Anatomia de Grey VS la cruda realidad

Anatomia de Grey VS la cruda realidad

Por mucho que se empeñen en las series de televisión en mostrarnos el lado más glamouroso de los hospitales la verdad es que en la vida real todo es mucho más decepcionante. Ni hay doctores "tíos buenos", ni los pediatras se parecen a George Clooney ni las enfermeras llevan falditas minúsculas. ¿Estás preparado para conocer la verdad y nada más que la verdad sobre los hospitales en nuestro país? 

Las series estilo Anatomía de Grey se parecen a la realidad en lo que un huevo a una castaña. Cuando una empieza a trabajar en un hospital después de empollar tochos infumables durante seis años de carrera y uno de preparación al MIR, se frota las manos y piensa: “Ya está. Esta es la mía. Ahora me regalaré la vista con el buenorro del pediatra, el macizorro del cirujano plástico o el increíblemente perfecto neurocirujano”. Y entonces, ¡ZAS! Una se topa de bruces con la realidad y se siente como Alicia cuando cae por el agujero persiguiendo al conejo blanco. Y se da cuenta de que el ochenta por ciento del personal son tías que han pensado lo mismo que tú. De los pocos y contados especímenes masculinos que pululan por allí, el cirujano es tan bajito que lo podías usar de llavero, el pediatra no está mal pero está casado con un enfermero de la planta de Trauma y el neurocirujano está tan gordo que, en lugar de ponerse el pijama, se lo mete a rosca.

Ni por las guardias interminables, ni por la falta de recursos, ni porque el café de la cafetería es aguachirri de la peor calidad... esta profesional de la salud llora porque nadie le había contado que la realidad de un hospital era el anti-glamour.

La realidad de un hospital se parece más a cualquier tebeo de Ibañez que a un capítulo de Anatomía de Grey.

No es esa la única decepción: no. Una piensa – después de haberse empapado las tropecientas temporadas de Anatomía de Grey – que todos los médicos son pluripotenciales. Que lo mismo te hacen una cirugía a corazón abierto que te bailan una sardana. Estás acostumbrada a que el cirujano con la mano metida en el abdomen sangrando de la paciente dicte la medicación al anestesista – que, por cierto, es alguien inexistente en las series – y que con la mano libre, te haga un cocido estadounidense de chuparse los dedos. La caída en este caso es dolorosa. Y se produce en tu primera guardia de urgencias cuando llamas al cardiólogo por primera vez.

 - Holaaa, es que te llamo por una señora…

- ¿Cuántos años tiene? – te espeta, sin dejarte decir una palabra ni de canto.

- Ochenta.

- No es mío.

- Pero, oye…que tiene dolor en el pecho…

- Llama al geriatra.

Y te cuelga. Ha habido guardias en las que he echado de menos a  las gaviotas de Nemo, por Dios, con su “Mío, mío, mío”.

Lo más parecido que te vas a encontrar a Patrick Dempsey en un hospital de verdad es un póster de Patrick Dempsey en mi casillero.

Pero sin duda lo que menos se parece a la ficción son los vestuarios. En Anatomía de Grey se cambian todos con todos, totum revolutum, y no pasa nada. Allí nadie se altera porque la superestupenda de la Meredith se quede en braguitas o el macizorro de turno se quite la camisa. En la realidad no es así. En la vida real, una se viste, se peina y se maquilla para, una vez llegada al hospital, desvestirse, cubrirse la cara con una mascarilla y taparse el pelo con un gorro antilujuria.

Gracias a las absurdas ideas preconcebidas que tenéis sobre las enfermeras y los vestuarios de los hospitales la industria del porno ha podido desarrollarse hasta llegar a su máxima plenitud.

Pero antes hay que pasar revista. Porque a tu lado se cambian ochenta marujas a las que no se les escapa detalle. Pobre de ti si llevas una braguita fea o con la goma cedida. Pobre de ti como el sujetador no haga juego. Pobre de ti si no estés depilada e hidratada y con la pedicura hecha. Lo sabrá todo el hospital. Igual que yo sé, por los cotilleos, que en el vestuario masculino hay cuatro tipos de calzoncillos:

- Los X-treme: Boxers de lycra con transparencias.

- Los Abanderadodetodalavida o calzoncillo tipo faja: porque ellos lo valen.

- Los tengo-que-abrir-el-culo-para-verlos: no quiero ni imaginármelos en la playa.

- Y los me-los-compra-mi-chica.

Ahora, eso sí, si hay algo en lo que se parece Anatomía de Grey a la realidad es en…en…diablos, no se parece en nada. Hay que joderse. 

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Este artículo lo ha escrito...

Ana González Duque

Ana González Duque (Santa Cruz de Tenerife, 1972). Médico anestesista. Bloguera. Friki declarada. Sobrevive a un marido traumatólogo, dos niños y un gato negro. Autora de "El blog de la Doctora... Saber más...