Falsos mitos de la masculinidad

Falsos mitos de la masculinidad

Qué rabia dan esos monologuistas que, en cuanto se sientan en su banqueta empiezan a hacer chistes sobre mujeres de conducen mal, hombres que no escuchan, mujeres celosas y hombres ligones. Pero, ¿hay algo de verdad bajo tanto tópico?

Las diferencias entre sexos son algo más complejas que un capítulo de Escenas de Matrimonio con Pepa y Avelino dándose caña. Hay mujeres que saben orientarse con un mapa, pero… ¿hay hombres que lloren?, ¿y que disfruten yendo de rebajas? Repasamos (y desmontamos) los falsos mitos que rodean a la masculinidad:

 

Los hombres detestan ir de compras

¿Hay imagen más triste y desoladora que esos hombres con la mirada perdida que vagan sin rumbo por las entradas de los centros comerciales mientras esperan a sus parejas?

Podría parecer que para ellos ir de rebajas es una tortura peor que escuchar en bucle los grandes éxitos de Camela. Pero, os cuento un secreto, no es que el género masculino odie ir de compras. Lo que detestan es aguantarte el bolso mientras te pruebas el máximo de prendas permitidas.

Cuando él entró en esa tienda todavía tenía pelo.

Te puede gustar más o menos ir de compras, pero lo que es insufrible es ejercer de acompañante que debe responder a preguntas trampa como: ¿este pantalón me hace gorda?

A los hombres les gusta comprar. Pero comprar para sí mismos. Porque no se consigue el aspecto estudiadamente desaliñado del lumbersexual así como así.

 

Los hombres siempre tienen ganas de sexo

Las comedias chorras de univesitarios más salidos que un mandril han hecho mucho daño. No sólo a nuestras neuronas, también a nuestras expectativas. Puede que sea cierto que los hombres se pasen la vida fantaseando con el sexo. Pero una cosa es la fantasía y otra la realidad. Y la realidad agota una barbaridad. Que tu pareja se haga el remolón el sábado-sabadete y use el “estoy muy cansado” (que es el “me duele la cabeza” masculino) es algo muy normal. Y pasados los 40 todavía más. Afortunadamente vivimos en el siglo XXI y existe una milagrosa pildorita azul que lo quita todo.

 

Los hombres no lloran

Vale, puede que no lloren con mocos y ataque de hipo como tú con el final de Los Puentes de Madison. Puede que lloren con los ojos secos, a lo Tobey Maguire:

Tobey, para el próximo papel llévate una cebolla al set.

Pero lloran.

Si tú eres una de esas mujeres que jamás ha visto a su pareja echar una lagrimita y ya empiezas a plantearte si es un ser humano o un trozo de chopped, ponle a prueba. Ponle los primeros 20 minutos de “Up”, la película de Pixar. Todo ser humano con sangre en las venas llora. Y si tu novio/marido/rollo de más de 3 meses no lo hace, huye. Porque tu compañero no es una persona, es una vaina extraterrestre de ésas que han venido a nuestro planeta para conquistarlo.

 

A los hombres les pirra el fútbol

Seamos rigurosos. Primero habría que distinguir por un lado aquellos machos a los que les gustan los deportes en plan teórico, para verlos en la tele y demostrar que ellos serían unos seleccionadores estupendos y si no lo son es porque la vida no les ha llevado por ese camino; por otro lado, aquellos a los que les gusta hacer deporte.

Los segundos son mucho más prácticos, sobre todo en la convivencia porque, ese rato que están fuera haciendo ejercicio, lo puedes aprovechar tú para ver “el vestido de tu boda: Atlanta” o “guerra de cupcakes” o cualquier otro programa que en público negarás haber visto nunca.

 

Los hombres no dan tantas vueltas a las cosas

¿Quién no ha pasado tardes enteras, rodeada de amigas, dándole vueltas a porqué ese chico tan majo no la llama?

 

¿Por qué no me llama si dijo que iba a llamar?, ¿habrá perdido el teléfono?, ¿estará con otra?, ¿se habrá muerto?

¿Cómo?, ¿qué tú jamás has dado vueltas y vueltas a los motivos para no llamarte de ése chico tan mono? Pues entonces tú eres una vaina extraterrestre, como el hombre que no llora con el principio de “Up”.

Tus amigas intentan tranquilizarte y dar explicaciones a la tardanza en llamar: “está confuso”, “necesita tiempo”, “se está recuperando de una relación anterior”, “estará muy liado”... Cualquiera de todas esas cosas que te dicen tus amigas mientras os tomáis un frapuccino con moka son gilipolleces. El chico en cuestión no te llama porque no le gustas lo suficiente. Punto pelota. 

Por supuesto que existe la posibilidad de que él también esté en su casa dándole vueltas a si te llama o no, haciendo una lista de pros y contras y reconcomiéndose con dudas y miedos varios. Pero, ¿y la de tiempo que nos ahorraríamos si el que usamos en dar vueltas a algo que no depende de nosotros lo dedicáramos a algo útil como, qué sé yo, sacarnos una ingeniería?  Yo ya me hubiera diplomado en ingeniería de telecomunicaciones, y eso que soy de letras puras.

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Este artículo lo ha escrito...

Estíbaliz Burgaleta

Estíbaliz Burgaleta (Tudela, Navarra, 1976) en otra vida será bailarina de ballet clásico, será grácil como una pluma y tendrá oído musical. Pero en esta vida es guionista, cortometrajista y... Saber más...