La Emprendedora

La Emprendedora
Dar el salto y montar tu propio negocio no es nada sencillo. Pero si ya tienes una familia que cuidar, niños a los que llevar de acá para allá, una nevera vacía que llenar constantemente y tú eres la principal responsable de que no falte papel higiénico en casa, ya tienes mucha madera de emprendedora. Ahora sólo necesitas una pequeña guía para saber lo que tienes que hacer... y no desanimarte, claro.
Llevo mucho tiempo queriendo escribir algo para este maravilloso lugar, plaza pública de las chicas de mi generación, que leo ávidamente todos los días para evadirme un poco, o un mucho, de mis circunstancias. Pero no lo he hecho antes porque pensaba que mi experiencia carecía de verdadera relevancia.
¿Qué puedo aportar para las amigas de Glup-Glup, que no sea lo que hacen ellas todo el rato con el mismo acierto, o falta de él, que yo misma?
Trabajar, cuidar de sus hijos, supervisar sus tareas del cole, las citas con el pediatra, llevarles y traerles de las extraescolares, controlar las cuentas de la casa, organizar que en la nevera siempre haya cenas para todos los días de la semana, estar pendiente de mis padres y hermanos, cuidar del bienestar del perro, el gato, acordarme de pronto que no he ido a la peluquería en cuatro meses, arrear con los problemas de mi empresa…
-¡Eso! – Dice mi amiga Rebeca Rus, que es una incondicional, el tipo de amiga capaz de apreciar positivamente las peripecias a las que yo llamo para abreviar “pesadillas diarias”- Esos líos de montar una empresa seguro que interesan. Mucha gente debe dudar si hacerlo, porque no sabe cómo enfrentarse a los escollos que la Administración y el mundo te tienen preparados. Pero tú nos los puedes contar, para que vean que no es tan complicado. Tú eres la heroína, (-más bien el crack, incluso la maría- oigo una vocecilla impertinente en mi cabeza) capaz de montar una empresa que ha sobrevivido ya 7 años. Eso hay que compartirlo, reina.
Pero vamos a ver. ¿De verdad le puede importar a alguien que diferencia hay entre cotizar con una S.L.U. (Gracias a Monedero todo el mundo puede ya hablar de esto con cierta soltura y gracejo) o como autónomo? ¿Si más vale un mal socio que un buen inversor? ¿La diferencia entre el nombre de tu sociedad y tu marca comercial? ¿El posicionamiento SEO para Dummies? ¿O si definitivamente es o no la maldita peluquería un gasto desgravable?
Yo sinceramente no lo creo, pero Rebeca, que es una terca, digodigodigo, una incondicional, me insiste en que todo eso es algo fundamental en vuestras vidas.
¡Así que ahí vamos! No nos lo pensemos más. ¿Veis? Este es el famoso “espíritu emprendedor” del que los hombres hablan tanto. Lo que nosotras llamamos “ponerse a ello de una piiiiiiiiii... vez”
Bien, ante todo, y de lo que voy a hablaros hoy, está el SALTO. ¿En qué consiste ese hallazgo? Verás, si no eres una de esas afortunadas que se sacó una oposición porque no estabas pensando en otra cosa a los veinte, en vez de estar “en lo que hay que estar” y te llaman en la frutería “la funcionaria”, pasarás de ser una asalariada con un sueldecito, unas responsabilidades limitadas a dicho ingreso y un jefe más o menos cretino por “encima” de ti (o peor, una parada recibiendo tu prestación mísera, que además se va extinguiendo) a experimentar la libertad más absoluta, maravillosa, extrema, terrible, embriagadora… y peligrosa.
Ser empresaria consiste en trasladar tu capacidad para hacer el pinto-puente a otro ámbito de tu vida.
Sí amiga, un negocio es vértigo, un gran riesgo para tu salud mental. Vas a ser responsable de unas cuentas, unos créditos, un alquiler, unos gastos, unos clientes, unos productos o servicios que tienen que estar perfectos…¡Vaya! ¡Pero si es lo que hacemos todas a diario con nuestra casa y nuestros hijos! Pero ¿¿¿entonces???
Si ya tienes una casa que cuidar, uno o más niños que llevar a diferentes actividades extra-escolares y estás pendiente de que no se acabe el papel higiénico, ya puedes presumir de dotes empresariales.
Efectivamente, la primera gran revelación va a ser que en toda mujer hay una emprendedora nata. Subyace ahí, enterrada en capas de cultura macho dominante y miedos a lo desconocido. Nos han dicho que nuestro reino es el hogar, y nos lo hemos creído. Pero, quía, nuestro imperio no tiene límites, se los ponemos nosotras. Y eso está bien, lo bordamos, nos hacemos un corralito y lo tenemos perfecto, apañado, como los chorros, pasa, vecina, mira qué brillos tengo en el fregadero. Ni cal ni col. Veo la envidia en tu cara. Je, je, cuando quieras vuelves a por otra, maja. Tacita de azúcar quiero decir, mona.
Perdón, se me va la pinza, os decía, el SALTO consiste en abrir una sucursal al cercado. Ni más ni menos.
En lugar de un circo pequeño, estilo el que tenía Bárbara Rey, con sus dos tigres, su serrín en el suelo, un elefante, e (imprescindible) su domador desquiciado, vas a llevar uno tipo Cirque du Soleil: tres pistas, doscientos trapecistas egomaniacos, y una copa cóctel gigante con chavala contorsionista desnuda dentro y que te vendrá bien, porque igual necesitas bebértela al final del día (sacando a la chica previamente)
¿Que no te apetece? ¿Perezón? Lo entiendo. No todo el mundo puede sobrevivir en libertad. Vivan las canas, y tal. Pero chica, si lo tuyo es el peligro, el multitasking y no sirves para aguantar latigazos en galeras, vente conmigo. Salta conmigo, digo ¡SALTA!
Tendrás que ser valiente, arriesgar y no temer a los elementos, pero no te montes películas en tu cabeza.
Verás mundo, pasarás miedo, peligros, pero tendrás grades satisfacciones, dolores de cabeza, alegrías incomparables, emociones, aventuras, serás pirata y tendrás que llevar el barco a puerto con el botín, esquivando al recaudador del Rey (por supuesto, esto es una metáfora romántica, querida Hacienda) los motines a bordo, que los habrá, y te dolerán y mucho, pero, oye, una cosa es segura, te sentirás VIVA.
Pero… ¿y si muero? ¡Qué es la vida! Por perdida yo la di, cuando el yugo del esclavo como un bravo sacudí.
Toda esta poesía y subidón al que os he llevado en volandas se van a encontrar, como las olas al acantilado, por seguir con la coña marinera, con la Ventanilla Única Empresarial, www.vue.es, el primer gran ESCOLLO para tu nuevo espíritu emprendedor. Las Administraciones estatal, autonómica y local, como el Cancerbero, y sus tres cabezas, te van a mirar mal, mal, mal. Ante ella sentirás retortijones, dolores similares al del parto, pero ¡contracciones a ti! Tú tienes una idea, un plan, un objetivo, unas ansias de libertad…Y te sentirás prevenida y preparada. Una vez que has saltado, te lo aseguro, vas a caer de pie.
El ATERRIZAJE después del SALTO… esa es otra historia, la próxima historia. Ya te la contaré en otra ocasión. Si le encontramos la relevancia.
Este artículo lo ha escrito...
Carmen Rodríguez Mazo (Madrid, 1966). Emprendedora, madre de dos adolescentes, Animal Whisperer. Directora ejecutiva de TOCH Studio.
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