Hasta la vista, Mr. Grey.

Hasta la vista, Mr. Grey.

Lo nuestro fue un amor de verano, un idilio pasajero que nunca estuvo destinado a pasar a la historia. Sí, fue bonito mientras duró, supongo, pero vamos, ¿no me digas que creíste que iba en serio? Me voy, siempre te recordaré con cariño, pero no vuelvas a llamarme, lee esta carta y comprenderás porque te dejo.

Mi querido señor Grey,

Todavía recuerdo cómo empezó todo. Yo me resistía pero tú, ah (suspiro), tú estabas por todas partes. Salía del trabajo y si entraba en el Corte Inglés o en el Fnac veía tu corbata por todas partes; iba al gimnasio y te veía en las marquesinas de los autobuses. Acompañaba a las niñas al parque después del colegio y allí estabas tú, sentado en el banco de al lado, asomándote por el bolso de una de otra de las madres o de alguna de las niñeras o abuelas que había también en los columpios. Me perseguías, sentía tu mirada encima de mí, un cosquilleo en las manos de las ganas que tenía de tocar tu cubierta negra y resplandeciente. Y elegante. Muy elegante.

Y al final caí. Sí, lo confieso, caí rendida a tus pies y una noche acudí a ti. Tú estabas esperándome, obviamente, te habías pasado meses seduciéndome y estabas más que listo para recoger tu premio. Nos saludamos, me presenté, y tú al principio fuiste un poco distante, tímido incluso. Insististe en presentarme a esa estúpida de Anastasia, pero bueno, te perdono. Por fin nos conocimos de verdad y diste rienda suelta a tus encantos. Sí, es cierto, a partir de aquel momento no vi nada más y me dejé llevar por tus palabras estudiadas, por tu postura torturada, por tu físico imponente y tu éxito profesional. Vale, sí, los regalos también fueron un bonito detalle.


 

Eras diferente, excitante, atrevido, incluso divertido. Hay frases que ya no volverán a significar lo mismo para nadie después de ti. “Laters, baby”. Frases que antes no tenían sentido y que ahora, aunque no tengan demasiado, crean suspiros solo al oírlas. Pero Anastasia estaba allí, y también su familia, y tu pasado que, no nos engañemos, da un poco de grima. Pero durante unas semanas todo me daba igual, solo quería salir del trabajo para estar contigo, acostar las niñas para tocarte, tumbarme en la playa para tener una excusa para estar a tu lado. Cuando terminé de conocerte sentí un extraño vacío, reconozco que, aunque te duela, ya no me parecías tan interesante como al principio y que te habría cantado las cuarenta en más de una ocasión. Pero si salía a cenar con mis amigas hablábamos de ti, nos reíamos, te sorteábamos entre nosotras, y era muy agradable. En el parque, mientras las niñas jugaban con las vecinas en el tobogán, gracias a ti tenía un vínculo con esa otra madre que hasta entonces había sido solo una desconocida. Y me has sacado de un apuro en más de una cena de trabajo… e inspirado más de una noche, no voy a negarlo. Por todo ello te doy las gracias.  

Pero el tiempo lo cura todo, señor Grey, y un día pensé que si tú habías logrado absorberme tan profundamente y, no nos engañemos, no hay para tanto, tal vez había otros como tú que también me enamorarían y me seducirían. Y me aventuré a conocerlos. No, no te muerdas el labio, te castigaré si lo haces, solo escúchame: no eres tú, soy yo. De verdad. He crecido, te he superado. Y ahora quiero algo más.

Sé que saldrás en el cine, aunque sinceramente no creo que la percha que te han elegido te haga justicia. Es guapo, sí, cómo no iba a serlo… pero le falta algo, ¿no crees? No sé si iré a verlo, la verdad es que estoy casi segura de que no, me temo que prefiero que sigas siendo como yo te he imaginado y sin esa cursi de Anastasia al lado, por supuesto. Y seguro que en la película te despojarán de todo lo que te hace interesante.  
 


 

No estés triste, siempre tendrás un lugar en mi kindle y siempre recordaré con cariño el verano que pasamos juntos en la playa, en la piscina, en la cama antes de acostarme, incluso en el sofá mientras fingía ver una película con las niñas. Descubrirte me ha servido de coartada, ahora, si en el trabajo digo que he estado leyendo hasta las tantas, ya no me miran como si estuviera loca; solo tengo que mencionar tu nombre y más de una se sonroja recordando que ha pasado contigo toda la noche. Gracias a ti, en las secciones de romántica de las librerías ya no me miran como una pringada, todo lo contrario, yo soy una de las salvadoras de su industria. Me saludan y me acompañan a la mesa de novedades e incluso me recomiendan libros

Y en cuanto a lo demás, señor Grey, en el mundo real no quiero un hombre como tú porque si alguien se atreve a darme órdenes más le vale estar dispuesto a recibirlas. Además, cuando se trabaja de verdad y se tienen hijas, padres y/o hermanos de carne hueso y no de papel, lo que quieres es que, además de que te seduzcan, te quieran y te respeten. Y que te admiren como a una mujer y no como a una muñeca.

Hasta la vista, Mr. Grey, o, como dirías tú… Laters, baby.

Con todo mi cariño y mi agradecimiento,

A (tú también firmabas con solo una letra).

Enviar por WhatsApp

Este artículo lo ha escrito...

Anna T. Casanovas

Anna T. Casanovas (1975, Calella) Es la mayor de una familia de seis hermanos que, junto con su marido y sus dos hijas son su mayor fuente de inspiración.

Estudió Traducción e... Saber más...