Qué lujazo de verano

Qué lujazo de verano

Pasar un verano de lujo no debería implicar gastarse una pasta en cruceros, hoteles de cinco estrellas, viajar a lugares exóticos o pulirte todos tus ahorros para comprar experiencias inolvidables. Te contamos por qué.

Con la crisis que está cayendo (y que no termina de arreciar) parece que este verano va a ser más difícil que nunca tomarse esas vacaciones a todo trapo que tanto nos merecemos. De hecho, yo jamás en mi vida he vivido unas vacaciones a todo trapo. Soy más de llevar el trapo colgando del hombro para ir limpiando la suciedad que van dejando mis hijas.

Pero este año he decidido no amargarme por no tener unas vacaciones de lujo: por no poder ir a ese hotel cinco estrellas con el que sueño, por no poder tomarme un cóctel en la terraza más pija del lugar o no tener pasta para comprarme el modelito que se me antoja en la boutique de moda.

El Rebeca Rus´s luxury style es un método de autoengaño sumamente eficaz cuando no hay manera de engañarte a ti misma sobre el saldo de tu cuenta bancaria.

Este año he decidido que yo voy a redefinir la palabra lujo y la voy a hacer mía, personal e intransferible. Este año voy a vivir unas vacaciones Rebeca Rus´s luxury style. Pero, vamos, vosotros también podéis hacer lo mismo y las podéis llamar como queráis.

MI PRIMER LUJO: VOY A TOMAR POSTRE TODOS LOS DÍAS.

Así, sin arrepentimientos ni culpabilidad. Los que me conocen personalmente saben que llevo diez años batallando contra el hipotiroidismo, enfermedad que me hace vivir en una dieta eterna, no por mantener mi talla 40 sino por prescripción médica. Tengo tan metidas en la cabeza las indicaciones de mi doctora que, incluso en esas ocasiones especiales (y escasas) en las que me salto la dieta durante el resto del año decido no tomarme el postre. Pero este verano no. Este verano voy a tomar brownies de chocolate, helados, mousse, crêpes Suzzete y tarta de manzana. Hala, lo he dicho.

Con un postre así es imposible no imaginarse que estás de vacaciones en la Provenza. O que eres la prota de una novela de Joanne Harris.

MI SEGUNDO LUJO: VOY A PERDERME EN UN BUEN LIBRO.

Por mi trabajo me paso el día leyendo todo tipo de cosas… que no son siempre las que más me apetecen, pero la obligación manda. ¡Se acabó! Este verano he decidido que voy a leer única y exclusivamente por placer y, por una vez en todo el año, no voy a mirar el precio en Amazon del libro que deseo. Lo voy a comprar y punto.

                         

Cuando empecé en esto de escribir siempre dije que mi escritora favorita era Janet Evanovich pero ¡llevo años sin hincarle el diente a un libro suyo! ¡Traicionándome a mí misma!

MI TERCER LUJO: VOY A BAÑARME EN UNA PISCINA TODOS LOS DÍAS.

Los que vivís en el centro de una gran ciudad como Madrid (como es mi caso) sabéis que tener una piscina en casa está destinado sólo a los que ganaron el Euromillón, perdieron un riñón junto con la hipoteca o fueron tocados con la varita de la diosa Fortuna. Pero este año pienso darme un baño diario como sea, aunque sea instalando una piscina hinchable en el patio, abusando de mis amigos más afortunados, sacándome un bono en la piscina del barrio o usando mi exacerbada imaginación mientras chapoteo en la bañera. ¿Calor? Yo nunca.

Lo que me tranquiliza de esta idea es que ya la han testado en Barrio Sésamo. Garantía de calidad.

MI CUARTO LUJO: NO RECOGERÉ LA MESA, HARÉ SIESTA.

Yo soy la típica ama de casa histérica que tiene que tener siempre todo recogido, herencia de una madre de esas de las de Antes, de las que tenían la casa como los chorros del oro por si acaso… Eso significa que rara vez me levanto de la mesa si no es para llevar los cacharros sucios a la cocina. Y luego los limpio. Pero este verano me voy a dar el lujo de no hacerlo y, a cambio, me voy a tumbar a la bartola para dormirme una siesta de esas de pijama y orinal.

En el fondo, está ordenando sus ideas para lo que queda del día. De hecho, así planifico yo mis novelas. Y así salen, claro.

MI QUINTO LUJO: VOY A VESTIRME COMO UN TURISTA.

Después de todo el año aguantando los tacones, las chaquetas apretadas, los panties, los vestiditos que se ciñen a tu cuerpo y te constriñen la vida entera, ha llegado el momento de darme el lujo de ir por la vida como un turista. Es decir: hecha una mamarracha y con el "¿a quién le importa?" por bandera por la vida. A mí la libertad de movimientos y de michelines.

Después de tomarme todos los postres que me voy a tomar, esta es la mejor elección de vestuario que se me ocurre para sobrellevarlo con dignidad. Pfff...

 

Seguro que en este camino hacia una nueva vida llena de lujos se me olvida alguno realmente importante, como, por ejemplo, rascarme la espalda o caminar más tiempo descalza. Pero, si me ocurre alguno realmente importante, lo pondré por aquí en los comentarios. Y también os invito a vosotros a contarnos los lujos que alegran vuestra vida. Mientras tanto os deseo un feliz verano.  Y ¡viva el lujo y quien lo trujo!

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Este artículo lo ha escrito...

Rebeca Rus

Rebeca Rus (Madrid, 1974) es creativa publicitaria, escritora, columnista y responsable de la sección de cocina de la Revista Cuore. Es la autora de los libros "Sabrina:1-El Mundo:0", "Sabrina... Saber más...