algo. Una enfermera de uno de los centros de salud de la zona comprobó en los talleres de lactancia que daba que la vida de las mujeres se reducía a cuidar de los niños. Y ni corta ni perezosa se acercó a los cines de La Vaguada a hacer su sugerencia. ¡Y aceptaron su idea! Las primeras sesiones fueron tan exitosas que el cine tuvo que convertirlo en una cita semanal fija.

Si quieres pasarlo bien lo mejor es que no tengas muchas expectativas. O mejor aún, que no tengas. 

La Sesión Teta cuesta seis euros y se celebra todos los martes por la mañana (aunque según su Facebook están pensando en repetirla todos los últimos domingos de mes). Durante la proyección de la película no pasa nada si los padres se levantan, salen, entran, cambian pañales, dan el pecho, etc. Tanto el volumen como el nivel del aire acondicionado están más bajos, pensando en que los niños también pasen un buen rato. Sí, ya sé que no es lo mismo, pero es mucho mejor ver Ahora o nunca en el cine que esperar a que te estropeen el final el próximo lunes en la ofi o esperar cinco años a que te estropeen la película entera con cortes publicitarios de quince minutos.

Si les enseñas desde pequeños a ver buen cine podréis tener conversaciones fascinantes cuando tengan cuatro o cinco años.

Yo tengo muchas esperanzas de que esta iniciativa se copie en más y más cines de todo el país. Y ya que nos ponemos que otras actividades de ocio, aunque sea en horarios especiales, aunque sea rebajando las expectativas, aunque sea una versión light de lo que estábamos acostumbrados antes de ser padres. Porque es mucho mejor hacer algo que no hacerlo. Y porque nuestros hijos serán mucho más felices si sus padres lo son también, tienen una vida más interesante y les enseñan a tener hobbies y vida personal.

 

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Este artículo lo ha escrito...

Rebeca Rus

Rebeca Rus (Madrid, 1974) es creativa publicitaria, escritora, columnista y responsable de la sección de cocina de la Revista Cuore. Es la autora de los libros "Sabrina:1-El Mundo:0", "Sabrina... Saber más...