Cómo hacerse un tatuaje y no morir de arrepentimiento

Cómo hacerse un tatuaje y no morir de arrepentimiento
Estoy muy, muy lejos de parecerme a Kat Von D, pero soy muy malota y llevo cinco tatuajes. Así soy yo, viviendo la vida al límite. Ejem. El caso es que, aunque no sean grandes ni estén muy a la vista, llevo cinco tatuajes que me he ido haciendo a lo largo de los últimos cinco años, por lo que tengo potestad para hablar y aconsejar qué no debe hacerse nunca la primera vez que te haces uno.
Y es que, muchas veces, nos dejamos llevar por impulsos y terminamos haciéndonos descalabros de los que luego nos arrepentimos; así que aquí estoy yo para evitar que luego te lamentes de haberte tatuado un elfo de Rivendell en el pecho o las caras de Los Chichos en la espalda. Luego no digas que no te lo avisé.
Piénsatelo, pollito. Imagínate el susti cuando te mires en el espejo por la noche.
Lo primero que tienes que saber es que no duele. No tanto como se piensa, al menos. Sientes las primeras punzadas pero más como un hormigueo, como cuando se te duerme un brazo, que dolor propiamente dicho. Además, si el tatuaje es pequeño, es muy poco el rato que estás. Creedme: duele bastante menos que la depilación láser. A mí al menos. Y aunque luego sangren un poco o se enrojezca la zona, es algo normal y no va asociado al dolor para nada.
El primer tatuaje suele ser el que luego te gusta menos. ¿Por qué? Porque obedece un poco a las modas; dícese que si un símbolo infinito, que si una estrella, que si un tribal… Vamos, lo que los tatuadores desean erradicar de la faz de la tierra. Pero bueno, tú vas ahí con toda tu ilusión y te haces el infinito, que aunque lo lleve todo el mundo, ¿qué más da? Ante todo, tatúate algo que a ti te guste, que eres quien lo va a lucir.
Tatúate algo que tenga un significado para ti, pero que no sea algo susceptible de desaparecer. Vamos, que omitas cosas tipo el nombre de tu pareja, que ahora estáis muy in love y todo os va bien, pero si dentro de X años partís peras, tú te quedarás con una hipoteca a medio pagar, un abogado con altos honorarios y un tatuaje que te recordará para siempre el temita. Fail.
Oye, Antonio, que si tú sabes cuánto me costará cuando me lo quite al láser porque esto… como que tú y yo… como que bye-bye.
Busca un lugar no muy vistero para el primero. Así comprobarás si luego te cansa o no, si te gusta, si no te convence… Hay una cosa cierta, por visible que esté un tatuaje, al final tú mismo acabas ignorándolo y ni recuerdas que está ahí, pero así como primerita vez, mejor que no se vea mucho, por si aca.
Hay que tener en cuenta que a veces el diseño que queremos y el lugar donde lo queremos no son compatibles: dependiendo del tamaño del tatuaje, quedará muy raro en una zona o dará problemas en otra. Lo mejor es que lo hables con el tatuador para que te oriente y que pruebes el diseño que te haga en varias zonas, para que lo veas más claro. Y cuando tengas el calco en tu piel, míralo y remíralo para asegurarte de que al menos la base te gusta y se adecúa a lo que tú quieres.
Y mirándome verás todo lo que mis ojos HAN sangrado.
Jamás te hagas un tatuaje borracho. Al menos, no decidas hacerte un tatuaje yendo borracho y vayas corriendo al primer estudio que no se percate de tu estado etílico. Básicamente porque las probabilidades de arrepentimiento son de un 99% y no está la vida como para lamentaciones absurdas. Piensa bien qué quieres hacerte y luego ya si quieres, te empifolas para dar el paso. Pero la decisión tómala sobrio, por fa.
Acude a un tatuador del que tengas referencias, aunque sea buscando por internet, y hazle todas las preguntas que te dé la real gana. Que en general ellos prefieran tatuar enormes tigres de bengala en la espalda en lugar de estrellitas en la muñeca no significa que no puedas decir ni mu. ¡Solo faltaría!
Hechos reales: hombre se tatúa borracho unas gafas. O algo parecido.
Una vez realizado, curado y cicatrizado (algo que suele tardar entre una o dos semanas), verás que con el paso del tiempo pierde un poco del tono negro de los primeros días. Es algo normal, no te emparanoies tampoco mirando sin parar cada mínimo detalle, puntada, color o forma. Si tú no dices que la puntilla está un poco menos pulida, la gente ni lo ve, créeme.
Cuando compruebes que llevar un tatuaje no es tan importante como pensabas, que terminas por no verlo ni ser consciente de su presencia, querrás hacerte otro. Y otro. Y otro. Y otro… Porque sí, hacerse tatuajes engancha, palabrita. Mucha gente piensa que después, cuando seamos mayores, quedará raro. Yo pienso que cuando seamos mayores habrá tantos tatuados que ya no se verá raro y que, además, estarás en un momento en que te dará enteramente igual lo que los demás vean. Así que vete buscando diseños porque ¡no querrás parar!
Me declaro fan absoluta de esta foto.
Básicamente esto es todo lo que hay que tener en cuenta a la hora de hacerse un tatuaje y no arrepentirte después. De todas formas, los tatuajes, como las cicatrices, son relativos y terminan teniendo menos importancia de lo que pensamos. Da igual si gustan más o menos a la gente, si quedan mejor o peor, si son demasiado grandes o demasiado pequeños, si están mejor o peor hechos. Realmente, todo eso da igual. Porque, al final, los tatuajes solo son marcas. Marcas de caídas y levantamientos. Marcas de emociones y pensamientos. Marcas de experiencias que siempre irán contigo, tinta mediante o no. Simples marcas. Simples marcas de tu vida.
Este artículo lo ha escrito...
Sara Ballarín (Huesca, 1980). Estudió Filología Inglesa y actualmente trabaja en una empresa multinacional de telecomunicaciones. Adicta a la comida basura, a los zapatos (nunca el tacón es... Saber más...