La "drogaína" de operarse

La "drogaína" de operarse

Renée Zellweger salió recientemente a la palestra debido a la transformación que ha sufrido su rostro en los últimos meses (a base de cirugía) hasta hacerla prácticamente irreconocible. Pero ella no es la única que ha sucumbido de forma obsesiva al mundo de la cirugía plástica.

“Madre de Dios, qué barbaridad!” Es lo que exclamé, mano en boca a lo maruji en peluquería, cuando vi las fotos de Renée Zellweger en no recuerdo qué evento. Bueno, rectifico, al principio ni vi la imagen porque, sencillamente, no reconocí a la actriz de la noticia. No fue hasta que leí el titular cuando caí en que esa cosa estirada y raruna era la cara de Bridget Jones. Que no es por nada, pero qué irónico que el papel de su vida fuera el de una treintañera normal y corriente, con sus redondeces, su comicidad y su naturalidad y en la vida real la actriz sea de lo más artificial que tiene el celuloide. Ay, Renata, ¡pero qué te ha hecho la vida!

Yo es que me fui a dormir una noche y me desperté así. Será la ginebra...

Lo que más asusta, a parte de esa cara de niña de película de terror, es que ella no es la única que llega a destrozarse la cara con el objetivo de parecer más joven o que crea falsamente que así conseguirá más trabajo. El bótox, las operaciones o los “pequeños arreglitos” que de pequeños no tienen nada, son algo que vemos día a día en los medios, y a sus famosos de turno justificarlos con que “este mundillo es muy duro...” “siempre hay alguien más joven que tú...” A ver, almas de cántaro, vale que está muy bien hacerse alguna cosilla por la razón que sea, pero no hay que llevar a extremos el tema. No creo que dejarse la cara como una Nancy, completamente irreal, sin expresión facial, sin vida y, por cierto queridos, sin parecer ni mucho menos más joven y lozana, sea la solución. Quizá sería mejor invertir en potenciar tu talento artístico en lugar de maquillarlo con una cara que, no sé si sabes, cada día está abocada a envejecer, te pongas como te pongas.

De la personalidad no puedes operarte

No vamos a entrar aquí en debates "Cirugía sí o Cirugía no"; evidentemente hay cientos de situaciones y supongo que si puedes solucionar un problema ya sea de salud o de autoestima a base de bisturí, pues bienvenido sea, que total, para dejarse la pasta en terapeutas cuando una inyección te alegra igual pues oigan, no va mal tampoco. El tema aquí son los excesos, las obsesiones por defectos físicos que no existen y lo que el ser humano es capaz de hacer por paliarlos, hasta el punto que dejan de ser defectos reales para convertirse en adicciones por pasar por quirófano (¿será que nos gusta la morfina anestésica?). Porque, ¿qué sentido tiene que una actriz de veintiocho años, como Lindsay Lohan, haya pasado más veces por quirófano que partes del cuerpo tenemos? ¡Pero qué más se puede operar esta mujer! ¡Con veintiocho años! ¿De verdad nadie la va a contratar porque tenga una mini arruga en... ¿dónde se tienen arrugas a los veintiocho?? No, se ha convertido en obsesión, claro, hasta hacerla un personaje irrisorio. Como si el bisturí fuera más una droga que otra cosa. La "drogaína" de operarse, lo llaman. O lo llamo yo, vaya.

Hola corazones

Para "drogaína" lo de algunas personas que, no sé si porque tienen una enfermedad que tendrá algún nombre de estos raretes, o porque necesitan quince minutos de fama, se operan para absurdeces tales como parecerse a Barbie, parecer un felino o parecer un reptil (ojito ahí). Me dais miedito, no es por nada. Y por más vueltas que le dé, no consigo encontrar el motivo que lleva a una persona a sacrificar su propio cuerpo para parecerse al lagarto Juancho. Menos cirujanos y más psicólogos, por favor.

 

Sí, soy real y sí, estoy así de cuerda.

Y es que, en el fondo, vivimos en una sociedad que nos alienta a parecer seres perfectos, inmaculados, delgados, guapos y con pelazo. Resulta que solo un 5% de la población es así de fábrica, pero somos los demás los que nos tenemos que adaptar y hacer verdaderas locuras por llegar a ser meras sombras de la élite de la belleza. ¿Y si nos revelamos? ¿Y si le gritamos al mundo que estamos hartos de sacrificios en arras de un canon de belleza que es prácticamente imposible seguir? ¿Y si dejamos el bisturí a un lado y volvemos a ver actrices y actores dejarnos sin palabras con sus expresiones, miradas, su movimiento y su arte? ¿Y si tenemos un poquito de por favor y nos dejamos estar de parecer perfectos hasta límites irrazonables? Imaginémoslo por un momento: un día, un solo día en el que pudiéramos comer lo que quisíeramos sin que la báscula nos gritara; un día en el que nuestra celulitis diera enteramente igual o nuestra nariz grande solo fuera una simple nariz grande. ¡Qué ideaca, eh! Pues hale, ¡que ese día sea hoy! ¿No?

Si quieres conocer a otros famosos que tuvieron que cambiar la foto del DNI después de pasar por el quirofano, te recomendamos nuestro artículo de "Adictos al bisturí".


 

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Este artículo lo ha escrito...

Sara Ballarín

Sara Ballarín (Huesca, 1980). Estudió Filología Inglesa y actualmente trabaja en una empresa multinacional de telecomunicaciones. Adicta a la comida basura, a los zapatos (nunca el tacón es... Saber más...