Desde hace cosa de un par de años (o quizá tres o cuatro, porque haciendo punto se te pasan las horas volando) se puso de moda el tricotar. Esta afición, que solo parecía pertenecer a un círculo social concreto, el de las abuelitas, traspasó barreras generacionales y se convirtió para muchos en un motor de vida. De pronto subías al metro y la mitad del vagón estaba escuchando reggaeton a todo volumen y la otra mitad dale que te pego a hacer punto, que, bien mirado, era mucho más saludable que clavarse las agujas en los tímpanos.  Lo mismo sucedía en el parque (mamás tejiendo compulsivamente cuellos de lana en pleno mes de julio), en las salas de espera pediátricas (centro social para much@s de nosotr@s), en las panaderías… Sí, has leído bien, en las panaderías. Junto a las barras de pan de pipa y la rosca de zapata, te encontrabas todo un expositor de ovillos de colores, gorros con rosetas de colores que solo sería capaz de ponérselos Lena Durham, un protector de punto para tazas de café (ein?) o… agárrate las amígdalas: ¡un balón de fútbol de ganchillo!

Ideal para que tus niños puedan echarse un partidillo en casa sin riesgo a romper la tele de plasma.

Durante un tiempo, las negadas al do it yourself  (aquellas a laos que los profes nos engordaban la nota en Plástica para que no nos bajara la media del curso) no éramos conscientes de que el mundo a nuestro alrededor estaba cambiando (o involucionando, según se mire). Ilusas de nosotras, creíamos que esta moda era pasajera.

Hasta que un buen día abres el Facebook y te encuentras esto:

Mátame camión

El fin del mundo se aproxima. Estamos viviendo una invasión crochet versión 2.0. Se rumorea que si miras detenidamente a dichas aberraciones, corres el riesgo de sufrir un desprendimiento de retina.…

¡Por Dios! ¡Que Brad Pitt se deje ya de cazar zombis y venga a salvarnos del crochet con su pañuelo palestino!

Versiones crochet bizarras:

Rockeros con mantilla. ¿Quién nos iba a decir que llegaríamos a ver al guapo y sexy Lenny Kravitz abandonar su abrigo de pelo largo para envolverse en una toquilla? (Y quien dice toquilla, dice cobertor de lana o bata manta).

Are you gonna go my way? No, Lenny ¡NOOOOOOO! ¿Tú también?, ¡Noooooooo!)

Calzoncillos como los que usa el granjero. El crochet también ha arrasado dentro de la lencería masculina. Diseños algo naifs, muy inspirados en la zoología, pero sin duda regalos perfectos para arruinar la reputación del novio en su despedida de soltero.

 Encantador… de serpientes.

Dildos en punto, lo más in. La industria de los juguetes eróticos también ha sucumbido al arte del ganchillo. Ahora puedes encontrar fundas en crochet encantadoras para guardar tus consoladores favoritos.

 Un consejo: lávalo a mano, no sea que encoja.

El crochet es el nuevo látex. Como lo lees. Esta temporada, el BDSM también se viste de punto. (Sin palabras).

Argggg!

Vestidos para mascotas. El peor destino de una mascota es que su dueño se compre un para de agujas del ocho. Empezará por confeccionarle un jersey, luego unos patucos para las pezuñas y, por último…, un horrible vestido de animadora.

Versión canina de Madonna.

Vaginas tejedoras. La artista feminista Casey Jenkins se paso 28 días tejiendo una bufanda de un ovillo insertado en su vagina. Se grabó un video (aquí lo puedes contemplar, ¡ánimo, valiente!) con un objetivo muy loable: hacer ver a los espectadores que la vulva era un simple órgano más de nuestro cuerpo. Guauuuu…

Te ahorraré las preguntas:

Sí, eligió lana de buena calidad, de las que no pican.

Y no. Siguió tejiendo durante su menstruación.

Ojo, con aceptar regalos en crochet hechos a mano.