Cómo sobrevivir a la reunión de padres del colegio

Cómo sobrevivir a la reunión de padres del colegio

Cómo sobrevivir a la reunión de padres del colegio

En España tenemos la absurda manía de reunirnos por cualquier cosa y de alargar estas reuniones hasta que pierdes los papeles y las ganas de vivir. Y lo peor: no sólo lo hacemos en el trabajo sino que cuando salimos de él nos buscamos eternas reuniones en las que perder más el tiempo. Hoy os hablamos de las reuniones del colegio y de los peligros que os encontraréis en ellas.

Si tienes hijos seguro que ya estás sumergido en la vorágine de principios de curso y a estas alturas estás contemplando alternativas para atracar a tu entidad bancaria amiga. Sí, el mes de septiembre es terriblemente duro para los que somos padres. Demasiados libros que comprar, material escolar que es a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e imprescindible conseguir de un día para otro, uniformes que marcar, fichas tan largas como un día sin hidratos que rellenar, extraescolares que apoquinar y, oh no, reuniones de principios de curso a las que asistir.

En nuestro país las reuniones de trabajo sólo son productivas si el objetivo es que pierdas las ganas de vivir.

Personalmente creo que las reuniones de principios de curso son absurdas a partir del segundo año de escolarización de nuestros hijos. A estas alturas ya todos sabemos de qué va la vaina tras un primer año en el que nos hemos equivocado una y otra vez y les hemos puesto el baby del comedor (¿a qué se debe la palabra "baby" y por qué se escribe así y no "babi"?) para asistir a clase y el baby de clase para rebozarlo en albóndigas a la hora de la comida. El aprendizaje fue duro, pero ahora nos sabemos el funcionamiento del colegio de pe a pa. No necesitamos que alguien nos lo vuelva a contar durante el poco tiempo libre que tenemos. Desgraciadamente no todo el mundo piensa como nosotros y hay quien todavía cree que es necesario convocar una reunión en septiembre para aclarar temas tan vitales como el número de chuches máximo que se puede incluir en cada bolsa de cumpleaños o el tipo de lápiz Staedler que tienen que llevar los niños en su estuche. 

Yo tampoco quiero ir. Aún sabiendo que no va a haber señores enloquecidos con hachas...

De nada sirve que esté demostrado que las reuniones de fin de curso son una pérdida de tiempo tan grande como las reuniones de nuestra oficina. Somos un país de costumbres, un país que vive en otro horario desde hace muchos años porque cambiarlo es mucho lío, un país pintado en gotelé porque era más fácil, aunque infinitamente más feo y, ay, raspa, mamá… Las reuniones de fin de curso seguirán existiendo hasta la llegada del Apocalipsis ( y dudo mucho que entonces se suspendan, porque alguien se empeñará en hacer una reunión para aclarar el orden en el que se van a presentar los jinetes y qué función tendrá cada uno).

No tendrás otra opción.

Si quieres que tu hijo comience el curso con buen pie tendrás que ir a la reunión de principios de curso y hacer el paripé como el que más, demostrarle al profesor tu interés e interactuar con otros padres. Y además tendrás que hacerlo durante tres largas horas, aunque los puntos a tratar del día sean sólo diez y cuatro de ellos incluyan la palabra “plastilina”. Sí, el debate plastilina da mucho de sí, pero no tanto como el tema “colores de cuadernos a comprar” o las múltiples chorradas que surgirán por el camino. Si quieres sobrevivir a la reunión de principios de curso tendrás que recurrir a todo tu ingenio, paciencia y buenos modales. O atajar por la calle del medio y detectar los posibles escollos a salvar. Como estos:

ESCOLLO Nº1.- El que llega tarde.

Pasados los cinco minutos de cortesía y cuando ya habéis repasado los tres primeros puntos de la lista, siempre hay un padre que llega con retraso. Lo que significa que hay que volver a empezar la reunión por el punto número 1 y volver a escuchar que los lunes y los viernes hay que llevar chándal y el resto de la semana ropa de calle y que los miércoles es el Día de la Fruta. La mejor solución sería atrancar la puerta por dentro y no dejar que nadie pase más tarde de la hora (como en los teatros), pero como eso estaría muy mal visto la mejor opción es aprovechar ese tiempo defenestrado en repasar tu correo, ponerte al día sobre las últimas noticias en Twitter o actualizar tu estado de Facebook a “se siente… con ganas de cometer un asesinato”. Ver el final del último episodio de The Walking Dead es otra opción si llevas cascos encima.

Si esto fuera una reunión de tu trabajo... Cuando vayáis por el tercer retrasado (en todos los sentidos) y tu jefe haya tenido que repetir la frase "como íbamos diciendo" varias veces, tendrás todo el derecho del mundo a fantasear con asesinarlos a todos y, lo mejor, su retraso será un atenuante en el juicio posterior.

Aprovecha los tiempos muertos para hacer curas de sueño. Algo que en tu propia casa con tus hijos sería imposible.

ESCOLLO Nº2. - El progenitor con problemas de comprensión lectora.

Te sentirás como si hubieras viajado al pasado, encerrado en tu vieja aula del instituto y sin poder salir aunque haya tocado la campana, porque hay un compañero que sigue sin entender qué es una sinécdoque. Pero esta vez no estáis hablando de figuras literarias sino del resumen del libro Fray Perico y su borrico que los niños tienen que entregar al final del trimestre. De nada sirve que le lances dardos telepáticos o que suspires con los ojos en blanco, la única opción para salir lo antes posible de este escollo será empaparse de las dotes pedagógicas de Coco y el Conde Draco, los de Barrio Sésamo, para explicar a ese padre que hay que entregar el trabajo la última semana de noviembre (el 22, sí, el 22, ese mismo día, el de los dos patitos), escrito sólo por una cara y con un dibujo hecho a mano en la portada.

Si esto fuera una reunión de tu trabajo... Promete a tu compañero con problemas de comprensión que le harás un Power Point del proyecto en cuestión exclusivamente para que él lo entienda. No se lo entregues nunca. Cada vez que te lo reclame hazte el sordo. 

En la última reunión con la clase de mi hija me hice con cierta reputación...

ESCOLLO Nº3.- El debate absurdo.

El debate absurdo puede iniciarse por casi cualquier cosa ridícula que te imagines. Desde la diferencia entre las ceras blandas y las ceras duras pasando por el tipo de gomas para el pelo que pueden llevar las niñas encima o cómo deben ser las zapatillas de deporte homologadas para la clase de gimnasia. “Ojo-cuidado” con este tema. Como te descuides se hacen las nueve de la noche y seguís discutiendo sobre la misma historia. O escuchando una y otra vez los mismos argumentos, como en la última reunión que tuviste sobre el Proyecto Tomelloso en tu trabajo. Yo no estoy nada a favor de la violencia y mucho menos del autoritarismo, pero hay casos en los que está justificado que te comportes como un auténtico dictador. Busca los argumentos más absurdos que se te ocurran a favor de cualquiera de las opciones, hazte con unos cuantos partidarios e impón tus ideas lo más rápido posible.

Si esto fuera una reunión de tu trabajo... Tus compañeros entrarán en un bucle infinito donde los tres mismos argumentos irán repitiéndose por turnos durante tres horas hasta que a todos os sangren los oídos. La única opción para salir del debate absurdo es fingir que has visto al espíritu de tu abuelo y que te ha pedido que busques un tesoro que escondió en el pueblo antes de la guerra.

ESCOLLO Nº4.- El grupo de guassap.

Tema peliagudo. En Glup Glup ya hemos hablado varias veces del asunto en artículos como Los grupos de madres del WhatsApp o La Vuelta al Cole en 20 Gifs. En resumen: no estamos nada a favor y preferimos que nos arranquen las uñas de los pies con unas tenacillas de hierro candente. Pero, claro, cuando te encuentras arrinconado entre la madre más activa de tu clase (la que organiza el festival de fin de curso y se encarga de comprar el regalo de despedida a la profesora) y la pizarra es difícil librarse de dar los datos de tu número de teléfono. Para esas circunstancias te recomendamos seguir las técnicas de disuasión que aparecen en este vídeo:

ESCOLLO Nº 5.- El lentorro.

Siempre hay alguien que necesita cuatro veces más de lo normal para copiar la información que está explicando el profesor. Darían mucha penita… si no fuera porque esa misma información viene escrita en un papel que nos han entregado al principio de la reunión y es la tercera vez que escuchas la frase “el dinero de las excursiones se entregará en un sobre cerrado con el nombre del niño”, pero esta vez en modo velocidad lenta, lentísima, lentitísimaaaaaaaa… A la velocidad antónima con la que soltarías hostias como panes al culpable de que todavía estéis por el punto número 3 de la lista de temas a tratar.

Si esto fuera una reunión de tu trabajo... tú serías el lento, lentorro, todo como parte de un perverso plan para vengarte de todo el tiempo que te han hecho perder tus compañeros en la oficina durante todos estos años. Quien ríe el último...

¿Puedo ir ya al baño a cortarme las venas? 

Quizá pienses que estoy exagerando. Que soy una drama queen. Que le doy demasiadas vueltas a la cabeza.

En parte sí, porque de lo que se trata es de reírnos un rato juntos con este asunto y quitarle chicha a lo difícil que es esto de ser padre hoy en día. En verdad, mi realidad tampoco es tan dura, exagero bastante cuando cuento las cosas. Es más: la semana pasada concluyó mi última reunión de comienzos de curso y, a pesar de que me enfrenté a varios de los escollos que nombro en este artículo, tuve la suerte de que no duró más de veinte minutos. ¿Cómo lo conseguí? Muy fácil: introduje un tema candente, el del exceso de deberes en nuestro sistema educativo, y luego dejé que las fieras se despedazaran entre ellas. La profesora se asustó tanto viendo en devenir del asunto que decidió dar todos los puntos de su larga lista por explicados y nos dijo que no le pidiésemos entrevistas hasta finales de noviembre, por lo menos. Ahora tengo que ver cómo boicoteo la reunión de principios de curso del polideportivo. Estoy abierta a todas las sugerencias que dejes en los comentarios.

Enviar por WhatsApp

Este artículo lo ha escrito...

Rebeca Rus

Rebeca Rus (Madrid, 1974) es creativa publicitaria, escritora, columnista y responsable de la sección de cocina de la Revista Cuore. Es la autora de los libros "Sabrina:1-El Mundo:0", "Sabrina... Saber más...