¡Miedo! ¿Eres tú una novia camaleón?

¡Miedo! ¿Eres tú una novia camaleón?

¡Miedo! ¿Eres tú una novia camaleón?

No es un tópico, sino una verdad como un templo: el amor es ciego. Y, si te descuidas, sordo, mudo y un poco tonto también. Por algo Cupido se representa como un niño pequeño con muchas lorzas y que tira sus flechas al buen tuntún sin pensar siquiera si esas dos personas a las que ha flechado tienen algo en común. Porque, ¿qué hacer si te enamoras de una persona con la que sólo tienes en común el hecho de pertenecer a la raza humana? Muy fácil: cambiar y adaptarte cual camaleón.

Ésa es una lección que tienen muy bien aprendida las denominadas “novias camaleón”, expertas en cambiar gustos, aficiones, manías y hasta aspecto exterior con tal de adaptarse a su nueva pareja.

Asumamos que todas hemos mentido alguna vez y hemos asegurado que nos encanta el campo para, acto seguido, vernos a nosotras mismas el domingo siguiente levantándonos a las cinco de la mañana para recoger setas. Con el frío que hace a esa hora. Con la de piedras que hay en el campo. Y la de bichos… Pero no estamos hablando de las típicas mentirijillas piadosas que decimos a ese muchacho tan majo al que todavía no hemos presentado a la familia. Cuando se está en la fase de asentar una relación (o, como dicen los famosos “nos estamos conociendo”) todos tendemos a maquillar un tanto la realidad. Y qué gusto da ese día en que, después de haber visto cinco veces ya “Braveheart”, puedes ser sincera con tu novio y decirle que te parece una película sobrevalorada y larga, muy larga.

Pero la auténtica novia camaleón jamás se sincera del todo. Ella asume como propias las características de su novio. Y si rompe con él, no pasa nada, que ya cambiará de gustos y adoptará los del próximo.

Analicemos un caso práctico: Penélope Cruz.

Los ex novios de Penélope son más variados que una bolsa de mix de frutos secos que lo mismo tiene pasas, que quicos, que garbanzos.

Porque, Penélope, hija, ¿qué tienen en común Nacho Cano, el jinete Gigi Sarasola y Javier Bardem y Tom Cruise?

Con el primero Penélope se hizo budista, con el segundo viajaba en yate y veía competiciones de salto, con Bardem sale de marcha por la Latina y con el último se hizo simpatizante de la iglesia de la cienciología.

Y, ¿qué tienen todos esos hombres en común?, ¿de qué hablarían si coincidieran un día, qué sé yo, en la consulta del dentista? Sólo tienen una cosa en común: Penélope.

La novia camaleón, como Julia Roberts en “Novia a la fuga”, se transforma según los gustos de su novio. Y no os creáis que esto es patrimonio exclusivo de las mujeres dispuestas a lo que sea con tal de no estar solas. Qué va. Ellos también caen.

Analicemos otro caso práctico: Brad Pitt.

¿Hay algo que dé más cosica que dos hermanos vestidos exactamente igual? Sí, una pareja que se viste exactamente igual.

De joven estrella emergente de aspecto grunge a responsable padre de familia numerosa (y multicolor). La gamberra, rockera y de belleza poco convencional Juliette Lewis poco tiene que ver con la bellísima, embajadora de la ONU y madre de (¿6?, ¿7? he perdido la cuenta) Angelia Jolie. Entre una y otra imagen han pasado más de veinte años. Todos cambiamos, pensaréis. Es normal que el Brad Pitt de los 90 poco tenga que ver con el de la actualidad. Eso es madurar, es crecer y bla, bla, bla.

Pero…:

¿Hay algo que dé más cosica que una pareja vistiéndose exactamente igual? Sí, una pareja peinándose igual.

Brad, ¿es necesario que te tiñas el pelo del mismo tono que tus novias? Rubio platino en sus años junto a Gwyneth Paltrow y rubio dorado casi castaño en sus años con Jennifer Anniston. Y, lo que ya es muy, muy creepy, ¿el mismo corte de pelo que tu novia, Brad?, ¿no te das cuenta de que así parecéis hermanos?, ¿o es que es eso precisamente lo que buscabas?

Hay una diferencia fundamental entre madrugar los domingos para acompañar a tu pareja a buscar boletus edulis y tenerle engañado y convencido de que nada te apasiona más que la micología. Una cosa es estar dispuesta a descubrir aficiones porque lo mismo hasta te acaban gustando y todo y otra muy distinta renunciar a tu personalidad y cambiarla como quien cambia de calcetines porque tienes que agradar a tu pareja como sea.

En el lado opuesto a las novias camaleón tenemos a los que son fieles a un mismo patrón. Saben lo que quieren, vaya que si lo saben. Es más, quizá lo saben demasiado bien.

Analicemos un caso práctico: Melendi

Ejercicio de agudeza visual, encontrar las 7 diferencias entre la ex novia de Melendi y la actual.

La nueva novia del cantante (la muchacha de la derecha) se parece más a su ex, la también cantante, La Dama, que Melendi a sí mismo. Es más fácil pensar que el Melendi del pelo liso y el Melendi del pelo encrespado son dos personas diferentes que pensarlo de La Dama y Julia Nakamura, que así se llama la muchacha de la derecha. Y decidme, ¿no os resulta ese parecido tan exagerado un poco perturbador? Volviendo a los símiles cinematográficos, recordemos a James Stewart transformando a Kim Novak en "Vértigo" para que sea idéntica a su amor platónico ya fallecido.

¿Qué es mejor, ser una persona tan abierta al amor que no busca un patrón predeterminado?, ¿o tener muy claro que a ti lo que gustan son los murcianos con ascendencia gallega de 1.80 y entre 75 y 76 kilos de peso?

Abro el debate.

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Este artículo lo ha escrito...

Estíbaliz Burgaleta

Estíbaliz Burgaleta (Tudela, Navarra, 1976) en otra vida será bailarina de ballet clásico, será grácil como una pluma y tendrá oído musical. Pero en esta vida es guionista, cortometrajista y... Saber más...