Malotes

Malotes

¿Te gusta el malo de la peli? ¿El villano de la novela?, ¿El macarra que con su chaqueta de cuero te guiña el ojo desde su Harley- Davidson? No te preocupes: al parecer es lo normal porque, en lo referente a la atracción pura y dura para las mujeres, siguen triunfando los malotes de toda la vida.

Ni un siglo de feminismo, ni el derecho al voto, ni la igualdad de sexos, ni la discriminación positiva, ni la paridad parlamentaria, nada, nada, ha conseguido cambiar una idea que muchos sicólogos y especialistas tienen claro: a la mayoría de las mujeres les van los malotes, el canalla independiente, el que te mira de soslayo y se hace el difícil, el de la chaqueta de cuero y el guiño de ojos… el malo de la peli y de la novela y eso, hijas mías, es aceptado por varios estudios y artículos que tuve a bien repasar antes de lanzarme a escribir la historia de hoy.

Personalmente –feminista consecuente y mujer independiente contra viento y marea desde que me acuerdo− este concepto del malote de cine no me mola demasiado. Obviamente resultaba más atractivo en los sesenta el mentón mal afeitado de Jean Paul Belmondo, que los ojos angelicales de Alain Delon (eternos rivales en estas cuestiones en particular) y yo preferí siempre a Delon, desde que lo descubrí en El Zorro cuando tenía doce años, pero el paso del tiempo, la vida, me ha enseñado una cosa irrefutable: el tío inalcanzable atrae como la miel a las abejas y muchos de esos inalcanzables caminan por el mundo con un halo de canalla total que los convierten en irresistibles, ¿o no estáis de acuerdo?.

Según mi documentación, se acepta el hecho de que la mujer (antropológicamente hablando) admira al malote porque intuye fortaleza física y de carácter en su actitud, también, y esto es curioso, porque lo convierte en inaccesible, en el amor imposible, en ese que atrae pero al que nunca te llevarías a casa para siempre y según parece, ese hecho nos pone. Yo añadiría que a las mujeres, por norma, nos gusta el desafío, el sacrificio y el reto de conquistar al malote es una batalla muy tentadora ¿o no?, para muchas sí que lo es, y no hay nada más atractivo para una mujer que un reto a batir a fuerza de voluntad, amor y paciencia.

Tengo una amiga que siempre dice que toda mujer que haya vivido un poco ha tenido un canalla en su vida –o lo tendrá− y que una vez aprendida la lección, a otra cosa mariposa. En parte estoy de acuerdo, y ojalá fuera cierto, aunque la verdad es que muchas –y muchos, porque esto no es ajeno al mundo gay− tropiezan más de una vez con la misma piedra y siguen ahí, erre que erre, intentando redimir al canalla para convertirlo en el hombre perfecto, esperando el milagro, CRASO ERROR, el canalla nació canalla y morirá cantando, como la chicharra.

¿Y cuál es el modus operandi del malote corriente? En este punto me encantaría parar y que me contarais vuestras experiencias, porque seguro tenemos para confeccionar el Manual del Canalla de a pie, pero como no puede ser, seguro que coincidimos en más de alguna idea porque, lo sé, somos más las que hemos vivido la experiencia de tener un canalla en nuestra vida, que las que no, por unas horas, unos días o unos años, no lo sé, pero ahí estuvo él –o está− y nos entenderemos perfectamente.

 El primer paso hacia el malote llega, definitivamente, de manera radical. Suele entrar en tu universo de golpe, sin paños calientes, y eso descoloca, no me lo vais a negar, y cuando queremos reaccionar, ya estamos mandando mensajitos y esperando esa llamada que nunca llega y mirando el móvil mil veces por si no ha sonado (aunque te lo llevaste hasta al cuarto de baño para no perderlo de vista)… y en ese momento, está claro, el canallita atractivo y al que no te llevarías ni a misa en condiciones normales, que te miró y te puso en vilo unos días, desplegando su inexplicable magia, ya te echó el guante. Lo siento. Estás perdida y has entrado, sin querer, en el carrusel de incoherencias que se convertirá tu vida al lado del malote.

Porque está claro, y visto desde fuera, que todo lo que te pasa junto al canalla va en contra de tus principios normales, aceptas cosas que jamás aceptarías, no escuchas a las amigas, ni ves más allá de la incertidumbre que él te regala porque, vamos a repasar algunas actitudes típicas de malote, sólo aporta desasosiego.

¿Quién no ha conocido a ese tío que siempre parece estar esperando una mejor opción que tú aunque te tenga cogida de la mano?, ¿uno que no termina de quedar contigo hasta que estudia bien sus posibilidades y al fin, cuando no hay nada mejor en su horizonte, llama y concreta la cita?...

¿Y el que llama y quiere verte porque “está todo el mundo de puente y solo quedamos tú y yo”?, ¿el que mientras cena con su cita mira y remira a la camarera, a la que está en la mesa del al lado, en la del frente y a la que entra por la puerta…?¿el que nunca se compromete “porque tiene una vida muy complicada” pero no corta jamás el hilito contigo por si acaso?, ¿el que se pasa todo el invierno saliendo con alguien pero llegadas las vacaciones se semana santa las organiza con los amigotes o con otra chica más resultona?... ¿el que de repente saluda a una desconocida con un beso en la boca, aunque a ti no te había informado (ni a ella tampoco, porque esto suele ser un juego de ida y vuelta) que estaba saliendo con alguien?, ¿el que no deja que su pareja lo llame “novio” en público, ni le presenta a los amigos y mucho menos a la familia?, ¿el que te deja tirada en cualquier parte porque se acordó de que tenía otra cosa que hacer?, ¿el que tarda horas en responder a un WhatsApp o a un email?, ¿el que espera que siempre llames tú y no se interesa jamás por tu salud, tu trabajo o tu bienestar?, ¿el que no soporta a tus amigos y no te acompaña a ninguna parte?, ¿el que se va de viaje y el desfase horario le dura una semana impidiéndole llamar a su novia?, ¿el que no dice “te quiero” porque son chorradas sentimentales?, ¿y el que siempre hace planes de futuro excluyéndote ostensiblemente en ellos?...

 Y estas canalladas light –suministradas por amigas, conocidas y yo misma− no representan nada si las comparamos con esas infidelidades de campeonato (con alguna ex, amigas, compañeras de trabajo, colegas, primas, hermanas, cuñadas o la mejor amiga de su novia) que muchas personas perdonan, una y otra vez, soñando con que “ya cambiará y se dará cuenta que nadie lo va a querer más que yo”. O, y esto me encanta, esas vidas misteriosas, que el malote siempre tiene, irrefutablemente, y que nunca, jamás, ni en sueños, compartirá contigo, con lo cual tienes la clara sensación de estar enamorándote de un desconocido.

¡Oh Señor!, ¿las que habrán conseguido meter dobladas los malotes a sus conquistas?, ¿lo que no obtendrá una sonrisa de soslayo y una mirada matadora de una mujer rendida al malote?... Y la que esté –o el que esté− libre de pecado, que tire la primera piedra.

El malote por lo tanto, es un alma libre, o pretende serlo, y cuando entra en la vida de cualquier amante de los malotes, se la pone patas arriba, le da marcha, la sumerge en un carrusel de emociones y luego, pasado el tiempo −las oportunidades, los perdones, los llantos y las reconciliaciones− la abandona para pasar a la siguiente mejor opción, otra amante de los malotes (normalmente más joven) dispuesta a dejarse la salud en conquistarlo, domarlo y llevarlo al altar (o donde pretenda ella llevarlo) sin ningún éxito, claro, porque, amiguitos y amiguitas, el malote nunca sienta la cabeza, aunque se case y tenga hijos, no lo hará, porque el mercado el muy amplio y a él le encanta probarlo, y el canalla, muere canalla, ya lo dije antes.

Confirmo que esta realidad la reconocemos, la criticamos, la asimilamos y nos la pegamos en la frente con la intención de no olvidarnos de los peligros del malote, sin embargo, el malote sigue triunfando, tal vez es culpa de la literatura y sobre todo del cine, donde ser canalla se valora al alza, seguramente es así, pero yo me quedo con la visión “antropológica” del tema y me sigo preguntando: ¿por qué nos atrae tanto el malo de la película, al que sabemos reconocer a la primera de cambio?, ¿por qué percibiendo el peligro no podemos resistirnos?, ¿por qué no siendo un Adonis rezuma tanto sex appeal que nos volvemos tarumba?. ¿Me dais vuestra opinión sincera?

En resumen, ojo con el malote y para no olvidarnos que cómo pueden ser… algunos atractivos canallas de cine que ejercieron su papel a la perfección. ¿Qué puedo decir de Marlon Brando que prácticamente inventó el término “canalla” con su interpretación de Stanley en “Un tranvía llamado deseo” en 1951?, pues que este actor –que lo mismo atraía animalmente a mujeres que a hombres− se casó tres veces y se divorció las tres, sumó millones de conquistas y murió cantando, porque hasta el final de sus días, con o sin kilitos de más, se llevó de calle a cualquier mujer que se le pusiera a tiro.

James Dean, al que comparaban habitualmente con Brando y viceversa, no fue muy prolífero en conquistas porque no le dio demasiado tiempo, y además su ambigüedad sexual le perseguiría hasta el final de sus días, concretamente hasta el 30 de septiembre de 1955, cuando murió a los veinticuatro años víctima de un accidente de coche, sin embargo Dean levantó y levanta pasiones, él encarnó al macarra rebelde, apasionado y atractivo de “Un rebelde sin causa”, Jim Stark, en 1955, y han sido millones de jóvenes de todo el mundo los que han intentado imitar desde entonces su peculiar forma de mirar… de soslayo… que tanto inquietaba al personaje de Liz Taylor en “Gigante”.

Sean Penn, macarra de ascendencia irlandesa por excelencia, tiene el innegable honor de haberse casado con Madonna allá por 1985, cuando lo mismo protagonizaba las películas de moda que atacaba a palos a los paparazzis que seguían a su mujercita por aquellos mundos de Dios. Penn, que desde su primer papel serio en 1983, en la película “Bad Boys”, ya despuntó por su capacidad interpretativa y compromiso, ha sido siempre el típico malote con carisma que trae de calle a mujeres de todas las edades y nacionalidades. Tiene un inconmensurable talento, dos Oscar como mejor actor y dos ex mujeres famosas (Madonna y Robin Wright, que creyó haberlo domado durante sus catorce años de matrimonio) ahora está libre otra vez y su última gran conquista fue nada menos que el icono sexual de nuestros tiempos: Scarlett Johansson.

Kevin Bacon. ¡Oh Señor! ¿hay alguien con unos andares más sugerentes y canallas de Kevin Bacon en la pantalla?, pues no. Este chico de Filadelfia, a sus  cincuenta y cinco primaveras, ha hecho de todo el en cine, empezó como ídolo juvenil con la película “Footloose” en 1984, pero afortunadamente superó la carga de estrella adolescente y ha hecho los mejores secundarios de las últimas décadas –por ejemplo en “JFK”, “Apolo 13”, “Sleepers” o “Mystic River”− un todoterreno con un enorme talento, mucho desparpajo y una voz de esas que arrastran todos los tonos graves del universo… es un canalla de manual, muy coqueto, pero felizmente casado desde 1988 con la insufrible (lo siento, pero no la soporto) Kyra Sedgwick, con la que tiene dos hijos ya mayores.

Sean Bean, este actor inglés (aunque ha hecho muchos papeles de irlandés) es del tipo macarra-elegante−intelectual. Tiene un charme especial y vuelve locas a las féminas de todos los continentes. Suele hacer papeles de malo, malísimo, donde con la melena al viento y la barba de tres días, nos vuelve locas, aunque de padrazo noble y serio –Ned Stark en “Juego de Tronos”- también nos deja sin aliento. En su vida personal es un veleta. A sus cincuenta y tres años ya se ha casado CUATRO veces y se ha divorciado las cuatro, es el terror de las nenas, y las prefiere jóvenes y llamativas.

Johnny Deep, personalmente no soy muy fan de Johnny como hombretón sexy, pero sí me parece un actor peculiar y con mucho talento. Es el macarra (con necesidad de ropa limpia) a la vez tierno y desprotegido que se las trae de calle con esa vulnerabilidad suya, que irradia en medio de esos papeles que elige –sobre todo últimamente− que cautivan a nuestros hijos. Según dicen su papel de Jack Sparrow es en sí mismo un icono sexual para muchas féminas y a él le encanta. Tiene cincuenta años, aunque no los aparenta, y es un canalla peligroso con las mujeres, solo basta preguntárselo a sus ex: Sherilyn Fenn, Kate Moss, Winona Ryder o a su reciente segunda ex mujer (porque Johnny ya estuvo casado allá por 1983) Vanessa Paradise (qué pobre ella, también creyó haberlo domado en sus catorce años de convivencia) que hablan pestes del actor… a este mejor verlo solo desde la pantalla. El que avisa no es traidor.

Y para acabar mi ñami ñami particular, porque lo confieso, estoy LOCA por Michael Fassbender. Fassbender, Fassy Shark (tiburón Fassy) para sus conocidos, es el mejor actor de su generación, sí, pero muy peligroso fuera de los platós. Se liga todo lo que se menea, especialmente si se trata de bellas muchachitas de raza negra, que lo atraen como la miel a las abejas, y la cosa no le dura más de dos o tres meses. Dice que odia la palabra “nosotros” en una relación y es especialista en huir a la primera de cambio porque tiene otra cosa mejor que hacer al otro lado del mundo, claro que si te mira, alguna vez, con esos ojazos color turquesa entornados… ¿hay alguien en su sano juicio que pueda resistirse?, yo no y aviso a navegantes: el motero de pro y tiene una Harley- Davidson. Ohhhhhhhh.

 

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Este artículo lo ha escrito...

Claudia Velasco

Claudia Velasco (Santiago de Chile, 1965). A los 19, se trasladó a Madrid dónde estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y donde reside desde 1985. En la actualidad trabaja en... Saber más...