Queridos reyes magos… ¿por qué yo?

Queridos reyes magos… ¿por qué yo?
Se repite cada año. Da igual lo que pase. Da igual que se acabe el mundo y que los cuatro jinetes del apocalipsis entren en tu casa para desencadenar el caos. No te vas a librar, porque es Navidad y lo sabes… volverás a recibir algún regalo horrendo. No hay salida. No hay esperanza.
Cortilandia. Podría dejar este post aquí, no añadir nada más y todos los que lo leyerais ya podríais haceros a la idea del horror al que me refiero. Cortilandia. Lo repito, por si no ha surtido efecto a la primera.
Vale, lo acepto, con todo lo moñas que soy, no soy muy navideña. Bueno, me gusta ponerme de turrón Suchard hasta las cejas y regarlo todo bien de vinito. Si la cosa va de brindar, yo finjo estupendamente que estas fechas no me dan un poquito de alergia. Pero que la copa esté bien llena. Tú ponme un gintonic hasta arriba, hasta el borde y entonces seré más pro-navidad que Rudolf. Al menos termino con la misma pinta.
El caso es que siempre me ha gustado más la noche de reyes que nochebuena. Así soy yo. Materialista. Me encantan los regalos, a lo destroyer. Desenvolver paquetes aquí y allí y después gritar poseída por el espíritu capitalista, nadando entre jirones de envoltorios cuquis. Eso y el roscón de reyes mojado en leche con cola cao. Todo bien sano, así me gusta, Elisabet, que no se diga.
Aunque el mundo de los regalos se rige por sus propias normas y a veces el universo conspira para que tu obsesión, tipo síndrome de Diógenes, por acumular cientos de cosas (a poder ser que brillen, como las urracas) se ponga en tu contra. ¿A qué se refiere esta loca del coñer ahora?, os preguntaréis. Fácil: los regalos bomba, también conocidos como “¿pero esta puta mierda qué es?”.
Tenlo claro. Va a caer y tiene todas las papeletas de que tu suegra vuelva a regalarte bragas de cuello vuelto. Resignación y venganza.
Está claro. No nos vamos a librar. Siempre tenemos una tía abuela aficionada a los almacenes chinos o algún familiar con mala baba (o mal gusto, así en general) que decide que un gorro contra el frío con bufanda incorporada que cuelga como dos orejones en los que también se pueden meter las manos, es buena idea. Y de leopardo, ¡¡que no decaiga la fiesta!! (Y que conste que este artilugio del infierno lo vi la semana pasada en un aeropuerto, viviendo en la cabeza de un humano).
Hay versiones para todos los gustos, aunque mi favorita fue aquella figurita de un payaso triste (se acerca más a la realidad decir que tenía cara de estar pensando muy seriamente en el suicidio) sentado en un banco con una caña de pescar en la mano. No, no miento. He tenido en las manos ese regalo. De por sí ya es un regalo lo suficientemente inquietante, pero imaginad para alguien con fobia a los payasos. Mucho más entretenido, dónde va a parar. Cuando mi madre me vio llegar con eso en la mano controló a duras penas el impulso de llamar al Vaticano para solicitar un exorcismo y esta vez para el muñequito en cuestión. Menos mal, una vez que me libré.
“Pues aquí estoy, esperando a ver a quién me regalan para poder joderle la existencia”
Y yo me pregunto, Reyes Magos del mundo, amigos invisibles y demás regaladores… ¿qué os empuja a hacer esas cosas? ¿Es algún tipo de psicopatía? ¿Es una enfermedad transmitida por algún mosquito que habita en los mega almacenes chinos? Pero lo más importante… ¿por qué yo? ¿Qué os he hecho?
Vivo con miedo de que a alguien se le ocurra regalarme por reyes el disco de Melody. Tengo pesadillas con cosas de ganchillo y de macramé. Me despierto gritando que no quiero más calcetines de deporte. Porque esa es otra… los regalos “prácticos”. “Mira, cariño, este año te he comprado ciento cincuenta y dos pares de calcetines (de los blancos con rayita roja y negra) porque es súper útil.” Pues ole mis cojones que te voy a regalar yo el año que viene un paquete de papel del culo, que más práctico que eso no conozco nada.
Gracias por esta puta mierda. Ya me he cagado en tu alma inmortal.
Pero, he aquí mi consejo: cuando os entren ganas de mandar a tomar por culo en élfico, respirad y sonreíd. Decid que os encanta y después, en la intimidad, haced una hoguera, quemadlo y planead la venganza (aunque hay otras opciones). Y solo digo una cosa… quedan muchos libros de Belén esteban en las librerías…
¡Felices Reyes Magos, Amigo Invisible o Lo que Sea!
“Este año igual hasta nos llevamos el mueble del recibidor de tu casa, ¡por liarla más parda!”
Este artículo lo ha escrito...
Elisabet B. (Gandía, 1984). Trabaja en una oficina muy azul en la que se habla de comunicación corporativa; cuando sale corre a alimentar a sus dos gatos gigantes. Le encantan los zapatos, las... Saber más...