De profesión: Troll
De profesión: Troll
Las redes sociales hoy por hoy son un reflejo de la sociedad en que vivimos. Los exhibicionistas de la red se corresponden a los amigos chismosos, incapaces de guardar un secreto ni propio ni ajeno. Y luego están los trolls, esos tocanarices que cualquier hijo de vecino se ha encontrado en la vida real alguna vez y, que pululan por las redes sociales como Pedro por su casa.
Y es de los trolls de los que vamos a hablar hoy. Porque aunque no lo parezca hay muchas clases de seres malignos en las redes. Recapitulando, tenemos a los Orcos, los Olog-hai, los Goblins, los Caminantes Blancos…
Y por supuesto, cada uno tiene su especialidad. Dedica su tiempo a rebuscar entre los posts de sus “amigos” para encontrar leña con que encender su hoguera. Y si no da con nada jugoso decide publicar él mismo algo que atraiga la atención de los demás, el caso es hacerse notar. La polémica es su alimento. Son aquellos que hacen suya la frase de Dalí: Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí… Este tipo de trolls no se escudan en el anonimato sino que firman sus entradas y se sienten orgullosos de ellas.
Lo bueno de trolear es que a lo peor te toca uno más listo que tú y te sale el troll por dónde nunca ve el sol
Pero de todas las clases de trolls los peores son los Dredds que se creen jueces de lo que es correcto y lo que no. Estos se dedicaran a denunciar imágenes o cuentas a diestro y siniestro, con unos músculos dactilares que ya quisiera Stallone para sí. Se escudan en el anonimato para dejar salir sus frustraciones personales en lugar de recurrir a actividades más saludables y placenteras.
Y da igual que los ignores, que los elimines de tu lista de amigos o que los bloquees… Los trolls son como la mala hierba que nunca mueren. O quizás como los Fénix, que resurgen de sus cenizas
Le siguen en la lista, los Protectores de la Real Academia de la lengua, son los que ni siquiera se detienen a plantearse la posibilidad de que el corrector del móvil te haya jugado una mala pasada. Ellos prefieren dejar en evidencia la errata y regodearse en su cultura.
No nos podemos olvidar del troll spoiler, que va buscando donde meter la nariz y desvelar a sus amigos cómo termina el libro que todos están leyendo, la película que todavía no has visto o el último capítulo de la serie que sigues desde la primera de sus nueve temporadas. Y además, este tipo de troll te tocará las narices bien, pero bien, bien. Ya que no se limitará a contarte el final sino que además publicará una imagen del momento clave del libro, película o serie. Y es que ya sabéis lo que se dice, las cosas o se hacen bien o no se hacen.
¡Peligro! Troll infiltrado en tu lista de amigos
Y por último nos damos de bruces con el Goblin aburrido. Ese que en la realidad sería el gracioso de la clase, que hace el tonto por mero aburrimiento y, que en lugar de cabrearnos nos arranca alguna que otra sonrisa.
Lo mejor de todo es que son tan buenos que llegas a preguntarte si es lerdo o un gran actor. Es como aquella chica que se preguntaba en Twitter cómo era posible que Michelangelo pintara la Capilla Sixtina tumbado de espaldas con el caparazón puesto.
Trolls, cómo reconocerlos
En fin… Estad atentos en vuestras redes porque no disfrutaréis de la experiencia completa hasta que no tengáis un par de trolls al acecho.
Este artículo lo ha escrito...
Olga Salar (Valencia, 1978). Se licenció en filología hispánica porque era la manera más sencilla de engañar a su madre: su progenitora pensaba que se estaba sacando una carrera mientras ella... Saber más...