Supositorios y otras cosas de meter

Supositorios y otras cosas de meter

Supositorios y otras cosas de meter

No es un secreto que muchas veces nos cuesta enterarnos de como se toman ciertos medicamentos. Pero no nos refereimos a las horas de toma, si no a modo de introducirlos en nuestro cuerpo. Por lo que suele ser normal que por la consulta de un médico pasen pacientes que te hagan replantearte tu profesión. 

Hay cosas en la práctica médica que se dan por supuestas pero que no sabemos si las hacemos bien y una de ellas es... la colocación de un supositorio. Hay numerosas referencias en la bibliografia médica sobre un tema tan peliagudo pero sobre todo hay comentarios jocosos tanto en las charlas con compañeros como en las redes sociales. Sin ir más lejos yo he visto un supositorio metido por el conducto auditivo externo (o sea, por el oído), se le había indicado por otalgia o dolor de oídos y por allí que se lo metió. Y ni decir tengo que seguía con ese proceso y un poquito más de dolor... y vergüenza.

¿Cual creéis que es la forma correcta de introducir un supositorio, por la parte afilada y en punta o por la parte roma? ¿habéis tenido alguna vez esta duda en ese momento previo, poco fino y casi siempre íntimo de la colocación del mismo?. Muchos pacientes, casi todos hombres hechos y derechos, se niegan en rotundo a que les indiques medicación vía rectal. Existe esa idea integrada en su ADN de que van a perder su masculinidad o su capacidad viril... ¿o será miedo a que les guste?.

Hay gente a la que el médico le dice que cuiden lo que comen, y se ponen a acariciar una hamburguesa

En mi vida personal he usado supositorios, sobre todo antes de que Coronado y otros nos abrieran los ojos a las maravillas de los yogures con bífidus y todas esas mandangas. Si te vas de viaje y estás tres días con atasco déjate de tonterías y ponte un supo de glicerina.

Pero a lo que íbamos, ¿por dónde colocamos el artefacto?. Pues su inventor recomendó hacerlo por la parte afilada, lo cual parece lógico pero en el año 1991 se publicó un artículo en una de las revistas médicas de mayor impacto, The Lancet, que mandó toda esa teoría a tomar por culo, nunca mejor dicho, recomendando hacerlo por la parte plana para evitar la salida del mismo en caso de hacer fuerza o para disminuir la necesidad de ayudarse con el dedito cuando tiene que traspasar la frontera y, aunque no os lo podáis creer, la polémica sigue y existen nuevas aportaciones a tal interesante tema. En mi modesta opinión, y después de haber realizado un estudio de campo en mi propio cuarto de baño, no hay diferencias significativas para recomendar lo uno o lo otro y para gustos, lo colores.

Esto me ha hecho recordar una anécdota que le explicaba a una paciente esta semana después de indicarle un parche de nitroglicerina (tranquis no va a explotar, es un vasodilatador coronario), el típico que indicamos a pacientes con problemas de corazón.

Los parches se colocan en cualquier zona de piel sin pelo y sin heridas o erupciones. Le expliqué a la paciente que la parte que pega es la que se aplica sobre la piel y es la que lleva el medicamento... ¡porque no todo el mundo lo tiene tan claro!

Hace unos años citamos a una paciente a hacerse un electrocardiograma de control. Yo le había indicado el mismo tratamiento que a la paciente actual. La veo llegar, la saludo y pasa a la consulta de la enfermera que, unos minutos después, me llama. Yo pienso que debe existir un problema en el registro, pero no. Resulta que la pobre señora llevaba un círculo de plástico duro pegado con esparadrapo y a nuestra pregunta de: ¿pero qué se ha puesto aquí?, nos responde toda seria que "...no debe estar bien la caja porque no se pega...". Os podéis imaginar que el circulito de plástico era el protector y que el parche era desechado en cada ocasión. Una anécdota pero algo no extraordinario a la hora de la comprobar la toma de los medicamentos.

En especial en la gente mayor no debemos dar por sentado que han entendido nuestras instrucciones sin comprobarlo de forma clara. Algunos sistemas de administración de fármacos son verdaderos enemigos de la correcta cumplimentación y adherencia al tratamiento.

Otra batallita es la del paciente que usaba un dispositivo de inhalación (para los bronquios y eso) que lleva una cápsula que debe cambiarse en cada toma y que se agujerea antes de realizar la toma. No se había enterado y la primera cápsula estaba destrozada. "Ya decía yo que no salía nada..." nos dijo. O la del que se descompensó de su bronquitis crónica a pesar de usar "el medicamento que nunca se acaba". No existe tal panacea. Todos los medicamentos se acaban antes o después, lo que él confundió con su inhalador habitual fue el dispositivo que usamos para hacer rehabilitación respiratoria (el que lleva la bolita que sube y baja). Al dárselo de forma novedosa pensó que se lo habíamos cambiado por el antiguo y pasó lo que pasó... que se puso muy malito.

La indicación de un fármaco no es cosa de risa pero a veces nos hace sonreír. Hay que dedicar unos minutos a explicar qué, cómo y cuándo hacer las cosas. Si no lo hacemos podemos pasar a llorar y algo de culpa tendremos del desenlace.

Y mi recomendación seria es que preguntéis si tenéis dudas antes de salir de la consulta del médico... yo os he avisado.

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Este artículo lo ha escrito...

Beatriz Satué

Beatriz Satué. Médico y bloguera por necesidad emocional (para descargarme y eso) No tengo niños, no me gustan los perros ni otros animales y no canto en ningún grupo musical ni coral, así que me... Saber más...