Los chefs, los nuevos “yonquis” de la TV

Los chefs, los nuevos “yonquis” de la TV

La televisión de este país es una viciosa: cuando encuentra algo que le gusta, lo exprime al máximo. O, tal vez, lo que tiene es una carencia de ideas tan inconmensurable que lo único que puede hacer es machacar con lo mismo hasta que la oca de los huevos de oro se muera. Pero tranquilos, harían un programa de cocina basado sólo en foie

Creo que la culpa de todo la tiene Ratattouille, esa película de Disney en la que un ratón enseña o cocina a través de un petardo que no sabía distinguir una calabaza de un ajo y que hizo a padres e hijos pensar “pues si una rata puede hacerlo, ¡yo también!”. Y desde entonces, y cada vez más, la cocina está de moda. Tan de moda está que en la televisión no dejan de bombardearnos con realities de tan alto arte, el culinario. Demasiado ya.

Entiendo que la crisis -no sólo económica sino de ideas originales- hace con que se escatime en apostar por nuevas fórmulas, pero ¿de verdad es necesario tener la parrilla televisiva completamente saturada de chefs y aspirantes a tal? La alarma me saltó hace unos días, cuando tras ver uno de estos programas no sólo ofrecían otro diferente a continuación, sino la información para el casting de uno nuevo. Pero ya sentía un pequeño tufillo a saturación cuando un gran amigo, de esos a los que has de llevar comida cuando te invitan a cenar a su casa, me dijo:

 “Eva, no te preocupes, voy a hacer yo la cena, prometo que esta vez la haré, no tenéis que traer nada”

“Venga, ¡va! A ver, dime el menú”-contesté incrédula.

“Cableado italiano con salsa de hongos sobre lecho crujiente de especias”

Ojiplática que me quedé. Y más al ver el plato; espaguetis con salsa de champiñones y unas tostadas con ajo. ¡Masterchef, qué daño has hecho!

Lo que entiende mucha gente por Alta Cocina es ponerle nombres dadaístas a los platos. Y unas cuantas flores desecadas de ornamento. 

Está claro que, con la crisis económica, hay que apretarse el cinturón y si la cocina es un buen hobby que por unos cuantos euros más te puede dar mucho juego, la gente lo aprovecha. Yo misma soy una apasionada de la cocina, me encanta experimentar y crear, pero que las televisiones nos bombardeen a todas horas con el mismo tipo de programas, me recuerda a cuando Callejeros puso “de moda” a los yonquis y a todas horas había una horda de reporteros en los barrios chungos buscando al yonqui más gracioso o a la salida de las discotecas poligoneras. O en Ibiza, que aunque iban de blanco y no tenían pintas de desahuciados sociales, tenían más droga en el cuerpo que Pablo Escobar en la alacena.

Sólo en las cadenas principales, sin contar secundarias de la tdt y las de pago, he contabilizado más de media docena de estos realities:

1.-  Esta cocina es un infierno, que se estrenó en el 2006 y que Mediaset resucitó este pasado verano en una de sus cadenas secundarias. En este programa, doce famosetes de estos que suelen vivir de realities se metían en una casa y los sacrificados Sergi Arola y Mario Sandoval eran los chefs que capitaneaban los equipos. Como era de esperar, la sangre no se veía sólo en la cocina, sino en la espalda de muchos de los concursantes, así que el aprendizaje en la cocina era sólo una excusa más para poder poner en primera plana las hieles internas de los concursantes. Todo un fiasco que terminó en 7 programas.

Tal fue el fiasco del programa en la TV, que no hay muchas más capturas de él en internet. Y fijaos en las caras de los pobres chefs… Fijo que estaban pensando “¡yo he venido aquí a hablar de cocina, no de putadas!”

2.- Duelo de chefs, un programa de Cuatro allá por el 2006 que comenzaba ya la búsqueda del mejor chef amateur cambió de repente y enfrentó a dos famosetes en cada programa. Creo que hasta hace poco, las televisiones no se han arriesgado a trabajar con amateurs, no vaya a ser que la gente piense que puede hacer lo mismo que las estrellas de la tele.

Famosos, famosillos y famosetes han sido los protagonistas de los concursos de cocina. Hasta que los presupuestos se redujeron y tuvieron que tirar de españolitos de a pie que buscan una nueva salida profesional.

3.- Un restaurante en mi salón fue la apuesta de Cuatro en el 2011. En esta ocasión, dos parejas de aficionados a la cocina tenían que redecorar y preparar, en 48 horas, una cena en su casa. Como premio, tres mil eurazos del ala. Yo vi algún programa, y, sinceramente, algunos de los platos no había por dónde cogerlos. Pero reconozco que el estrés a los que concursantes estaban sometidos sin ninguna guía profesional es digno de mención. En otros países fue un éxito rotundo, pero aquí pasó sin pena ni gloria.

Tres mil euros por servir pollo empanado y un corte de helado no está mal. Sobre todo si te juzgan tus amigos.

4.- Pesadilla en la cocina con Ramsay fue la primera apuesta del grupo Atresmedia por este tipo de programas allá por el 2012. Con el macho alfa de los Chefs, Gordon Ramsay, a la cabeza, empezaba a perfilarse el nuevo concepto de cocina profesionalizada en pantalla y un cliché que, creo, perdurará por mucho tiempo; la mala leche de los chefs. Porque si bien Ramsay es un genio, eso del autocontrol no lo lleva nada bien, y ha cerrado más restaurantes –y bocas- que un inspector de sanidad. Como era de suponer, la versión Typical Spanish no se haría esperar.

Dos hombres y el mismo destino: cocinas llenas de mierdusca, cocineros maleducados a los que dan ganas de meter la cabeza en el aceite hirviendo, cartas absurdas y mucha audiencia.

5.- Pesadilla en la cocina con Chicote, quien fue elegido como el buque insignia de los programas de cocina del grupo Atresmedia acercándonos más aún la sensación de haber podido ser envenenados en cualquier garito de la geografía española. La primera temporada comenzó a emitirse en La Sexta antes de su fusión con Antena 3 allá a finales de 2012. Hace escasas semanas ha comenzado la segunda temporada, lógicamente tras la final de Top Chef porque ya sería de recibo ver a Chicote en dos programas al mismo tiempo. El mismo concepto que la versión USA pero con un poco de menos mala leche. O, quizás, con más impedimentos legales para pegar el portazo a algunos restaurantes porque, no nos engañemos, hay algunos que sacan de quicio y dan ganas de hacer barbacoa con los protagonistas dentro.

6.- MasterChef comenzó su andadura allá por abril del 2013 en TVE. Con los chefs Jordi Cruz, sí, el de los labios más bonitos y carnosos de toda la televisión, Samantha Vallejo-Nágera y Pepe Rodríguez, comenzó la moda de los amateurs que quieren llegar a profesionales. Muchos otros chefs desfilaron por el plató, como Quique Dacosta, Juan Mari Arzak, Pedro Subijana, etcétera, llevando al show televisivo hacia la alta cocina. Lo que aún toda la audiencia se pregunta es cómo los jurados conseguían dar esos bocados tan extraños y forzados a los cubiertos. A finales del 2013, en plenas Navidades, nos ofrecieron la versión Junior para acomplejar a muchos espectadores que asumían que aquéllos críos manejaban mejor los cuchillos que ellos mismos. 

El serio, el guapo y Samantha.

7.- Top Chef, se emitió a finales del 2013 en La Sexta de la mano de Alberto Chicote, Susi Díaz y Ángel León, quien me dejó absolutamente alucinada con sus platos de placton. Con un formato muy similar a Masterchef, en esta ocasión los concursantes no eran amateurs, sino chefs profesionales y algunos de ellos reconocidos internacionalmente aunque no por ello exento de tremendos momentos como las uñas de una pintada en un caldo o la hemorragia anular sobre los calabacines, lo que les costó a los dos interfectos la expulsión del programa. Señores del jurado: ¿ustedes no han oído hablar de la crisis y de que todo se tiene que aprovechar? ¡Eran unos incomprendidos! Por cierto, he de decirlo: había algún que otro chef que estaba para comérselo sin cocinar.

Hay que tener muchos bemoles para decirle a un compañero de profesión que no vale lo que está haciendo, pero es que con esas caritas de ángeles…

8.- Deja sitio para el postre, que actualmente se está emitiendo en Cuatro, tiene el mismo formato que Masterchef o Topchef, con una diferencia; los amateurs, en este caso, son amantes de la repostería. Tres grupos capitaneados por Amanda Laporte, Sergi Vela y David Pallás aprenden en un obrador a realizar postres profesionales. A la cabeza está Paco Torreblanca quien da clases magistrales a los alumnos y, de paso, a la audiencia, muy de agradecer, por cierto. Es lo que se llama “valor añadido” porque, sinceramente, el mismo formato una y otra vez, ya cansa. Y encima te entran unas irresistibles ganas de ponerse ciega de chocolate mientras ves el programa. ¡Doble suplicio! Al menos el formato es original de la productora española. Ya se sabe; el español piensa bien, pero tarde.

Se nota que en el programa todo, excepto los concursantes, está preparado.

9.- Cocineros españoles por el mundo. Volviendo al formato “Callejeros”, ahora nos toca morirnos de envidia viendo lo bien que viven chefs españoles desperdigados por el mundo. La serie al completo se emitió en Canal Cocina este verano, así que si eres adicto a los chefs, ya puedes verla online. 

Y tú muriéndote de envidia con el puré de calabacín y la merluza descongelada a la plancha.

10.- Mi madre cocina mejor que la tuya, de próxima emisión en Cuatro. Sergio Fernández, conductor de un programa de cocina en Canal Cocina y habiendo participado antes en otros programas, como “Duelo de chefs”, será la nueva cara de este reality. Aquí creo que lo que vamos a presenciar es cómo dos familias se matan a tiros porque de lo que se trata es de ver qué madre cocina mejor. ¿Nunca has vivido una de esas discusiones? Pues te pueden tocar la belleza, el sentido del humor e incluso el buen o el mal carácter de tu madre pero ¡ays! Pobre como alguien se le ocurra decir que su madre cocina mejor que la tuya ¡está muerto!

Hay cosas que jamás se tocan; el honor de una hermana, el esfuerzo de un padre y las croquetas caseras de una madre.

De todos estos formatos, exprimidos ya hasta la saciedad, sólo dos son originales. El resto son versiones de programas que en todo el mundo están teniendo un éxito arrasador. ¿De verdad tanto talento ha huido ya fuera de nuestras fronteras como para acribillar nuestras pantallas con fritos, refritos y asadillos de otros programas? Pero lo peor no es eso; lo peor es que, debido a este tipo de programas, comenzamos a llamar al cocido de toda la vida “concentrado de depuración ósea con vegetales de temporada”, a las croquetas “bocaditos de hebras de jamón” y al flan, “reconstrucción de huevo dulce”. Y, además, por falta pedagógica de estos programas te tienes que comer con cara de complacida lo que tus amigos cocinan creyéndose que por verse la temporada completa de Masterchef USA en una semana (emitido en formato maratón en Cosmopolitan TV) ya van a  conseguir llegar a hacer lo que los profesionales tardan años en lograr. Tal vez, y sólo tal vez, esto sea un contubernio de las televisiones con las escuelas de cocina. ¡Ah no! Perdón. Se me olvidaba el merchandasing asociado a todos estos programas.

Se me ocurre el programa definitivo: Pesadilla en la cochiquera. Se trataría de encerrar a unos chefs amateurs en una granja, cada uno de pareja con un famoso del sexo opuesto, con el objetivo de engordar un cochinillo hasta convertirlo en el mejor cerdo de la granja, luego matarlo con sus propias manos y cocinar cada una de sus piezas. Toda España aprendería a criar cerdos y los más afortunados podrían hacer un do it yourself en sus terrazas. 

 

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Este artículo lo ha escrito...

Eva Campos Navarro

Eva Campos Navarro (Guadalajara, 1977). Es psicóloga, coach y escritora, colaborando con diversos medios de comunicación. Autora de “Soy más lista que el hambre” y “Alicia en el país de las... Saber más...