10 cosas que puedes hacer si otra invitada a la boda lleva tu mismo vestido

10 cosas que puedes hacer si otra invitada a la boda lleva tu mismo vestido

10 cosas que puedes hacer si otra invitada a la boda lleva tu mismo vestido

Hay algo peor que ir a una boda y equivocarse de sitio (porque todavía puedes escurrir el bulto disimuladamente cuando ves que esos novios no los conoces de nada). Pues sí, señoras, hay algo peor: llevar el mismo vestido que otra invitada.

Los hombres y las mujeres no somos iguales. Digan lo que digan las feministas. Hay algo que ellos no entienden, aparte del significado de “Cortar y Marcar” en la puerta de las peluquerías. Y ese algo es que lo peor que te puede pasar en una boda no es que una de las invitadas lleve tu mismo vestido. Lo peor es que –encima– esté más buena que tú.

–¡Dios! –exclamas, al entrar en el sitio donde se celebra la boda, mientras los lazos de tul y los pompones de papel vegetal se difuminan por el desastre inminente– ¡Esa mujer lleva mi mismo vestido!

 


Tu cara al descubrir la coincidencia

Tu pareja la mira. Es una tía escultural que podría ser tu hija, con un cuerpazo de gimnasio y unas tetas que desafían la ley de la gravedad. Y luego, te mira a ti, con tus diez kilos de más embutidos en la faja como si fueses una longaniza de saldo.  Y, claro, levanta una ceja.

–¿Seguro?

–Que sí, que sí. Pero…¿es que no lo ves? ¡Menudo desastre!

–Bueno, mujer, seguro que nadie se da cuenta.


Vale, parezco la niña del Exorcista, pero ¿cómo que nadie se va a dar cuenta?

¿Lo veis? ¡Incapaces de entenderlo!¡Hombres! Tú sabes que en ese mismo momento en la que tu mirada de incredulidad ha recaído en la maldita invitada clonera, ya hay más de diez mujeres que se han dado cuenta. Y que dicen, como en el Cuore, “pues a aquella le queda peor”.

Por cosas menos graves que coincidir de modelito en una boda han empezado las grandes guerras mundiales.

No puede ser. Hay que maquinar una estrategia defensiva. Y esta solo vale en los anuncios:

 

Pues bien, chicas, hay diez cosas que podéis hacer en este momento crucial:

 1) Ir a tu casa y cambiarte. Esa es la opción más lógica, pero la más difícil de conseguir. Para empezar, tu pareja no va a entender por qué tiene que irse nada más llegar y solo en convencerlo vas a tardar una eternidad de tiempo. A no ser que vayas sin pareja. Va a ser la primera vez que te alegres de eso.

2) Tirar de chal y tapar la parte de arriba. Desventajas: durante el baile vas a achicharrarte bailando la Macarena sin quitarte el chal en ningún momento. La cara roja contribuirá a que parezcas una longaniza aun más.

3) Alejarte lo más posible de tu clon. Posible hasta el momento en el que descubres que estáis en la misma mesa.

4) Entonces, tirarle encima uno de los adornos de flores con agua de colorines con un “Cielos, perdona, qué torpeza”.

5) O tirártelo tú encima para convencer a tu pareja de que te tienes que ir a cambiar.

6) Emborracharte y ahogar las penas (aunque creo que las muy cabritas saben nadar). Total, hay barra libre.


Me la trae al pairo lo que lleve esa tipeja, hips.

7) Tragar saliva y hacerte una foto con ella, riéndote de la coincidencia. Y jurar y perjurar no volver a comprar más en Mango el modelito de una boda.

8) Ponerla a caer de un guindo con las amigas. Criticar sus zapatos y su bolso. Que esté buena no quiere decir que tenga buen gusto.

9) Ponerte a llorar de desesperación y encerrarte en los baños. Sí, bueno, no es la opción de la que más orgullosa puedas sentirte, pero hay que tenerla en cuenta.

10) Expulsarla de la boda.Si eres la novia, claro.

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Este artículo lo ha escrito...

Ana González Duque

Ana González Duque (Santa Cruz de Tenerife, 1972). Médico anestesista. Bloguera. Friki declarada. Sobrevive a un marido traumatólogo, dos niños y un gato negro. Autora de "El blog de la Doctora... Saber más...