¿Corres o haces running?

¿Corres o haces running?

¿Sabes lo que son los isquiotibiales y los abductores y lo que es ser pronador?  En esto de salir a la calle a correr y dejarte los pulmones ¿eres in o estás out? Hoy, Ana González Duque nos lo cuenta sobre ser un corredor en el país de los runners.

Recuerdo aquellos maravillosos años en los que con la frase “Cariño, me voy a correr” no te referías a ponerte unas mallas y unas zapatillas de deporte. En los que las amigas te llamaban para poneros hasta el culo de gin-tonics, no para entrenar y miraros el culo unas a otras. Y en los que los batidos eran batidos y no smoothies, las magdalenas eran magdalenas y no muffins (porque los cupcakes no son magdalenas, sino un atentado contra la insulina) y correr era correr —o como mucho, footing— y no running. Porque ahora no haces deporte, eres runner. Y como buen runner tienes que cumplir una serie de normas:

1. Si te apuntas a una carrera, tienes que hacerte una foto con el dorsal y subirla al Facebook. Y si llueve o lo has pasado mal, hay que contarlo. Cuanto más duro, más “Me gusta” obtiene. Porque, si nadie se entera de que has corrido, ¿para qué sirve?

2. También hay que colgar en Twitter: “Excelente manera de empezar un domingo: tantos kilómetros en ʹtaitantosʹ segundos”. A mí se me ocurren mil cosas mejores para empezar un domingo, empezando por la antigua definición de correr, pero tú mismo, macho.

3. Eso de que uno compite contra sí mismo es más falso que los labios de Belén Esteban. Si quieres durar en esto del running, lo mejor que puedes hacer es enganchar a una amiga o un amigo que corra menos que tú. Y después, decirle: “Vas a ir suave”. No hay nada como eso para reforzar el alma.

4. Hazte una lista de Spotify: no queda in lo de correr sin cascos. Y cuanto más larga, mejor, aunque tú en realidad no llegues a pasar de la quinta canción. Los que la siguen, no lo saben.

5. Cómprate un diccionario: a partir del momento en el que empieces a relacionarte con runners, te va a hacer falta saber lo que son los isquiotibiales o el síndrome piramidal.

6. Y avisa a tu familia de que de ahora en adelante, no van a cenar tortilla francesa con ensalada, sino proteínas con fibra.

La gente de 72kilos.com se toma con sentido del humor esto del running, ¿pero hay otra forma de hacerlo?

Lo cierto es que llega un día en el que te vas a poner esos vaqueros que tan buen culo te hacían, y los vaqueros no te pasan de media pierna. Después de saltar como si estuvieras jugando a carreras de sacos por toda la habitación, te das cuenta de que no, que no pasan, hagas tú lo que hagas. Y entonces, dices la frase del siglo: “Mañana me pongo a dieta y salgo a correr”.

"Mañana me pongo a correr" es una frase tan mítica como "Elegí un mal día para dejar de esnifar pegamento".

Pero, claro, con los niños y el curro, la única hora que tienes para salir a correr son las cinco de la mañana o las diez de la noche. Así que te pones el despertador, te preguntas unas veinte veces “qué coño estoy haciendo levantándome a esta hora”, y te calzas las mallas y las New Balance. Estiras en el portal mientras el borracho de la esquina te mira pensando en si eres una alucinación, y sales a la aventura, como si fueses Afrodita surgiendo de la espuma. A los diez minutos, la que echa espuma por la boca eres tú. Y más que Afrodita, pareces Medusa. Sobre todo, en la mirada que le diriges a tu marido cuando ves que ha invadido la ducha.

Ten cuidado con el tema del postureo en este asunto. Te puede salir muy caro.

Pero sigues. Porque ese día lo cuentas en el trabajo. No dices que has estado diez minutos y que casi sacas el hígado por la boca, sino que dejas caer como quien no quiere la cosa: “Esta mañana fui a correr y vi las obras nuevas que están haciendo en la avenida”, y una compañera —una de esas con el culo perfecto— te mira sorprendida y dice: “Ay, si corres por la avenida, podemos quedar mañana”, y tú te cagas en tó–lo–que–se–menea porque ya habías encontrado una excusa para no levantarte como las gallinas al día siguiente. Pero suspiras, asientes medio desmayada, y esa misma tarde te vas al Decathlon a comprarte ropa de runner.  

Una vez que empiezas es fácil que se transforme en una obsesión.

La dependienta te habla de tecnología Boost y de ropa ClimaCool y te enseña unos colores que parece que a Ágatha Ruiz de la Prada le dio un ataque epiléptico al diseñarlos, pero tú dices que sí y pagas un pastón por una ropa que si Coco Chanel levantara la cabeza, se volvería a morir en el acto. Al día siguiente, el borracho está seguro de que eres una alucinación. Empiezas picándote con la del culo perfecto. Y ya. Eres una runner. Estás jodida.

Cuánto más bajas sean tus expectativas mejor te irá en este mundillo. 

A partir de ahora, las maletas de las vacaciones serán todavía más complicadas. Espero que se te dé bien el Tetris. Porque ahora no solo hay que llevar ropa de día y de salir, sino unas zapas y las mallas y un cortavientos y el pulsómetro con GPS y…

 

Todas las ilustraciones de este artículo pertenecen a la web 72kilos.com.

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Este artículo lo ha escrito...

Ana González Duque

Ana González Duque (Santa Cruz de Tenerife, 1972). Médico anestesista. Bloguera. Friki declarada. Sobrevive a un marido traumatólogo, dos niños y un gato negro. Autora de "El blog de la Doctora... Saber más...