Él por ella; ella por él

Él por ella; ella por él

Él por ella; ella por él

Feminismo.

2. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

Vamos a ver si hablamos claro y nos entendemos bien: el feminismo NO proclama la supremacía de la mujer sobre el hombre. Tampoco desmerece al género masculino en ningún aspecto y desde luego no aclama que hombres y mujeres debamos pensar o sentir igual. Tampoco pretende que las mujeres nos quitemos nuestras feminidad ni que los hombres se deshagan de su masculinidad. No. NO. NOOOOO. El feminismo aboga por la igualdad en derechos, libertades y obligaciones sociales entre mujeres y hombres. Ni más ni menos. El estereotipo de un término no lo define y lo mismo pasa con este, que parece que le tenemos alergia cuando su definición debería ser respaldada por todo ser humano con dos dedos de frente. ¿O acaso alguien de los aquí presentes quiere que el hombre o la mujer esté por encima del otro en derechos y libertades? Hacéoslo mirar muy mucho si la respuesta es sí.

Emma Watson en su discurso ante la ONU para la campaña #HeForShe.

Hombres y mujeres somos diferentes. Pensamos diferente. Sentimos diferente. Ni mejor ni peor, solo diferente. Son estas diferencias las que nos enriquecen a unos y a otros y las que nos definen como seres humanos. Nadie pretende hacernos andróginos o quitarnos todo aquello que nos define. Pero una cosa es aceptar, tolerar e incluso desear estas diferencias y otra muy distinta es sentenciar que debido a ellas el hombre está por encima de la mujer en algunas cosas. Eso ya no. Nadie está por encima de nadie aquí. Hay PERSONAS distintas entre sí a quienes se les dará mejor una cosa que a otra persona, pero nunca somos superiores o inferiores a nadie, da igual el motivo. Porque al final, aunque cada género tenga unos rasgos comunes, somos ante todo personas y todos tenemos el derecho a ser juzgados social y legalmente por igual. Y por mucho que esto suene muy lógico a ojos de un extraterrestre que observara la raza humana en general, no lo es en el día a día de nuestra sociedad.

Para empezar, hay más países que todavía tratan a la mujer como un mero objeto y propiedad del hombre que aquellos en los que la mujer tiene libertad de decidir por sí misma. Esto ya es un indicativo claro de que las cosas no andan bien. Resulta atroz ver cómo se sigue abusando de ella en todos los sentidos de la palabra; cómo se sigue castigando a la mujer por delitos que comete el hombre y cómo se le sigue negando el derecho a ser, sencillamente, un ser humano con sentimientos, necesidades y pensamientos propios. Atroz. Se despoja a la mujer de todos sus derechos y así, de su identidad. Pasa a ser una extensión del hombre que hará lo que quiera hacer con ella, como si no supiera que es su igual y semejante porque como él, es humana. Humana, como él. Porque nadie, y repito NADIE, tiene derecho sobre una persona, sea hombre o mujer, que no sea él o ella misma. Nadie. Da igual cómo vistamos, cómo hablemos, cómo pensemos o cómo nos comportemos: nadie es dueño de nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestras decisiones o nuestros sentimientos. Y, desde luego, nadie salvo nosotros es dueño de nuestra vida y nuestra voluntad, por lo que nadie tiene el mínimo derecho a coaccionarnos, humillarnos o controlarnos.

Si miramos en nuestra burbuja de países desarrollados, supuestamente liberados y socialmente modernos, tampoco es que tengamos un sobresaliente en eso del respeto y la igualdad en derechos. Todavía hay quien cree que el hombre está por encima de la mujer. Todavía hay quien no ve a la mujer como la víctima en cualquier tipo de abuso hacia ella y, de hecho, la culpabiliza. Todavía hay quien cree que el hombre debe tener el mando de una relación y controlar a la mujer como si fuera de su propiedad. Todavía hay quien cree que, aunque hombres y mujeres tengamos el mismo número de manos, piernas, ojos y cerebro, no podemos desempeñar los mismos trabajos. Todavía hay empresas que remuneran menos a las mujeres por el mismo trabajo que hacen sus compañeros hombres. Todavía se nos resisten los puestos directivos. Y no, no quiero que haya una mujer directiva porque sí, por el solo hecho de que sea mujer. Quiero que quien dirija el cotarro sea alguien cualificado, capacitado y el mejor en su trabajo. Pero quiero que tanto mujeres como hombres tengan las mismas oportunidades de conseguir estos puestos (y cualquier otro) y el mismo respeto de sus subordinados y colegas una vez conseguidos. La mujer no es menos inteligente que el hombre. La inteligencia es igual en la raza humana, no se distingue entre sexos. Una PERSONA tendrá más potenciada un área que otra y ya está. Eso no nos hace ni mejores ni peores que los demás, nos hace más o menos aptos para un puesto de trabajo o labor, así que la carencia de la mujer en el poder se debe solo a temas culturales de los que nos tenemos que librar, como todos los demás.

Sí, amigos. Todos podemos hacer de todo con nuestras manos, pies y cabeza.

Pero no solo en cuestiones laborales sacamos notas regulares. En cuestiones sexuales, tenemos un suspenso con un cero tan grande que no cabe en el papel, porque todavía hacemos una gran distinción de libertades e igualdades aquí. Repito: hombres y mujeres somos diferentes, sí, pero deberíamos ser tratados y juzgados por igual. ¿Por qué seguimos tachando a una mujer promiscua de guarra o facilona pero un hombre promiscuo es alguien que goza de su libertad sexual? ¿Por qué cuando salen vídeos de parejas grabadas de estrangis practicando sexo se ataca a la chica y no al que graba y difunde sin su consentimiento? ¿Por qué siguen existiendo tabús absurdos sobre la sexualidad femenina tales como la masturbación, el porno, las fantasías o los fetiches? ¿Las mujeres no tenemos deseo o cómo es esto? Tenemos órganos sexuales distintos pero no deseos sexuales distintos. El deseo sexual está en el cerebro y este es el mismo para todos. La diferencia es que a las mujeres se nos ha reprimido durante siglos y durante siglos se nos educó para ignorar estos deseos e incluso repudiarlos. Nosotras no podemos esperar tener orgasmos y mucho menos exigirlos. No podemos tener fantasías y hemos de avergonzarnos si las tenemos. No podemos ver el sexo como simple sexo porque somos sentimentales y nos enamoramos (¡!). Esto no es así y además es absurdo. El sexo es un tema complejo, lleno de innumerables matices y cada persona lo vive y siente según su forma de ser y su educación. Hay personas más sexuales que otras. Hay personas más sentimentales en el sexo que otras. Hay… PERSONAS. Y al final, en el sexo, como en todo, debe primar el respeto y el disfrute de TODOS los participantes, no solo de una parte.

El deseo es intrínseco al ser humano, chiquitines.

Evidentemente hay muchos otros pasajes en los que sacamos mala nota como sociedad, pero las bases son las mismas: pensar que nuestras diferencias naturales nos hacen superiores o inferiores. Mujeres y hombres no somos iguales pero sí complementarios. Hombres y mujeres tenemos diferencias que nadie debe hacernos cambiar, pero sí respetar y tratarlas de igual a igual. Porque a la postre, hombres y mujeres somos, ante todo, humanos. Y la humanidad debería tratarse a sí misma de una forma justa, libre de coacciones, presiones, violencia o humillación; haciendo que sus integrantes sean juzgados por igual y respetados por igual, sin importar la raza, la procedencia, la religión, la orientación sexual o el género. Una humanidad de hombres y mujeres con derecho sobre sí mismos y sus decisiones; con las mismas oportunidades, mismas libertades y mismas responsabilidades. Una humanidad de igual a igual… como proclama el feminismo.

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Este artículo lo ha escrito...

Sara Ballarín

Sara Ballarín (Huesca, 1980). Estudió Filología Inglesa y actualmente trabaja en una empresa multinacional de telecomunicaciones. Adicta a la comida basura, a los zapatos (nunca el tacón es... Saber más...