Blue Jasmine: Cate es Blanche(tt) DuBois

Por Puri Ruiz

Blue Jasmine: Cate es Blanche(tt) DuBois

La última de Woody Allen busca el difícil equilibrio entre la comedia y el drama. Y lo logra. Estamos frente a una de sus mejores películas de los últimos 10 o 15 años, y frente a una Cate Blanchett que es un espectáculo.

Comenzaré diciendo que no me pidáis objetividad con Woody Allen. Pertenezco a la legión de fanáticos, sección fanáticos ciegos de amor. O sea, que soy de esas a las que hasta a sus peores películas les encuentra algo bueno. ¡Si defendí con uñas y dientes ante mis amigos Vicky Cristina Barcelona! Y mira que es difícil. Pero ese llegar al cine y sentarme ante una pantalla negra con los títulos de crédito en blanco y con el jazz de fondo (no es este el caso, por cierto) hace que todo mi cuerpo se relaje, preparado para recibir otra amable entrega alleniana… Además, Woody es algo así como parte de mi familia. No puedo ponerlo a parir delante de los demás. Como mucho, lo pillaría a solas y le diría: "Pero Woody, criatura, ¡qué has hecho! Toda tu reputación por los suelos con la mierda esta de película… ¿En qué estabas pensando? Dime que no lo volverás a hacer". 

Por fortuna, no lo hizo. Creo que VCB fue un punto de inflexión en su carrera y, si bien no ha hecho grandes obras maestras desde Match Point, sí es cierto que lo que hubo después de Pe y Bardem se parece mucho más a él. Si la cosa funciona, con Larry David, era un delicioso back to the past (por más que retocara el guión, se notaba cuándo fue escrito); Conocerás al hombre de tus sueños tenía a unos secundarios (como Gemma Jones) en estado de gracia, y hasta Banderas lucía más que Pe y Bardem en Vicky Cristina Barcelona (ya me callo, Woody). Y rescato y destaco Midnight in Paris, donde pude disfrutar de nuevo al gran Woody en una película con pasajes absolutamente hilarantes gracias a los personajes españoles Dalí y Buñuel. 

Tras A Roma con amor (que sin duda es una obra menor, aunque con algún momento de puro humor Allen), llega Blue Jasmine, una historia que bien podría ser la de la mujer de Bárcenas, pero que más bien nos dibuja a un remedo de la esposa de Bernard Madoff. Y, sin embargo, esto termina por ser una excusa para hacernos un retrato psicológico de la mujer perdida, desubicada, neurótica, sola. No creáis que ni por un minuto vais a sentir simpatía por ella; a mí me recordó, y mucho, a aquella Blanche DuBois de Un tranvía llamado deseo que tan magistralmente bordó para el cine Vivien Leigh. Y no es algo que oculta el autor, que más bien le hace un homenaje evidentísimo a aquella magistral pieza de Tennessee Williams llevada al cine por Elia Kazan. Todo, desde la atmósfera (todo transcurre en un San Francisco irreconocible, aunque hay pasajes neoyorquinos) hasta el dibujo de los personajes, nos recuerda poderosamente a ello. No daré más datos, pero en cualquier caso esta evocación es tan evidente que la vais a detectar desde prácticamente el principio del metraje. 

Estamos frente a un Woody Allen reconciliado consigo mismo, que elige San Francisco para este filme y logra que la alegre ciudad termine pareciéndonos asfixiante. Todo, gracias a su nueva musa: Cate Blanchett.

No suena esta vez el alegre jazz que Woody suele escoger para amenizar sus filmes, aunque oímos de fondo a su primo hermano el blues durante toda la película. Tiene todo el sentido. Blue es el estado de la protagonista; su estado casi permanente. Hay una referencia recurrente al tema Blue Moon que entronca con su estado emocional.

Decía que el porqué de la neurosis obsesiva de Jasmine es casi una excusa para brindarnos a una Cate Blanchett sublime. Siempre lo está, me recordaban recientemente; y es cierto. Pero hasta hoy yo no había visto componer un personaje con esa cantidad de texturas. Y todas ellas, en el espectro cromático de la locura: de la depresión a la euforia, de la neurosis a la demencia absoluta. El recorrido psíquico del personaje es tan rico en matices que cuesta creer que una persona pueda hacer un dibujo tan conmovedor sin haber pasado ella misma por algo así en su vida real. Disculpadme si yerro, pero creo que es la primera vez que veo descansar tan evidentemente una película de Allen (tendente a los filmes corales) en un solo personaje. Cate hace suya la película, la toma al asalto desde el primer fotograma y la conduce con mano maestra hasta el final. Es un tour de force interpretativo tan genial que si no la nominan al Oscar se cometerá una de las mayores injusticias del cine. Ya que se lo den dependerá de montones de factores, pero lo merece. Os lo aseguro. 

Y a su alrededor, bailando al ritmo de Cate, secundarios perfectos, que no solo no desaparecen eclipsados por la australiana, sino que se engrandecen y se suman a la fiesta. Destaco a Sally Hawkins, otra de esas actrices empeñadas en demostrar que lo difícil puede parecer fácil, y a Bobby Cannevale, su partenaire (y que completa el triángulo-homenaje a Un tranvía…). Este actor, conocido por Boardwalk Empire, no será la única sorpresa de casting para los que siguen esta serie. Pero hay más: Peter Sarsgaard, Alec Baldwin, los hijos de Hawkins en la película… Todos ellos completan la galaxia en la que se mueve a tientas y con sensación de irrealidad la genialísima Blanchett. Y los que aportan, dicho sea de paso, el contrapunto cómico (¿cómo olvidarlo? ¡Es Allen!).

Termino. Vale que Blue Jasmine es una película de autor (el sello de Allen es inmarcesible), pero también es, y esta es la sorpresa, una película de actriz. Woody siempre crea papeles deliciosos para ellas (más que para ellos, que también), pero esta vez sirve un festín para Cate y ella lo devora con fruición. Si no eres la mujer de un corrupto encarcelado, deberías ir a verla.

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Este artículo lo ha escrito...

Puri Ruiz

Puri Ruiz (Madrid, 1968). Periodista nacida en la capital pero arrastrada hasta el sur gracias a una ola molona que me dejó una pareja alucinante y una hija maravillosa. Fuera de ellos, que son mi... Saber más...