Soy guapo pero no me importa

Soy guapo pero no me importa

Muchos de los guapos oficiales de Hollywood se transforman en la pantalla, destrozan su imagen y disfrutan como niños asustando al personal con sus subidas o bajadas de peso. Un fenómeno que no es nuevo, ya lo hicieron en el pasado Tony Curtis o Robert de Niro, pero que hoy por hoy se ha puesto de moda para reivindica aquello que dice: “Soy mucho más que una cara bonita”

 

Si algo he aprendido en la vida es que los guapos, guapos, no necesitan ni de piropos, ni de alabanzas, ni de buenas fotos, ni de presumir de un hecho tan natural como que han nacido con la beneficiosa bendición de la guapura sobre sus hombros.

No hay nada más poco atractivo que eso de “ir de guapo” o “de guapa”, y nada más repelente que alguien que necesita continuamente mirarse en un espejo (o en un escaparate en su defecto) y que te pregunta en cuanto te ve: ¿estoy guapo? O, peor aún, esas personas que presumen de lo guapas que están cuando nadie les ha preguntado nada. ¡Oh Señor!, no lo soporto y en cuanto me encuentro con un guapo o una guapa que va de guapo o guapa, me parecen feos. Manías que tiene una.

Esto en la vida real abunda y en la vida estelar (o sea de las estrellas de Hollywood) también. Existen dos clases de estrellas: una que controla hasta el último foco del plató para que le enchufe el lado bueno, no se despeina ni cuando tiene que hacer una escena bajo el agua o paga a quince estilistas diferentes para salir siempre impecable y metiendo tripa (léase gente como Jennifer Aniston, Pierce Brosnan, Kristen Stewart, Demi Moore, Kevin James, Brendan Fraser o Daryl Hannah) y que cuando apuestan por salir un pelín despeinados siempre, siempre, acaban reapareciendo al final de la peli lo mejor que le permiten sus encantos. Estos no me interesan nada.

En el segundo grupo están esas personas tocadas por la varita mágica y que son verdaderos ángeles en la tierra. Y no exagero porque mi larga experiencia profesional me ha llevado a conocer a muchas de esas estrellas (naturales y nada vanidosas) en persona y comprobar que la belleza total existe y que no necesita para nada presumir de ella porque es evidente. Tan evidente que al contrario de pedir un foco en el lado bueno o blanquearse los dientes cada seis meses busca justo lo contrario y disfruta dejándose ver lo más feo o repelente posible.

Es reconocida en Hollywood la máxima de que cuanto más feo, gordo, esquelético o lamentable salgas en la pantalla, más cerca estás del Oscar, sin embargo hay muchos actores (hoy hablaremos de ELLOS no de ellas) que no lo hacen por el premio o el reconocimiento público, sino porque les encanta provocar y demostrar que además de una cara guapa (guapísima a veces) son capaces de hacer bien su trabajo, comprometerse y de paso, luchar con el peso de tanta hermosura sobre los hombros.

Porque sí, amiguitos y amiguitas, muchos de ellos también llevan fatal eso de ser guapos oficiales y disfrutan muchísimo modificando la imagen para parecer otras personas. Performances de las que nosotros, ahora, haremos un repaso:

 

FASSBENDER ES FRANK

Este año la máxima expresión del: “cambio de imagen sin importarme como me veo” llegará de la mano de mi amor platónico oficial, Michael Fassbender, que esta vez no ha adelgazado veinte kilos o se ha convertido en un esclavista recalcitrante, no, esta vez Fassy (que está hartísimo de ser considerado un sex symbol) se ha puesto una cabeza de plástico de varios kilos para encarnar a “Frank” un músico irlandés tan loco que no deja que nadie le vea la cara. Lo que nos llevará a disfrutar de su voz y su cuerpazo en la pantalla sin poder atisbar ni de lejos sus ojazos azules en toda la película. ¿Cómo lo veis? A mí me parece genial que este guapo entre los guapos reivindique de esta manera su talento por encima de su imagen. ¡Me encanta!

 

JARED LETO, CHICO MALO DE MODA

Recién Oscarizado gracias a su papel secundario en “Dallas Buyers Club”, Jared Leto es un provocador. No es considerado un súper guapo para todos los gustos, porque este chico es un poco “rarito” y a sus cuarenta y dos años (sí tiene cuarenta y dos y no lo parece) cuenta con unas  amistades peligrosas, un grupo de rock muy canalla y unos ligues imposibles para Hollywood, sin embargo nadie puede decir que sea feo, por el contrario, es muy atractivo y no le importó meterse en la piel de Mark David Chapman en la película “El asesinato de Lennon” en el 2007 y asustarnos con sus casi treinta kilos de más. Menudo cambiazo.

 

CHRISTIAN BALE, EL CAMALEÓN INGLÉS

Está claro que muchas mujeres suspiran por los huesitos de este británico de cuarenta años al que hemos visto crecer en la pantalla. Desde luego tiene fama de cascarrabias y un poco impertinente con la prensa (en Madrid siempre se ha portado muy bien) pero es un gran actor, muy currante, que bajó más de treinta kilos para rodar la peli “El Maquinista”, se ha puesto súper cachas para “Batman” y nos repelió hasta lo indecible en “La gran estafa americana” con su papel de Irving Rosenfeld. No podía estar más feo, descuidado y desaseado pero dicen que él disfrutaba como un niño asustando a la gente y paseando por Nueva York o Los Angeles sin que nadie lo reconociera. Un verdadero camaleón al que le encanta sacar lo peor de su imagen de vez en cuando.

 

JOAQUIN PHOENIX, GAMBERRO ENTRAÑABLE

A este chico sí que no le va el rollo de ser guapo. Joaquín Phoenix saltó a Hollywood muy joven y siempre con papeles entrañables donde poco podía destacar pero el paso del tiempo y un charme algo hippie le ha ido confiriendo un atractivo que vuelve locas a muchas. Es encantador, muy divertido y tiene unos ojazos de impresión, sin embargo aterrorizó durante un año a propios y extraños con una barba kilométrica y el aspecto de homeless para rodar lo que luego sería su documental “I'm Still Here” que le exigió subir varios kilos, no ducharse, ni lavarse los dientes y parecer el más gamberro y repelente de los mortales. Una pasada que no le importó experimentar y que disfrutó muchísimo, dice él. No os perdáis el documental.

 

JUDE LAW, GUAPO A PESAR DE TODO

A sus cuarenta y tres años Jude Law está abandonando, al fin, su papel de guaperas oficial del Reino Unido. Hace unos años decía en una entrevista que afortunadamente había aparecido gente como Robert Pattinson o Henri Cavill para ocupar el puesto de inglés atractivo en las películas americanas y que a él ya lo estaban llamando menos. De hecho lleva bastante tiempo rechazando comedias románticas y se ha centrado en el teatro londinense y en elegir con lupa los papeles, de este modo lo hemos visto en Sherlock Holmes y más feo, calvo y amargado que nunca en el papel de Karenin en la última versión de “Anna Karenina”. Un papel que personalmente no le hubiera dado, pero que a él le encanta por el salto de madurez que supone. “No soy solo una cara bonita” repite desde los veinte años y lo consigue en esta película.

 

JOHNNY DEPP, SIEMPRE DE CARNAVAL

Parece que Johnny Depp nació para salir disfrazado en sus películas. Empezó con “Eduardo Manostijeras” y hoy por hoy, a los cincuenta años, sigue pidiendo a gritos personajes que le permitan cambiar el pelo, el color de ojos, el tamaño y hasta la voz. Es el típico guaperas (tiene legiones de fans) al que no le importa salir irreconocible, espantoso o deforme si el director se lo pide y que no necesita grandes sesiones de fotos o de vestuario para ir siempre a la última. Johnny Depp es el prototipo del guapo que no necesita de halagos ni reconocimientos y eso no ha hecho más que engrandecer su talento. De sus últimas apariciones estelares: el sombrerero de “Alicia en el País de las Maravillas”. Insuperable.

 

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Este artículo lo ha escrito...

Claudia Velasco

Claudia Velasco (Santiago de Chile, 1965). A los 19, se trasladó a Madrid dónde estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y donde reside desde 1985. En la actualidad trabaja en... Saber más...